viernes, 14 de octubre de 2011

ABRIL 2008






2 Abril 2008



Esther:

¿Cómo Señor, siendo tan grande te haces tan cercano a nosotros?



Jesús:

Por amor.

Me complazco en tu oración de esta mañana.



Esther:

Mi oración es pobre, ni siquiera es oración, es absoluta necesidad de Ti.



Jesús:

Yo elijo.

Elijo a los corazones puros para comunicarme directamente con ellos.



Esther:

Ya no merezco que me sigas hablando, Jesús.

Ya has hecho suficiente por mí.

No merezco seguir oyendo Tus palabras.



Jesús:

Esther…



Esther:

¿Qué, Jesús?



Jesús:

No te asustes de Mí, ni de que te hable.

Yo necesito hablar contigo.

Cierra tus ojos y verás que soy Yo.



Esther:

Bien, Señor.

Tengo todo el tiempo de mi vida para Ti, para estar Contigo y escucharte.



Jesús:

¡Qué pocas almas tienen tu generosidad para Conmigo, Esther!

Por eso te amo más aún.



Esther:

¿Puedo llorar en Ti, amado Jesús?

¿Descargar en Ti mis agobios, mis soledades?



Jesús:

Claro que sí, eso Me complace.

Tu confianza en Mí.



Esther:

Pues ya sabes lo que me ocurre.

Si vives en mí, sabes de mis dudas, mis frialdades a veces para Contigo, mi amor, mi preocupación por mi hijo, mis súplicas por los enfermos…



Jesús:

No digas “mis”, pues eso que me comentas no es solo “tuyo”, es también Mío.

Dime a partir de ahora: “Nuestro”.

Nuestra preocupación por…



Esther:

Me sorprende Jesús que hasta ese punto quieras estar junto a mí.

Hasta compartir como si fuéramos “Uno”, mis propios sufrimientos.



Jesús:

Es que no os podéis imaginar Mi amor.

Piensa que si me encarné en vuestra naturaleza humana fue para hacerme “Uno” con vosotros, no sólo en la carne sino también en vuestra manera de sentir, de sufrir y de amar.

Ya sabes que Yo también soy hombre y como tal puedo, no sólo comprender lo que te pasa, sino sentirlo igual que tú lo sientes.

Yo deseo sufrir tu sufrimiento junto a ti.

Eso lo hace quien ama.

Quiero sufrir tu dolor.

Quiero que lo descargues en Mí.

Mi amor por ti te lo quitará y lo asumiré como exclusivamente Mío.

Acoge Mi disposición para ti.

Soy Yo el que te pide que me des tu dolor.

Lo quiero para Mí, con tal de librarte de la tristeza.

Y no te sorprendas de lo que te digo:

Quiero para Mí todo lo tuyo.

Tu dolor, tu soledad, tus miedos, tus preocupaciones…

También quiero tu amor.

TU AMOR, con mayúsculas…

¡Deseo tanto que Me ames de verdad…!

¡Si supieras cómo espero tus besos de por la mañana…!



Esther:

¡Oh, Jesús… ¡

¡Me dejas sin palabras…!



Jesús:

Eso me agrada.

Quiero que os sorprendáis de Mi gran amor por vosotros.

Es inmenso, es infinito.

Y sencillo.

No hay complicación en Mi manera de amar.

A ti te hablaré de Mi amor.

Sé dócil a las inspiraciones de Mi Espíritu.

Ellas te guiarán en todo momento por el camino que deseo que recorras.



Esther:

A veces, Jesús, no sé distinguir si son mociones o deseos míos interiores.

¿Cómo es una moción de Tu Espíritu, Jesús?



Jesús:

Es un dulce impulso al amor, siempre al amor.

Revestido de acciones concretas, de pensamientos generosos, de entrega por los demás…

Toda moción de Mi Espíritu conlleva alegría interior y esperanza.

Y cuando se obedece, Mi Espíritu os regala la PAZ.



Esther:

Gracias Jesús por enseñarme a ir cumpliendo Tu voluntad y a cómo cumplirla.

Pero, Jesús, muchas veces mi razón me crucifica y me hace dudar.



Jesús:

Tienes que saltar.

Tu razón es muy pobre y no ve apenas nada.

