viernes, 14 de octubre de 2011

MARZO 2008


21 Marzo 2008



Viernes Santo



Esther:

Amado Jesús, ansío Tu paz, querido Dios.

Busco el silencio porque ahí, si aguzo el oído, puedo escucharte.

El otro día te dije ante el Sagrario:

¡Qué sólo estás, Jesús!

¡Qué poca gente cerca de Tu cárcel de amor acompañándote!

Yo vendré lo más que pueda para estar a Tu lado.



Y Tú me respondiste:

Mi fuego de Amor se calma cuando comulgáis Mi cuerpo.

Deseo y necesito que comulguéis porque es el acto más unitivo que puedo hacer con vosotros.



Esther:

Señor…

¿Tú quieres algo de mí?



Jesús:

Sí, que ames.



24 Marzo 2008



Jesús:

Sí, soy Yo el que te hablo.

Por eso, escucha al sacerdote y demás personas, pero Mi voluntad y Mi designio están por encima de vuestro pensamiento.

Te has mantenido agarrada a Mi y éste último acto tuyo de renuncia a ti misma, Me ha enternecido tanto el corazón que no he podido por menos que decirte abiertamente que soy Yo quien te habla, quien te consuela, quien te llama.

Sé de tu tristeza profunda.

La vivo en Mí.

Pero es necesario este trance y este tiempo.

Aunque no entiendas, confía en Mí.

Premiaré tu entrega a Mi voluntad y seguiré infundiendo Mi propia voluntad en tus deseos como tú misma me has pedido.



Esther:

Señor, inúndame de Tu paz.

Que mi voluntad sea únicamente querer la Tuya.

No dejes de amarme.

Soy única y preciosa a Tus ojos, como me dijiste ayer y quiero que seas feliz conmigo.

Te regalo, Señor, todo mi ser con todas sus potencias.

Te regalo algo que ni siquiera es mío porque yo soy Tu criatura, no me pertenezco.

Por lo tanto, Te me doy a mí misma, aunque Tuya soy desde toda la eternidad.



Jesús:

Sigue así, amada mía.

Sigue siempre en Mi corazón.

Ya formas parte de Mi ser, de Mis íntimos.

A ti quiero confiar Mis pensamientos, Mis delicias, Mis desamores…

Y transparentar Mi alma a la tuya.

¡No te vayas de Mi vida! (Con súplica y tristeza).

No a todo el mundo puedo entregarme así.

Necesito saber que Me recogerás en todo momento.

Yo también necesito tu ternura, tus consuelos, tus caricias.

Recuerda que soy también hombre, por amor a vosotros, y toda persona necesita de abrazos, besos, alegrías, charlas, proyectos comunes que comprartir…

Mírame también como hombre.

Proponme hacer tus proyectos junto a Mí.

Toda empresa que te propongas, hazla Conmigo.

Ofréceme todo, junto a Mí y para Mí, desde la más leve sonrisa que Me dirijas, hasta la entrega y renuncia de tu voluntad.

Todo, hazlo junto a Mí porque Yo supliré lo que tú no puedas y saldrás fortalecida de todo trance.

Reclínate en Mí cuanto quieras.

Sustituye a Juan en Mi pecho.

Yo te abrazaré y te colmaré de ternura.

Nadie te hará sentir tan dichosa como Yo cuando te entregas y descansas en Mí.

Para eso estoy, para estrecharte contra Mi pecho.

Arde tanto Mi corazón, que tu deseo de estar tan cerca, reclinada en Mí, me llena de un inmenso gozo y recibes rápidamente el calor de Mi fuego.

Nunca temas acercarte demasiado a Mí.

Incluso físicamente.

Pídeme que te abrace, que te bese, que te acaricie, que te dé calor por la noche, que te despierte con besos de amor…

No creas que esos deseos salen de ti.

Es Mi necesidad de ti lo que hace que seas tú la que Me lo pida.

Y siendo así, deseándolo tú, Yo me deleitaré en colmarte de atenciones.

¿Sabes?

Eres Mi enamorada, eres Mi dulce tesoro.

¿Cómo no voy a ser celoso de ti, a quien tanto amo?

Soy celoso de quien te quiera arrebatar de Mi lado:

El pecado y la maldad.

Nada temo de lo demás, de que tengas esposo, hijos, buen trabajo, salud, amigos…

Mi felicidad es verte feliz y sé que eres feliz con tu vida llena.

Pero quiero ser siempre tu centro, tu eje.

Que todo converja en Mí.



Esther:

No tengo palabras, Señor para bendecir Tu Santo nombre.

Dame humildad y pequeñez para que nuestro Padre tenga a bien revelarme Su ser para darle yo mayor gloria.



30 Marzo 2008



Domingo de la misericordia.



Hago una oración de entrega completa hacia Jesús, renunciando a todo lo que no sea Su voluntad.



Jesús:

¿Qué te pasa, Esther?



Esther:

Pues Señor, me siento sola.

Hay veces, amado Jesús, que vivo sumergida en Tu amor y nada del mundo me importa.

Pero otras veces, como hoy, tengo la sensación de una gran soledad y desorden en mi vida.



Jesús:

Amada mía.

Yo vivo en ti…

¿De qué te preocupas entonces?

Todo lo que vives, lo vivo Yo en ti.

No soy ajeno a nada de tu vida.

Sé que tienes nostalgia del amor.

Vive en silencio tu soledad junto a Mí.

Sólo en esta gran soledad puedes estar en tan alta intimidad Conmigo.

Y Yo deseo estar junto a ti.



Esther:

¿Cómo Señor soy tan torpe para las cosas del cielo y tengo tan poca fe como para hundirme de cuando en cuando, si Tú estás tan atento conmigo, cosa que ya he comprobado multitud de veces?

Jesús:

Eres pequeña aún.

Necesitas mucho estar recogida en Mis brazos.

Estamos siempre juntos porque eres pequeña.

Y Yo amo a los pequeños.

Cuanto más pequeños os hacéis, más necesitáis estar en los brazos de vuestra madre.

Y Yo soy tu Madre y tu Padre.

Yo soy quien te ama de verdad.

Yo te llamo a Mi presencia casi constantemente.

No eres tú quien Me busca, soy Yo el que te llama para que vengas.

¿Sabes?

Me complace tu vida sencilla.

No me pasa por alto ni un solo acto tuyo de amor hacia Mí.

¡No sabes cómo te amo!

¡Cómo me deleito en ti!

No tengas miedo.

HE RESUCITADO.

Soy la vida para ti.

Vivo en ti, me complazco contigo, te bendigo con Mi paz, lo que me pides te lo concedo…

¿Por qué temes?



Esther:

Temo a la enfermedad, al desamor….



Jesús:

Si te visito con la enfermedad, te daré la gracia de bendecirme por estar enferma.

En el desamor humano, supliré con creces tus afectos.

Nada ha de preocuparte desde ahora.

Sabes que Me tienes en todo momento.

No tienes que pedirme audiencia.

Yo a veces sí que la tengo que pedir con vosotros, y esperar a que en algún momento tengáis tiempo para Mí.

Sin embargo, Yo dispongo de toda la eternidad para ti, para escucharte, para guiarte y para amarte.



Esther:

¿Por qué, Señor, tengo tantas debilidades y tantos defectos?

¿Por qué no me libras de ellos?



Jesús:

Si te librara de ellos te alejarías de Mí.

Una sola debilidad te hace llamarme en tu ayuda.

Y al llamarme, siempre vengo.

No quieras ser perfecta.

Mejor, quiere ser santa.



Esther:

Pero Señor, en la Biblia Tú dices:

“Sed perfectos como Mi Padre celestial es perfecto”.





Jesús:

Ninguno de vosotros puede llegar a ser perfecto.

Sabiendo esta imposibilidad, no obstante, tenéis que aspirar a la perfección.

Y esa aspiración, esa lucha por ser cada vez más perfectos (nunca totalmente, pues perfecto sólo es Dios) es lo que os hace santos.

En el camino de santidad, cada vez verás que eres más imperfecta.

Tus hermanos los santos jamás pensaron que eran santos, todo lo contrario.

Su propia santidad les hacía verse como los más miserables a Mis ojos.

Pero Yo veo mucho más allá.

Y esa gran miseria que tú ves en ti, es lo que mueve Mi misericordia.

Para Mí, no eres como tú te ves.

No eres miserable.

Al reconocer tu miseria te haces grande ante Mí y te engalano de belleza.

Mis ojos no son vuestros ojos, Mi mirada es de amor y la vuestra es sólo de apariencias.



Esther:

¿Y cómo saber Jesús, si todo esto me lo estás diciendo Tú?



Jesús:

¿Tienes paz en el corazón?



Esther:

Sí, Señor, tengo paz.



Jesús:

Esa paz es Mi sello.

Sé más sencilla aún que hasta ahora.

No quieras pedir más signos que la paz.

Confórmate por ahora, con la dulzura de Mi Espíritu.



Esther:

¿Quieres decirme algo más, Jesús?



Jesús:

Sí, que te amo.

Que estoy en todo momento en ti.

No te digo junto a ti, sino en ti.

La comunión hace que ya no seas tú sino Yo quien vive en ti, quien piensa tus pensamientos, quien inspira tus acciones y tu amor.

No podría ser de otra manera.

Un alma en gracia es otro Cristo.

Y ahora te pido que no dejes de comulgar Mi cuerpo y Mi alma.

Mi divinidad se hace tuya con la comunión.

En ti puedo tallar Mi propia imagen.

Desde dentro.

Mi obra es interior, trabajo de dentro hacia fuera.

Pero una vez avanzada la obra, puede apreciarse toda su belleza desde el exterior.

Mis esculturas son infinitamente más bellas por dentro que por fuera.

Por eso, cuando ya alguien destella por la belleza exterior, Mi obra interior está muy avanzada.

Déjate tallar interiormente por Mí, en nuestra soledad y nuestro silencio amoroso e íntimo.

No te puedes imaginar cómo te amo.

Eres Mi única.

Cada uno de vosotros sois Mi único.

Nadie es reemplazable para Mi corazón.

Todo el universo está hecho para cada uno de vosotros en particular.

Toda Mi humanidad es un regalo personal para cada uno.

Todo volvería a repetirlo por uno solo de vosotros que lo necesitara.

No soy un Dios de un pueblo, soy un Dios muy personal.

Tan personal que la comunión, que es la unión que Yo deseo con vosotros, no puede ser compartida.

Me hice alimento porque el alimento no puede compartirse como otras cosas de la tierra.

Mi alimento da la vida individualmente.

El que Me come, vive.

Quien rechaza la comunión va muriendo.

Yo os dije:

“Yo soy la Vida”.

Y me tenéis a diario para coger Mi Vida y vivir vosotros.

Es Mi mayor entrega.

No despreciéis nunca el comulgar por la pereza de ir a la Eucaristía.

¿No venceríais mil obstáculos si con recibirme os sanara de todas vuestras dolencias?

Pues no solamente os sano sino que nos hacemos Uno, como Mi Padre y Yo somos Uno.



31 Marzo 2008



Esther:

Amado y siempre delicado Jesús, aquí me tienes para Ti, para amarte y consolarte.

Para besarte incesantemente y hacer que olvides aquel falso beso de Judas.

Puedo besarte yo todo el día hasta caer rendida por el sueño.

No me cansaré de besar todo Tu ser con tal de que olvides aquel beso traidor y no eches de menos a quienes no te besan.



Jesús:

Me llena tu amor y tu intención de llenar Mi corazón.

Descansa en Mí.

Al dirigir Mi mirada a la tierra, te busco a ti, tan pequeña, tan insignificante para el mundo.

Tu luz brilla ante Mis ojos y voy rápido a recibir toda tu ternura.

Me hago pequeño en ti.

Me siento cuidado y protegido en tu corazón.

Sé que me defenderías.

Yo también necesito tu corazón.

No te asustes de Mis frases de amor.

No te de vergüenza recogerlas por escrito.

Soy transparente para ti.

Puedo decirte y deseo comunicarte tanto amor.

Tú sabes recogerlo y guardarlo.

No temo tu traición.



Esther:

Que sea como Tú dices, Jesús, pero soy débil y puedo fallar.



Jesús:

Pues Yo confío en ti, amada mía.

Si me fallas no será por falta de amor.

Y Yo, sabiendo de tu amor, disculparé cualquier falta, cualquier debilidad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario