sábado, 15 de octubre de 2011

ENERO 2010





1 enero 2010



Por la mañana.



Esta mañana he llorado mucho porque le he propuesto a Jesús un trato diciéndole que me quite la enfermedad.

Y que yo se lo cambio por hacer siempre Su voluntad.

Y le he dicho:

Jesús, piénsatelo por si te interesa este trato.

He comenzado a leer a Sor Faustina y me he derrumbado porque ella era tan buena que siempre quería sufrir.

Y además me salían frases como que el Señor no aceptaba el trato.

De repente me he sentido muy indigna ante Jesús, porque he pensado que soy una cobarde.

Que no lo amo lo suficiente como para haberle dicho que me quite esta enfermedad, que no soy digna de nada porque evito sufrir tanto.



Al rato, el Señor me ha dicho:

Esther, no Me ha ofendido nada lo que Me propones.

Deja de llorar.



Yo, sorprendida le he preguntado cómo es eso posible si yo sé que soy muy cobarde para este tipo de sufrimiento.



Y me ha dicho Jesús:

Me has tratado como a un íntimo y eso Me complace mucho.

Y ha añadido que yo le he propuesto un trato muy pequeño, que Él es mucho más generoso de lo que yo le pido y que espere y veré.



Le digo:

¿Por qué Jesús, me dices que no te ha ofendido mi actitud?



Y me dice:

Has demostrado ser humilde porque te das cuenta de que no tienes fuerzas para nada.

Has reconocido que soy Dios porque has acudido a Mí para pedirte que te sane.

Has mostrado mucha confianza porque un trato así solo se puede hacer con alguien íntimo a quien le abres tu corazón y Me has tratado como al más intimo tuyo.

Has sido niña y no prepotente.

Has sido ante Mí una niña torpe, débil…

Y al final de todo, cuando creíste que Yo no aceptaba tu trato, te has arrepentido por si en algo Me habías ofendido, y me has dicho:

“Señor Jesús, haz conmigo lo que quieras.

Acepto todo de ti.

Y mira, Jesús, la parte mía, la que yo te había ofrecido como mi contrapartida en el trato, te la voy a dar aunque Tú no me des lo que te pido: cumplir siempre Tu voluntad si me das la gracia”.



Entonces el Señor me ha dicho que está muy contento conmigo, que no me preocupe, que no lo he hecho mal.

Y yo le agradezco mucho a Jesús que me trate con tanta benevolencia.

Y es que como Él me ama mucho, no quiere ver mis defectos.

Me los tapa y me los cubre para que yo no sufra.

Pero sé que soy muy cobarde para el sufrimiento.

Jesús también me ha dicho que Él sabe mis fuerzas, que yo no me preocupe por eso.



Y yo le he dicho:

Señor, pero es que Tú me has pedido que sea víctima de amor.

Y eso no es más que sufrir y sufrir y sufrir en el cuerpo y en el alma.



Y me ha dicho Jesús:

NO.

Te equivocas.

¿Tú eres capaz, Esther, de llevar Mi amor a todas las criaturas?

¿De abrazarlas, besarlas, consolarlas, escucharlas y hablarles de que Yo soy el Amor?



Y le he contestado:

Sí, mi Señor.

De eso sí me veo capaz porque abrazo a la gente, porque no me cuesta hablar de Tu amor y además sale de lo más hondo de mi corazón.



Y me dice Jesús:

Pues eso es lo que Yo quiero de ti.



Y he tenido la idea (no ha sido palabra de mi Señor) que voy a estar muy fuerte de salud para recorrer el mundo hablando del Amor de Dios.

Gracias Jesús por todo.



2 enero 2010



20,38 p.m.



He visto la película “La Palabra” y me ha impactado muchísimo porque es sobre la fe.

Y la fe hace milagros.

Me he recogido mucho en el Señor y estoy aquí conversando con Él y le estaba diciendo:

“Señor, yo quiero abandonarme a Ti.

No sé siquiera qué es abandonarme a Ti.

Pero si consiste en que mi corazón se lance entero a Ti, a Tus brazos, a depender de que Tú me sostengas…

Entonces me abandono a Ti”.



Y me ha dicho Jesús:

Esther, necesito tu fe.



Le he pedido al Espíritu Santo que venga a esta pobre alma tan amada por Dios.

Le he pedido a la Virgen María que mientras hablo con Jesús, Ella me cubra por completo con Su manto.

Y yo me he ido al pecho de Jesús y me he recostado en Él para descansar.

Y Él me ha abrazado.



Jesús:

Querida hijita, pequeñita entre las pequeñitas, asustada, temblorosa…

Ven y siente que echada sobre Mi pecho, no hay temor.

Ve aprendiendo a descansar profundamente en Mi regazo.

Olvídate de cualquier preocupación y quita de ti cualquier pensamiento que no sea Yo.

Si, Esther, te dije algo que hoy mismo has leído.

Vivo permanentemente en ti.

Mi humanidad y Mi divinidad se gozan de habitar en tu alma.

Nos tratamos tan íntimamente porque vivimos fundidos el Uno con el otro.

Tú no sufres sin que Yo haga Mío tu sufrimiento.

E igual con el gozo.

Cuando gozas, Yo exulto de alegría en ti.

Yo vivo en ti.

Y en toda alma que quiera cobijarme como tú.

Muchas veces, Esther, Mi humanidad llega a quedarse dormida en tu corazón, porque encuentro en ti tanta ternura, que todo Mi ser descansa como un niño pequeño.

Otras veces voy a ti como Mi amada, donde el esposo encuentra Su descanso, le cuenta los secretos de Su corazón y ella participa de los tesoros de su Rey.

Di al mundo, Esther, que no es exclusiva Mi actitud contigo.

Di que Yo deseo habitar en todos Mis hijos como en ti, y que no me importa que tengan defectos ni que hayan pecado gravemente, porque al habitar Yo en ellos, calmaré y colmaré todas sus inquietudes.

¡Venid!

¡Venid a Mí!

¡Venid a Mis brazos, pequeños Míos!

¡Venid que Mi corazón ardiente os de calor de vida!

¡Venid que os consuma de Amor!

Alma Mía querida, tengo en Mi corazón muchos tesoros para ti.

Ten paciencia y espera a recibirlos porque en Mi corazón está fijado el momento exacto para entregarte cada uno de ellos.

Has de prepararte para ir recibiéndolos.

Créeme, que soy un esposo rico y deseoso de colmarte de todo tipo de bienes, celestes y terrestres.

No te asustes de Mí.

Nunca te asustes de quien tanto te ama.

¡Oh esposa Mía, paloma Mía, ven al centro mismo de Mi corazón!

¡Haz tu morada en Mi, vive en Mi, por Mi, para Mi y junto a Mi!

Deja que bese tus ojos para que puedas ver.

Deja que bese tu corazón para que puedas amar.

Deja que bese tu frente para que puedas creer.

Mis besos, Esther, son tu tesoro porque el beso es la expresión del amor íntimo.

Si vives de amor, de luz y de fe, todo lo que pidas a Mi Padre en Mi nombre, te lo concederá.

Yo puedo hacer milagros a través tuyo si los pides con fe.

Porque Yo soy el mismo, ayer, hoy y siempre.

No quiero que Me impidáis hacer milagros en vuestro favor, pero Me lo impide quien no tiene fe.

Hijitos Míos…

¡Sé cuanto necesitáis y más en estos tiempos de incredulidad!

Con uno solo de vosotros que crea firmemente en Mi poder y en Mi amor haré los mayores milagros.

Esther querida, este es el tiempo de los milagros ante un mundo racional y materialista.

Hijita Mía, créeme tú, cree al menos que soy Dios y que todas tus oraciones son escuchadas con un deseo altísimo, para que por tus oraciones de fe, de humildad y de amor, Yo pueda manifestarme a tus hermanos en el milagro del alma y del cuerpo.

Si creyerais de verdad, hijitos míos, si creyerais…

Iríais en Mi nombre, sanando a vuestros hermanos, convirtiendo sus corazones de piedra en corazones de carne, multiplicando los panes y los peces, expulsando a los demonios, dominando las fuerzas de la naturaleza y resucitando a muertos.

Soy Yo quien deseo realizar estos prodigios por amor a vosotros, pero…

¿Encuentro a alguien con la fe robusta como para creer?

Tu, pídeme siempre esa fe, porque Yo quiero obrar milagros a través tuya para bien de tus hermanos, para que se glorifique Mi nombre.

No os quedéis solo en pedirme minucias, pedídmelo todo, todo, todo…

Hasta el MILAGRO.

Porque si vuestra fe me lo permite, Yo, todo lo que pidáis al Padre lo haré.

AMEN.













10 enero 2010



10,09 a.m.



Le estaba preguntando a Jesús que, como Él vive dentro de mí, qué desea que hagamos juntos: planchar, bordar, hacer comidas… en fin, lo que se me ocurría.



Y Él me ha dicho:

Quiero que estés como María, la hermana de Marta.



Y yo le he respondido:

¡Pero Señor…!

¡Es que María no hacía nada!

¿Quieres que no haga nada?



Y me ha dicho:

María estaba a Mis pies escuchando Mi palabra y ella se quedó con la mejor parte.



Y entonces he dejado todo y me he puesto a los pies del Señor por si Él quiere hablarme, conversar conmigo.

Y si no lo desea, yo me abrazaré a Sus pies como María, porque esa parte, como Él me ha dicho, es la mejor y nadie me la va a quitar.



Esther:

Jesús, ¿estás aquí?



Jesús:

Sí, estoy muy unido a ti.

Se de vuestro dolor y Yo me compadezco de ti y de tu hijo.

Ya sabes que cuando habito en el alma, llevo Conmigo toda vuestra vida y también Me hago partícipe de vuestros sufrimientos.

Y los hago Míos.

Y los dulcifico para que no sea tan pesada la cruz.

No tengáis miedo, hijitos míos.

No temáis a nadie ni a nada.

Porque Yo soy vuestro defensor.

Vuestro protector.

Vuestro Padre que está en los cielos y en vuestros corazones.

Yo iré tejiendo el tapiz de vuestras vidas con tal esmero que os quedaréis estupefactos de la maravilla que hago con vosotros.

No os resistáis a Mi labor en vuestra alma.

Dejad que sea Yo el artista de tanta maravilla como deseo realizar en vuestras personas y en vuestras almas.



Esther:

Señor, mi hijo está sufriendo muchísimo.

El desamor es la muerte del corazón.

Tú sabes bien de ese dolor, Jesús, y yo también he participado profundamente de este tipo de dolor.

Ahora se lo has regalado a él.

¿Cómo puedo yo ayudarle como madre y cómo puede él levantarse de esa postración en la que está sumido?



Jesús:

Habéis de intensificar vuestras oraciones.

Alimentaros sin falta ninguna de Mi cuerpo y de Mi sangre.



Así, Yo, dentro de vosotros actuaré de una manera impetuosa en vuestro crecimiento espiritual y en la sanación del dolor.

Esperadlo todo de Mí, porque quien Me entrega su vida la gana totalmente.

Quien se humilla ante Mis designios y no se rebela, será ensalzado por encima de cualquier expectativa.

Esther querida, os llevo recogidos en Mi seno maternal.

Mi Madre, especialmente, os cuida con mimo en estos momentos.

Nada os falta porque me tenéis a Mi completamente entregado a vosotros dos.

Pero dejadme hacer.

Dejadme tallar.

Sólo una palabra Mía os ha de bastar para entrar en la alegría completa:

YO SOY EL QUE SOY.

YO SOY DIOS.

VUESTRO HACEDOR.

VUESTRO AMANTE.

VUESTRO CUIDADOR.

VUESTRO CONSOLADOR.

El tiempo de peregrinaje en esta tierra es duro pero es necesario pasarlo y caminar con toda la fuerza que os doy a través de Mi Espíritu Santo.

Sabed que nada acaba a aquí.

Que todo continúa en la patria celestial:

Continúan vuestros amores.

Continúan vuestros sueños.

Continúan vuestros gustos en las cosas que aquí en la tierra más os complacieron.

Yo os daré la plenitud completa en el cielo.

Todos vuestros deseos serán satisfechos muy por encima de vuestros sueños ni siquiera imaginables.

Es tan grande el don del cielo, hijitos míos, que habéis de prepararos muy bien, en esta tierra, para llegar cuanto antes a Mi casa.

Y en esa preparación hay golpes del escultor que irremediablemente duelen, pero son los que dan forma a la obra de arte.

No os preocupéis de esos golpes porque también hay muchas caricias, muchos desvelos de Mi parte por hacer de cada uno de vosotros una criatura bellísima.

Sois Mis hijos.

Os he creado exclusivamente por amor.

Por amor sostengo vuestras vidas.

Por amor os doy todo lo que necesitáis en cada momento.

Y por amor corrijo y arreglo todo vuestro ser.

No temáis pues absolutamente nada de lo que viene de Mis manos, pues Mis manos son generosas, Mis manos os cuidan.

Y esas mismas manos que con tanta dulzura acarician vuestro rostro, esas mismas manos, tienen, a veces, que sacudir de encima de vosotros algunas cosas que os podrían dañar.

Son Mis mismas manos.

No temáis, pues, a nada de lo que Yo dispongo para cada uno de vosotros.

Sabed que esas manos son las que sostienen vuestra vida con todo Mi amor.

¡Levantad el rostro caído!

¡Erguid vuestras espaldas y mirad al cielo!

¡Os prometo un gozo enormemente alto!

¡Dejad, pues, de llorar y abrazaos a Mí que todo lo dispongo para bien vuestro!

Amén.



22,40  p.m.



Esther:

Estoy, Señor, llevando a mi hijo por el camino de la fe pura.

Por el camino que Tú me has enseñado.

Pero dime, Jesús…

¿Lo hago bien o estoy equivocando a la criatura que más amo en esta vida?



Jesús:

No, querida Esther.

No estás equivocada.

Necesito hombres que sólo vivan de la fe.

Porque vienen tiempos en que nada veréis, nada comprenderéis.

Parecerá que Yo he abandonado a Mi criatura.

Y sólo los hombres que vivan de la pura fe, podrán ayudar a los pequeños.

Tu hijo y Mi hijo, Esther, está siendo acrisolado rápidamente en la fe y en el dolor.

Pero es por un bien excelso.

No temáis.

Vengo presto a la tierra y nada Me detendrá.

Sólo necesito unos pocos hijos con una fe como para mover montañas porque esa fe y esa confianza, ahuyentará a Satanás de miles de personas.

Son tiempos nuevos y amables.

Dichosos los que, a pesar de las circunstancias adversas, sigan confiando en Mí.

Dichosos los que sin ver, crean en Mi poder.

Porque Yo he vencido al mundo, al demonio y a la carne.

Yo soy el Dios del universo y nadie se puede resistir a Mí.

Ante Mi santo nombre, toda rodilla se doblará en el cielo, en la tierra y en el abismo.

Vosotros, Mis apóstoles de estos últimos tiempos, sois Mi delicia.

Vosotros sois Mis aliados, Mis amigos fieles, los que no Me abandonan.

Con vosotros manifestaré Mi poder y Mi gloria.

Vosotros seréis Mis testigos.

Ante vosotros haré proezas como las hice en el mar rojo.

No dejaré que sucumban Mis amados.

Amo a todos pero especialmente a quienes se han entregado, por amor, a Mí.

A ellos, a vosotros, os colmaré de gracia y de gloria.

No temáis.

Estoy íntimamente fundido con vuestro ser.

Estos sufrimientos son sufrimientos de parto porque la creación entera espera Mi acción gloriosa.

Confiad en Mí.

Estoy presto a la venida.

Cuento con vosotros y con vuestra bondad.





17 enero 2010



1,22 a.m.



Jesús:

Tengo cosas que decirte al alma, preciosa mía.

Cosas insondables.

Estoy apenado por la situación.

Os abrazo tiernamente.

Quiero que sepáis que no estáis solos en ningún momento.

Mi Espíritu habita en vosotros y no tenéis que tener ningún miedo.

¡Oh Estherita Mía!

¡Cuánto dolor hay en Mi corazón!

¿Qué haré con este pueblo?

Yo también necesito reclinar Mi cabeza en ti para que nos consolemos de esta sinrazón.

Mis pequeñas ovejitas gimen de dolor y claman justicia al rey de los cielos.

Yo soy el rey de los cielos.

Yo hago justicia y distribuyo misericordia.

Ninguna de vuestras lágrimas ha caído en la tierra.

Todas han sido recogidas por Mis manos y ya las tengo llenas de vuestro dolor.

¡Oh pueblo Mío!

¿Por qué tanta traición a Mi nombre?

¿Por qué tergiversáis Mis palabras en provecho vuestro?

¿Por qué os dejáis tan fácilmente engañar por Satanás?

¿Por qué no escucháis Mi voz que solo habla de amor?

¡Oh pueblo Mío!

¡Qué dolor traspasa de nuevo Mi alma!

¡Oh Mis pequeños aplastados!

Caerán Mis lágrimas a la tierra en un breve plazo.

Regaré con Mi sangre la faz de la tierra y aniquilaré toda la maldad.

Hijitos Míos, esperad Mi rescate.

Esperad porque Me devora el celo por vuestro amor.

No cierro Mis ojos ante vuestra humillación.

Os aplastan, os insultan, os desprecian, os marginan.

Pero Yo, hijitos Míos, soy el Señor.

Soy la verdad.

Soy el justo.

Soy el misericordioso.

Lo soy todo para vosotros.

¡Esperad en Mí!

¡Confiad en Mí!

Toda palabra que sale de Mi boca tiene un cumplimiento exacto.

Os prometo, hijitos queridos, que no os abandonaré, que bajaré a la tierra y volveré a construir Mi reino.

Prometedme una cosa, tan solo una cosa:

Creed en Mí.

Confiad en Mí.

Esperad la salvación de Mí.



18 enero 2010



23,51 p.m.



Llevamos, Señor, unos días terribles, agotadores.

Y estoy aquí, por si Tú quieres decirme algo antes de dormir.



Jesús:

Sí, claro que quiero decirte…

¡Tantas cosas, Esther querida!

La primera es que vivas en Mí y para Mí.

Que todos tus actos sean en orden a Mi corazón.

Que tu mirada sea la Mía, una mirada de luz y de amor.

Confía plenamente en Mí porque soy Yo quien dirijo esta obra, vosotros sois Mis compañeros pero Yo muevo cielos y tierra para hacer Mi voluntad.

Quiero que esta noche, tu hijo y tú descanséis completamente en Mi pecho.

Que nada os turbe, que nada os preocupe porque Yo soy vuestro hacedor, vuestro mentor, vuestro salvador.

No queráis correr más aprisa que Yo, porque Yo voy al paso exacto, al momento oportuno.

Verdaderamente, mientras dormís en Mis brazos, confiados en Mi, Yo, vuestra MadrePadre hago todo lo que el mundo requiere que se haga.

Pero vosotros, dormid plácidamente.

No os preocupéis más que del día en el que vivís, porque el futuro es Mío, el pasado ya no existe para vosotros, y el presente, ofrecido a Mí con todo vuestro corazón os hace santos.

No os abruméis por ninguna carga.

Yo no dejo ninguna carga sobre vuestros hombros.

Al contrario, os la quito.

Constantemente os quito la carga si Me lo pedís.

Vivid en pureza, en amor, en sobriedad, en alabanza, en bendición.

Y Yo os daré todo lo que necesitéis.

Lo mejor que podríais haber soñado os lo daré por vuestro amor.

Gracias por amarme tanto y por luchar tanto para no perderme de vuestro corazón.

Amén.



25 enero 2010



19,02 p.m.



Estaba en oración y le he dicho a Jesús que quería pedirle especialmente por mi hijo y por mi madre.

Y he comenzado a pensar en todas las personas que necesitan de la ayuda del Señor y que yo tengo en mi corazón.

Y le he dicho:

Señor, cuando me pongo a pedirte por alguien me siento mal si no te pido por todos, y al final, por el mundo entero.

Pero Señor, vaya que esto sea abusar y con una sola oración yo te esté pidiendo por tanta gente.



Me ha dicho el Señor que las peticiones que hacemos no agotan Su corazón.

Que todos cabemos en Su corazón.



Jesús:

Te miro complacido como un Padre a una hija buena.

No, no me ofendéis por pedirme mucho: por vosotros y por vuestros hermanos.

Es más, Me agrada que Me pidáis de todo, todo lo que deseéis y necesitéis.

Me complazco mucho cuando acudís a Mí para pedir.

Imagina que tengo las arcas llenas deseando repartir.

El que desea repartir su riqueza, goza y es feliz dando.

Por eso no dudes nunca en pedir mucho.

Yo no soy como vosotros, no abusáis de Mí por pedírmelo todo.

Me siento totalmente amado cuando Me pedís y Me rogáis los unos por los otros y cuando ponéis ante Mí todas vuestras necesidades.

Así pues, pídeme de todo y por todos los que tu corazón desee.

Mira Mi corazón.

¿Crees que hay alguien que no quepa aquí?

Si ese alma no acude directamente a éste, Mi corazón, pero acudes tú en su nombre, Mi misericordia se dirige a ella gracias a tu intercesión.

Mi corazón multiplica.

A medida que doy, Mis dones se multiplican, en vosotros, para los demás.

Por eso gozo tanto en dar.

Hijita Mía, sé perseverante en pedir, porque a veces deseo vuestra insistencia ante Mi corazón.

Nadie que persevere será defraudado y daré mucho más de lo que se Me pide.

Es más, cuando os pido la perseverancia y no os doy inmediatamente lo que pedís, es porque Mi regalo merece más tiempo por ser mucho más alto.

Mi Madre conquista de Mi corazón todas vuestras necesidades.

Ella consigue de Mí, todo.

Y también lo consigue de Mi Padre y del Espíritu Santo.

Ella es el puente, el lazo, el conducto, la Madre.

Todo cuanto pidáis decídselo primero a Ella y esa petición llegará por doble vía a Mi corazón.

Cuando sea Mi madre la que Me lo pide, no podré resistirme a dároslo.

El amor de María es un amor de Madre, de la mejor Madre que pudierais soñar.

Tan buena Madre es, que al mismo tiempo que vuestra, Yo la formé y la elegí como Madre de Dios.

Cualquier consejo que necesitéis pedídselo a María, Nuestra Madre, porque Ella goza de la sabiduría de Dios y tiene un amor inmenso por Sus hijos.

Cuando María Nos pide algo, Sus ojos de amor ante Nosotros, Trinidad, por el amor que os tiene a cada uno de vosotros, nos impide negarle nada.

Todo lo que pide María es entregado por la Trinidad para vosotros.

No sabéis el poder que tiene María en los cielos y en la tierra.

Ha sido coronada Madre por los siglos de los siglos.

Reina de los cielos, reina de la tierra.

Ella es vuestro tesoro, vuestra confidente, vuestro regazo y vuestro descanso.

Poneos en sus manos.

Dios se goza en el amor, la veneración y el respeto que le ofrezcáis a vuestra Madre.

Y vuestra Madre se goza en el amor que le tengáis al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

No hay rivalidad ninguna en vuestros amores para con Nosotros.

Y tampoco hay rivalidad ninguna en Nuestro amor para con vosotros.

Amén.








No hay comentarios:

Publicar un comentario