Pero Yo veo todo: tu pasado, tu presente y tu futuro.

Lo tengo ante Mis ojos.

Nada ha de preocuparte.

Nada.

YO TE AMO.

Esta frase debe bastarte para olvidar todas tus congojas.

Óyeme bien:

Yo, tu Dios, tu hacedor, tu creador, TE AMO.

Y te amo no sólo ahora sino desde toda la eternidad y para toda la eternidad.

¿No crees que es algo grandioso?

Mi amor por vosotros es un amor de enamorado.

El enamorado hace verdaderas locuras por su amada.

Es capaz de regalarle la luna y las estrellas sólo por verla sonreír unos segundos.

Y Yo puedo, verdaderamente, regalarte la luna y las estrellas.

Es más, Me doy a Mí mismo a ti.

Y Yo soy el dueño del universo y de toda criatura.

Al darme de esta forma a ti, ya eres dueña de todo lo Mío.

Y Yo me complazco en regalártelo.

Pero Mis regalos, a veces, no los comprendéis.

Porque también regalo soledad como un gran don.

Y sufrimiento como barniz precioso a Mi obra.

Y espero vuestro agradecimiento por Mi regalo y no lo obtengo.

Yo comprendo vuestro corazón, pero si pudierais ver como Yo, por todo Me estaríais agradecidos.

Os lo aseguro, por toda circunstancia.

Lo comprenderéis más tarde.

Os aseguro que lo comprenderéis.

Vive y goza este día en Mi paz.

Tenme presente en todo momento.

Vivo en ti.

No nos separamos.

Tú y yo, siempre unidos, desde ahora hasta la éternidad.

Esther…



Esther:

Dime, amado Jesús.



Jesús:

Te amo con un amor infinito.

No Me olvides.

Nunca Me abandones.

Te necesito en Mí, en Mi corazón.



Esther:

Sí, Jesús.

Alabado y bendito seas por siempre.

Tú, el AMOR.



5 Abril 2008



Jesús:

Escúchame.

Descansa en Mi corazón.



Esther:

Sí, mi amor.

Así lo deseo y lo necesito.



Jesús:

Mis brazos están abiertos de par en par para ti.

Acércate.

Tócame.

¿Ves que soy Yo?





Esther:

Sí, amado esposo.



Jesús:

Nada temas.

Estás en Mis planes.

Yo proveo tu vida.

Tú no entiendes ahora, pero déjate guiar.

¿Has visto cuantos detalles tengo contigo en tu vida ordinaria?



Esther:

Sí, claro que sí.

Y me digo…

“!Es Él, mi Jesús!”



Jesús:

Pues, sabe, que no te dejo ni un instante sin protección.

Llevo Mis alas abiertas sobre ti.

¿No notas Mi protección y Mi calor?

Igual que tú te entregas a Mí con tu gran pobreza, Yo me entrego a ti con Mi gran poder.

Confía en Mí.

Confía en Mí.

Soy tu providente.

Soy tu dulce amor que todo, todo lo quiere para su amada.

¿Por qué dudas de Mí?

Si todo lo veo, si todo lo oigo, si todo lo sé.

Me duelen tus dudas.

Me siento abandonado por ti, dulce amor.

¿No has percibido suficiente amor por Mi parte?

¿Te ha faltado algo desde Nuestra unión?



Esther:

No Señor.

Has provisto todo.



Jesús:

Necesitas paciencia.

Tú no eras paciente y quiero que también tengas esa virtud, para extasiarme con Mi criatura.



Esther:

¡Qué grande eres, mi Dios!

¡Y qué pequeña yo, pero qué afortunada de Tu amor!



Jesús:

Hoy quiero todo el día tenerte entre Mis brazos.

Quiero contar contigo para amarte.

¿Me lo puedes conceder?



Esther:

Claro que sí, Jesús.

Yo también lo deseo y quizá más que Tú.

Mi necesidad es mayor que la Tuya porque soy miserable.

Jesús:

No, Mi necesidad de ti es mayor, porque te amo más.

¡Si pudieras olvidarte hoy del mundo y pensar sólo en Mí…!

Sería dichoso por hoy.

Necesito tus amores, tus delicadezas, tu dulzura.

¡No sabes qué solo Me encuentro!

¡Si supieras de Mi tristeza…!

Yo soy “El no amado” por muchos corazones.

Por eso, las pocas almas que me aman como tú, Me mueven a entregarme por completo, como Me entregué en la cruz.

¿Qué más te puedo dar, mi dulce amor?

¿Mi cuerpo?

Ya ha sido inmolado.

¿Mi alma y Mi divinidad?

La tienes diariamente en la comunión.

¿Mis consejos?

Mi Santo Espíritu vive contigo.

Todo te lo he dado.

Todo es tuyo, amada Mía.

A cambio sólo quiero tu mirada de ternura para Conmigo.

Para Mi humilde corazón, que es tan sensible, que necesita de vuestro amor.

¡Si pudieras por un segundo conocer Mi corazón…!

¡Sólo entonces desearías consolarme!

Consolarme, consolar Mi desamor.

Pero aún es una carga muy pesada para ti.

Aunque ya te he hecho ver cuán desolada se queda el alma no amada.

Tú Me puedes comprender.

Sabes que es un dolor semejante a la muerte.

¿Verdad?

Ese dolor lo tengo por Mis almas que no Me quieren.

Y no las puedo forzar a que Me amen.

No es Mi plan.

El amor verdadero es el que sale del corazón, no el que se exige.

Y tu amor sé que sale de lo más profundo de tu ser.

Por eso te necesito tanto.

Porque en almas como la tuya Me siento en descanso, siento que ha valido la pena la creación del mundo.

Y cuando sé de tanto odio, de tanta tortura entre Mis hermanos, corro veloz, como un niño herido a reconfortarme en tu corazón y en otros pocos que Me aman de verdad.

¡Cuánto dolor!

¡Cuánto desamor!

¡Consuélame tú, que eres tan dulce!

¡Hazme sentir Dios!

¡El amor!

¡El todo bondad!

¡Cuídame!

¡Bésame siempre que quieras!

¡Yo lo deseo!

Acaricia Mi rostro herido por golpes y salivazos.

Dame tú un pequeño beso de consuelo ante tanto dolor.

Tu beso me hace perdonar tanta maldad.

Tus besos son Mi delicia.

Son Mi fuerza.

Son Mi descanso.

No cambies.

No te importe lo que digan de ti.

Sigue besando y curando con tu amor Mis profundas heridas del pecado de los hombres.

No quieras razonar todo esto.

Sólo AMAME.

Te necesito.

Mucho más que tú a Mí.

Te amo, esposa y dulce Esther.



7 Abril 2008



Esther:

Jesús, con toda confianza acudo a Ti para que me expliques el sentido del sufrimiento que estoy padeciendo.

Si no lo estimas oportuno, amado Dios, no me lo expliques, pero dame al menos mucha fortaleza, esperanza y PAZ.



Jesús:

Dulce Esther…



Esther:

Señor, déjame que me recline sobre Tu corazón porque estoy necesitada del bálsamo de Tu amor que cura mis heridas.



Jesús:

Te miro con mucho amor.



Esther:

Estoy angustiada y con una profunda tristeza.



Jesús:

Esther, Esther…

Mujer de poca fe…



Esther:

Sí, Señor, muy poca fe.

Auméntala Tú.

Dame esa gracia.

La fe sustenta mi vida y cuando decae, Jesús, me siento morir de tristeza.

Siento también que no soy útil para Tu reino.

Que no hago nada que Te sea útil.

Que no salgo de mi tristeza y de mi parálisis.



Jesús:

Espera, ten calma.

Primero tengo que darte Mi calor de enamorado.

No podemos hablar en tanta tu desolación.

Cálmate en Mis brazos.



Esther:

Sí, Señor.

En ellos me derrumbo de impotencia.

Serena mi corazón con Tu serenidad.

Acógeme con ternura, como a cerámica quebrada, y recomponme.



Jesús:

Sólo te falta fe en Mí.

Sólo eso.

Todo está en Mis manos.

Yo dirijo tu vida…

¿De qué te preocupas, pues?

¿No sabes que soy Yo quien te llevo por este camino?

¿No ves que Yo dispongo los acontecimientos?

¿No ves que te miro con amor?



Esther:

¿Qué hago entonces para estar más alegre?

¿Para gozar de Tu alegría?



Jesús:

Descansar en Mí.

Sólo así encontrarás la paz.



Por la noche, ya en la cama, yo luchaba porque mil cosas me impedían estar unida a Jesús.

Yo le decía:

“Quita de mis pensamientos tanto estorbo y haz desaparecer el velo que te oculta, Jesús”.

Era una situación tensa y ansiosa.



De repente se me dijo:

 ¡TRANQUILA!



Y entré de golpe en mucha paz.

Se me ralentizó la respiración y los latidos del corazón.

Supe que había sido la voz de Dios por los efectos inmediatos de esa palabra.

Le di muchas gracias al Señor.



9 Abril 2008



10, 38 a.m.



Esther:

¡Buenos días, mi amada y santa Trinidad!

Te doy gracias por la vida y por todo lo que no soy consciente de que me regalas.

Mi hijo no se encuentra bien.

Lo está pasando mal y necesitamos ayuda del cielo.

Yo, Señor, CONFIO EN TI.

¿Quieres Tú, amado Jesús, decirme algo esta mañana?

Sólo si Tu lo deseas, porque sé a ciencia cierta que ya estás en mi corazón y que estamos custodiados por Tus ángeles.

Te amo, Jesús.

Me levanto llena de amor por Ti y me duermo acurrucada en Tu santo corazón.

No es un camino de rosas mi vida, dulce Señor, pero a pesar de que voy subiendo hacia el calvario, me sé fortalecida por Tu presencia y Tu amor.

Yo, Señor, no entiendo apenas nada de Tus actuaciones.

Pero hoy me alegro de no entender porque al ser Tú tan sabio y ser Tus caminos tan perfectos para mí y para mi hijo, es muy preferible que Tú nos dirijas.

Yo no veo ni por donde voy, pero hago una entrega total de mí, a Tu cuidado amoroso.

Me siento muy pequeña, y Tú eres mi Padre.

Llévanos en brazos, Jesús, mientras caminas.

Y danos tiempos de sueño en Tus entrañas para descansar sin angustia.



Jesús:

¡Si pudieras ver con cuánto amor te mira Mi corazón!

¡Si pudieras palparme!

Guarda ante Mí, el más profundo silencio.

Así me oirás.

Sé de tu dolor y del dolor de tu hijo.

No os preocupéis.

Yo os cuido permanentemente.



Esther:

Miro los árboles, Jesús, y veo Tu huella en cada hojita.

Yo también soy huella de Tu amor.

Todos Tus hijos son mis hermanos.

Enséñame a amar a mi prójimo como a mí misma, sin prejuicios, sin nada que no sea verte a Ti en los demás.

Quiero saber amar para darte gloria, Jesús.

Y aún no sé amar.

Haz que en mi corazón quepan todas las criaturas, como ocurre con el Tuyo.

Que en nadie deje de ver Tu rostro.



Jesús:

¿Sabes…?

Me deleita conversar contigo.

Traes la dulzura a Mi corazón.

Quiero que lleves esa misma dulzura y delicadeza a Mis almas.

Yo me complazco contigo.

Eres niña.

Eres tierna conmigo.

Te acurrucas en Mí y Yo…

¿No voy a quererte?

Me deshago de ternura contigo.

Te busco porque eres blanca.

Me siento en la obligación de corresponderte con la misma ternura.

Cuando Me puedas abrazar será una delicia y colmaremos Nuestras ansias de unión.

Cuando eras pequeña, te amaba tanto ya, que te traje una noche a Mi corazón y experimentaste un rayo de Mi ser.

A veces, a ciertas almas, les hago gustar Mi ser.

A ti te elegí para ello.

Y tu corazón ha vuelto a ser el de aquella niña que tanto me amaba.

Yo te necesito ardientemente.

Te llevo sellada en Mi ser.

Te busco Yo a ti.

Mi preciosa.

Te quiero a Mi lado.

Me haces feliz con toda tú.

Es cierto que estamos enamorados.

No sientas ni vergüenza ni miedo.

Yo me enamoré de ti antes que tú de Mí.

Te miré y vi.

Dije:

Amo la pureza de su corazón.

La cuidaré para embellecerla hasta que, libremente, se entregue a Mí, su enamorado.

Y te regalé grandes pruebas en esta vida, grandes tribulaciones y enormes sufrimientos.

También te di la gracia para soportarlos.

Y fuiste creciendo en virtud y en amor.

Y ahora, alma amada, puedo hacerte Mi esposa.

Yo me abajo a tu corazón, para que tú subas al Mío.

Lleva nuestra unión en tu vida interior.

Sabe que Yo te cuido como esposo.

Que no estás sola.

Que voy, en todo, delante de ti.

Que doy Mi vida por la tuya.

Y que todo lo puedo.

Ahora, abrázame y siénteme.

Goza de Mi luz y de Mi suavidad.

Nada te importe más que Nuestra unión.

Yo proveeré para ti, todo lo que necesitas.



18 Abril 2008



23,30 p.m.



Esther:

¡Oh, Jesús!

Te amo y te adoro.

Me ayudas en todo.

Mi hijo está en la calle con sus amigos.

Cuídalo Tú, amado Padre.

Yo desde aquí, sólo puedo rogar por él, pero Tú estás junto a él.



Jesús:

¡Oh, Esther…!

Te amo con locura.

Eres el descanso de Mi corazón.

Si el sacerdote te dijo que tú, al estar falta de afecto, me preguntabas constantemente si Yo te amaba, puedes decirle que YO, AMOR PURO, soy el que te pregunto constantemente a ti y a todos vosotros si Me amáis.

Es una pregunta entre enamorados.

Es una pregunta necesaria en el amor.

Así que, pregúntame cuantas veces quieras si Yo te amo.

Porque estaré feliz de decirte:

TE AMO HASTA LA LOCURA, HASTA LA CRUZ.



Esther:

¡Oh, Señor, eres tan precioso!

Es bellísimo Tu rostro, Tu semblante.

TU ERES EL AMOR.

Es cierto…

¿Cómo me puede decir el sacerdote que Tú eres mucho más pudoroso que como te manifiestas a mi?

No puede existir más pureza que la Tuya.

Pero Tu pureza está impregnada de amor y la suciedad sólo puede estar en los ojos de quienes, desde fuera, pueden observar nuestro amor.



Jesús:

Yo, Esther, soy el Amor.



Esther:

T DE ABRIL DE 2008..8.e conced elegido rey visigodo

tivomitivos

sos como el peligro que dicha libertad podu mirada, Jesús, embelesa a las almas.

Tu mirada es límpida y misericordiosa.

Estoy profundamente enamorada de Ti.



Jesús:

Deseo tenerte entre Mis brazos como a una esposa.

Yo soy esposo de todos vosotros.

Yo cuido.

Yo protejo.

Soy fuerte.

Soy niño entre los brazos de Mi amada.

No cerréis las puertas a Mi amor.

Es un amor loco y apasionado por Mi criatura.

Di a todos que os amo.

Grita tú Mi voz.

Grita Mi locura por vosotros todos.

Mi corazón no puede continuar en silencio.

¡Si supierais cómo me estremezco de amor por vosotros!

Es un amor apacible y potente.

Es un dulce beso de ternura y a la vez una posesión de todo vuestro ser.

Es realmente una locura para vosotros.

Pero dejadme hacer.

Dejadme entrar en vuestros corazones.

Invadiré todo, iluminaré todo, sanaré todo.

Soy todo lo que ansiáis.

Soy vuestra plenitud.

¡Cuánto amor siento por vosotros…!

Quiero poseeros, haceros Míos.

Quiero que Me dejéis entrar.

Quiero vuestro corazón para daros el Mío.

Es un intercambio.

Quiero cambiaros el corazón para que el mundo cambie.

¡Dejaos hacer!

Os lo ruego con humildad y con total necesidad.

Mi gran amor por vosotros Me lleva a suplicaros.

Por favor, venid a Mí.

Venid a Mi corazón de paz.

Venid que os abrace.

Os necesito.

Os amo.

Nunca tendré lo bastante, salvo que os entreguéis por completo a Mí.

Soy vuestro Padre.

Mucho más que un Padre.

No os olvidéis de Mí.

Yo nunca me olvido de ninguno de vosotros.

Os lo repito: OS AMO.



20 Abril 2008



18,45 p.m.



Jesús:

Necesito que estés dispuesta y pronta para cuando Yo te llame.



Esther:

Sí, Jesús, pero ayúdame en mi pereza y en mi comodidad.



Jesús:

Comer y beber en demasía, te hace perezosa.



Esther:

Señor, me da un poco de miedo que me regañes.



Jesús:

No te regaño, te corrijo.



Esther:

¿Qué quieres, Señor, de mí?



Jesús:

Quiero que domines tus apetencias, no que ellas te dominen a ti.



Esther:

¿Y, cómo, Señor, si no tengo la suficiente fuerza de voluntad?



Jesús:

Tienes Mi gracia.

Mírame en tu esfuerzo y encontrarás Mi fuerza.

Hasta ahora te he pedido cosas pequeñas, como a una niña.

Quiero pedirte más.

Cada cosa que te pida el cuerpo, ponla en cuestión.

Párate y lucha si es más de lo que necesitas (comer, dormir, beber, caminar…).

No quiero de ti una niña débil.

Quiero una niña recia y valiente.

Con esto entrarás en una mayor libertad del alma y estarás más cercana a Mí.

Niégate los caprichos, las apetencias.

Ofréceme todo y Yo te recompensaré.



Esther:

Señor, son muchos los apegos y las esclavitudes corporales.

Nunca me he puesto en serio con ellos.

De mí, Señor, lo temo todo, pero sé que Tú eres fortaleza para mi debilidad.

CONFIO EN TI.

AYUDAME A DARTE GLORIA CON LO QUE ME PIDES.



Jesús:

Te daré fuerza.

Cuenta con Mi gracia para hacerte crecer.

No quiero, que una simple apetencia, domine sobre ti.

Yo te he hecho libre y libre has de ser.

Sé esclava sólo de Mi amor por ti.

Que no haya otro señor para ti.

No le des culto a tu cuerpo.

Todo lo contrario: domínalo con Mi ayuda.

Te sentirás enormemente feliz.

Y Yo quiero tu felicidad.

Pídeme en la Eucaristía que venga en tu ayuda.

Y lo haré.

Todo esto que te pido, Esther, es por Mi gran amor por ti.

No te quiero esclava, te quiero libre.

Lucha con todas tus fuerzas para agradarme.

Vence tus tendencias a la comodidad y al letargo.

Sé una atleta ante Mí, siempre pronta, siempre dispuesta.

Y para ello tienes que comenzar a entrenarte fuerte venciendo deseos carnales.

Los dos vamos juntos en esto.

Acude siempre a Mí en tu debilidad.

Y no te angusties.

Los frutos los verás pronto.

Y serán muy sabrosos.

Serán frutos de humildad, paciencia, entrega, alegría, paz…

Frutos preciosos para tu alma.

No te desanimes.

Hasta los ángeles estarán ayudándote.

Apóyate en Mí y todo te será fácil.

Nuestra Madre se encargará de estar íntimamente contigo en esta carrera contra ti misma.

Nuestra Madre es el ejemplo de la renuncia a Sí misma, de la abnegación absoluta.

Nuestra Madre es la criatura más libre del universo.

Imítala a Ella.

Sé tú Su reflejo.

Que cuando Yo te mire, pueda decir:

Te pareces cada vez más a Nuestra Madre.

Pídele a Ella consejo en todo.

Únete a Su amor por ti.

Yo os miraré complacido y derramaré Mi gracia y Mi bondad.

Nada temas, nada te preocupe.

CONFIA EN MÍ.



21 Abril 2008



Me despierto a media noche con un sueño extraño en el que yo oraba apasionadamente a Dios, bendiciéndolo y dándole gracias.

Extrañada por el sueño, que ya se me ha repetido varias veces, le digo a Jesús:

Fíjate, que hasta de noche me instruyes como dice un salmo.



Y Jesús me contesta:

No eres tú la que ora, es el Espíritu Santo el que ora en ti por la noche.



22 Abril 2008



Jesús:

¿Tú crees en Mí?

¿Crees en Mi poder?



Esther:

Sí, claro que sí creo, Señor.



Jesús:

Pues sigue en esa fe.

No te fallaré.

Nunca.



Esther:

¿Y por qué todo es contrario en los acontecimientos exteriores?



Jesús:

Para purificar tu fe.

Privarte de lo que te dicen tus sentidos y vivir de fe.



Esther:

Pero Tú también quieres el sentido común.



Jesús:

¿Cuál es el sentido común?

Vuestros pensamientos son muy pobres.

Yo lo veo todo.

No os preocupéis.

Cree contra toda esperanza, como Abraham.

Soy Yo quien te habla.

No tengas miedo.

No dudes.

Quiero probar tu fe en Mí.



Esther:

Las tentaciones contra la fe son enormes, Jesús.

Y las tengo.

Y me parecen muy razonables.

Y no sé si son tentaciones o sentido común.



Jesús:

Yo soy el Dios de los imposibles.

Yo salgo fuera del sentido común.

Cuando pido a un alma la fe, tiene que saltar por encima de todo, incluso por encima del sentido común.

¿Qué le diría a Abraham su sentido común?

¿Y el de todos sus allegados?

Que Mi promesa estaba fuera de todo sentido común, y de toda lógica.

Y Mi Madre…

¿Razonó con sentido común o dijo: “Dios mío, hágase en Mí según Tu palabra?

Y ocurrió el milagro.

Así tú, Esther, así tú.

Te pido una fe similar.

Y permito tus dudas de sentido común para que las venzas y digas:

 “Mi Señor está por encima de mi sentido común, por encima de la opinión de los demás, por encima incluso de los corazones”.

Porque Yo los voy llevando según Mi designio.



Esther:

POR FAVOR, AUMENTA MI FE.

POR FAVOR, INUNDAME DE TU ESPIRITU SANTO, COMO A LOS APÓSTOLES, QUE PERDIERON TODO EL MIEDO Y CREYERON EN TU PODER Y EN TU FUERZA.



Jesús:

La fe la regalo.

Sólo tenéis que pedírmela con humildad.

No la niego a ningún alma.

Basta mirarme y pedírmela.

Fortaleceré tu fe.

No te preocupes.

Fortaleceré tu corazón.



Esther:

¡Señor Jesús!

¡Qué pobreza la mía!

Sólo Tú eres mi fuerza.

Tú eres mi luz.

¡Qué lucha interior sostengo contra mí misma, amado Jesús!



Jesús:

¿Crees en las maravillas que hice con Mi pueblo?

¿Crees de verdad?



Esther:

Sí, Señor, creo.



Jesús:

Las mismas maravillas te esperan a ti, si crees.

Incluso aunque te falle la fe, puesto que es Mi promesa contigo.



Esther:

Al hablar Contigo, Señor, me refuerzas la fe.



Jesús:

Yo soy la verdad.

Yo soy tu camino.

Y tú estás en Mí.

Tú participas de Mi verdad.

Y no tengas miedo porque Yo no me enfado por tus dudas.

Entran en el camino de la fe.

Lo importante es vencerlas apoyándote en Mí.

No intentes razonar Mis acciones.

No podrías comprenderlas con tu lógica.

Te perderías en disquisiciones.

Esa es la fe que exijo:

Creer sin ver, sin palpar, sin entender con vuestro “sentido común”, cómo actúo Yo.

Piensa por un momento:

¿No soy Yo dueño de todo?

¿No controlo hasta las hojitas de los árboles cuando se caen?

¿No tengo en Mis manos la vida y la muerte?

Si crees esto, cree en lo imposible para ti y fácil para Mí.

Lo que a tus ojos es un imposible, para Mí se hace y se cumple con Mi solo pensamiento.

Permito en tu alma el claroscuro.

Así pruebo tu fe.

Y deseo que te lances de una vez, o constantemente, con actos de fe, a Mí.

Y me digas:

¡Señor, Tú lo puedes todo!

¡Tú eres dueño de los acontecimientos!

¡Creo en Ti!

Además, fíjate el secreto que te voy a decir para tu mayor felicidad:

Cuando das el salto de la fe, dejas de sufrir tanto como sufres.

Lo abandonas todo en Mí y te liberas de la imaginación que tanto os hace sufrir.

Entráis en Mi reino con el acto de fe.

Comenzáis a vivir en la paz de Mi corazón.

Es un abandono total de ese asunto en Mis manos.

Y en Mis manos, nada se extravía, nada se malogra.

CONFIA EN MÍ.

CONFIAME DE UNA VEZ POR TODAS ESTE ASUNTO.

DEJA YA DE SUFRIR, DE ELUCUBRAR.

ABANDONATE EN MI PROVIDENCIA.

MÍOS SON LOS TIEMPOS DEL CUMPLIMIENTO.

DÉJAME A MÍ ESTA LABOR.

NO HABRÁ FALLO ALGUNO.

TE AMO.

NO TE PREOCUPES POR NADA.

YO VELO POR TI DIA Y NOCHE.

DESCANSA EN MI PLENITUD, DESCANSA EN MIS ENTRAÑAS DE MISERICORDIA Y DE BONDAD.

VIVE EL DIA EN ALABANZA A MI NOMBRE.

ES LA ORACION MÁS AGRADABLE QUE PODEIS HACER.

Veas lo que veas, ocurra lo que ocurra, ALABA MI SANTO NOMBRE.

Únete a los ángeles en tu alabanza.

Fíjate, los ángeles están en Mi presencia y Me sirven.

Pero tú, cuando Me recibes en la comunión, te fundes con Mi ser.

¡Qué grande es esto!

Dios y tú, hechos UNO.

Es importante que medites esta gracia.



Dios Padre:

Dios ama tanto a su criatura que no se conforma con la cercanía.

Desea mucho más.

Desea hacerlo Dios, parte de Dios.

Todos vosotros sois parte de Dios.

Parte real de Dios.

Parte insustituible de Dios.

Y todo el universo os sirve, como sirve a Dios.

¡Es tanto Mi amor!

¡Es algo incomprensible para vuestro pequeño corazón!

Incomprensible pero real.

¡Mira a Mi Hijo Jesús!

Intenta comprender Mi amor por vosotros en la entrega, por amor, de lo más precioso a Mis ojos:

Mi amado Hijo.

Él también, como María, dijo:

Sí.

Y bajó a la tierra para transmitiros Mi único mensaje.

Un mensaje que lo engloba todo:

ME MUERO DE AMOR POR VOSOTROS.

SOY VUESTRO PADRE Y NECESITO A MIS HIJOS.

UN PADRE NO ESTÁ PLENO SIN SUS HIJOS.

YO OS QUIERO JUNTO A MI.

Y como sois pequeños en todo, os di los mandamientos para que no os perdierais, os di a Moisés y a los profetas para guiaros hacia Mí.

Y Mi amor por vosotros, pese a todas las infidelidades, es tan alto, que envié a Mi hijo Jesús con los brazos abiertos a toda la humanidad para atraeros a Mí.

¿De qué preocuparos si os tengo tanto AMOR?

Pase lo que pase con la vida de cada uno de vosotros, SABED QUE YO SOY quien os la guarda.

Dejaos en Mis manos.

En ellas sólo hay AMOR.

¿Cómo decíroslo para que penetre Mi deseo en vuestros corazones de roca?

OS AMO.

OS AMO ETERNAMENTE.

QUIERO QUE GOCEIS CON MI GOZO.

QUIERO VUESTRA PLENITUD.

PORQUE EL PADRE ES FELIZ DE DAR SU PROPIA ESENCIA AL HIJO, COMPARTIR SU REINO CON EL HIJO QUERIDO, SABER EL GOZO DEL HIJO EN LA COMUNIÓN CON EL PADRE.

Mi reino es vuestro reino.

Todo lo Mío es vuestro porque así lo he determinado por Mi propio amor.

Tomadlo, no os retiréis de Mí.

Que no os engañe este mundo que es pasajero.

Este mundo es sólo el camino para llegar al reino Mío, al reino de vuestro Padre.

Descansad en Mí.

TE AMO ESTHER.

ERES NECESARIA PARA MÍ Y PARA MI REINO.

NADA TE PREOCUPE.

SÍGUEME.



En Mi corazón me entrego por completo al Señor y cumplo todo lo que Él me acaba de decir.

Me abandono del todo a Él, a Sus manos.

Ya soy asunto de Él, no mío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario