sábado, 15 de octubre de 2011

OCTUBRE 2009





2 Octubre 2009



00, 29 a.m.



Esther:

Querido Jesús, he venido del retiro donde hemos celebrado una Eucaristía y una adoración a Tu cuerpo, sangre, alma y divinidad.

Dime Señor qué ocurre, de qué quieres hablarme.



Jesús:

Esther querida, descansa en Mí porque estás muy tensa con todos los acontecimientos que vives y que Yo vivo en ti.

No te asustes del enemigo.

Él quiere acobardarte e impedirte las horas de oración que Yo deseo de ti.

Duerme en Mis brazos, cobíjate en Mí.

¿No ves que Yo te cubro con Mis alas?

Te dije hace tiempo que todas las tristezas, miedos, ansiedades y angustias, te las provoca el divisor y Yo lo permito para que deposites tu total confianza en Mí.

Hoy Me has pedido que te sane y Yo, viendo y sintiendo en Mí tu dolor, he bajado hasta tu corazón lo he rozado con Mis labios y he sanado sus heridas.

No tienes ya ninguna herida, no has de temer.

Sobre el director espiritual quiero anunciarte la gran luz que le doy para tu alma.

Recoge seriamente todo lo que él te dice y ponlo en práctica.

Él es objeto de Mi predilección y a medida que os vayáis conociendo surgirá entre vosotros una ternura y un respeto alto y cimentado sobre roca.

Sí, prepara los escritos y envíalos.

Yo seré quien los esparza por el mundo.

De nada pues has de preocuparte más que de prepararlos y lanzarlos a las almas a las que Yo te diga.

No Me ofendes, pequeña niña Mía.

Ojalá Yo reinase en todas las almas como reino en ti.

Yo soy tu rey pero tú eres Mi reina.

Tú eres la reina de Mi corazón.

La amada, la deseada.

Contigo estoy, en ti habito y a ti te custodio.



Esther:

Amadísimo Jesús, tengo miedo a perder la salud porque me veo muy débil y con sufrimientos físicos extraños.

Quítame tú esta ansiedad terrible.

Dame Tú la paz de Tu alma y que Tu paz me inunde y me desborde.

Ruego suplicándote que me sanes el cuerpo y el alma.

Que me ayudes a llevar la cruz, pero la enfermedad de la ansiedad y de la depresión Señor Jesús, llévatela al infierno porque es de allí de donde viene y muchas veces se instala en mí.

¡Oh Jesús Mío!

¡Cómo sufre mi alma con tantos temores inexplicables!

¿Por qué Señor permites que tu niña tan pequeña, tan débil y tan torpe tenga que ser bamboleada como una hoja impotente, por un huracán maléfico?

¿Es que no ves cuánto sufro?

Quiero estar recogida en Ti y necesito sentirme segura en Tus brazos, en los brazos de mi PapáMamá porque soy muy pequeña para estar sola.

¡Oh Señor Jesús!

Te suplico que vengas a mi vida, que bajes del cielo hasta mi corazón y que lo sanes, lo cures, le des alegría, amor y ausencia completa de temor.



Jesús:

¡Niñita de Mi corazón!

¡Cuánto sufres por ser tan pequeña!

¿Quieres abrir los ojos?

Ábrelos porque realmente te encuentras en brazos de tu PapaMamá.

Nada temas en Mis brazos.

Nada te faltará, ni la salud del cuerpo ni la salud del alma.

Yo estoy contigo en todo momento, en toda circunstancia, en cualquier evento.

¿Cuándo aprenderás a dormirte en abandono en Mis brazos?

Duérmete, niña Mía porque Yo vigilo tu vida, Yo custodio a Mi pequeña, y Yo hago de armadura y de escudo contra quien quiera hacerte algún mal.

Tus ángeles, los que te regalo en vida, están a tu alrededor y desean ser amados por ti.

No los ignores porque vives con ellos.

Ámalos mucho porque son el reflejo de Mi amor por ti.

¡Oh Estherita de Mi corazón!

Te mantengo en un intermedio entre el cielo y la tierra porque te quiero en la tierra, pero eres parte importante del cielo.

¿Sabes que tus oraciones y tus sacrificios cambian cosas del cielo?

Los ángeles gozan con tus buenas obras, los santos glorifican Mi nombre por haberte llamado a la existencia y las almas del purgatorio esperan ansiosas que te acuerdes de ellas para venir a Mí.

¡Oh Estherita dulce de Mi dulce corazón!

¿Deseas Mi paz?

¿Deseas Mi amor?

¿Deseas la salud?

¿Deseas que sane a los enfermos por los que tanto Me pides?

¿Deseas la más alta santidad para tu hijo?

Pues todo eso estoy dispuesto a dártelo sólo por amor.

Porque amor con amor se paga.

Y Yo sé que Me amas.

Y tú sabes que te amo.

Pero al contener en Mí tan inmenso fuego de amor, todas tus peticiones son recogidas y cumplidas en justicia por Mí.

Porque Yo agradezco tu amor con Mi amor y Mi amor se materializa en regalos solicitados por tu alma pequeña.

¿Cómo no dar pequeños regalos si tu rey lo tiene todo en Sus manos?

¡Si Yo gozo en dar!

Anda, pedidme más, pedidme sobre todo el Espíritu Santo, porque Él lleva en sí todos los dones celestes y terrestres.

Y acudid a Mi Madre santísima, la Virgen eterna, que os donará las gracias que Yo otorgue.

Te llegarán, Esther amada, por manos de tu Madre.

Duerme en Mi amor.

Descansa en Mi seno de paz.

No te aflijas por cosas del mundo.

Aflígete por los que tienen su alma muerta aunque su cuerpo siga viviendo.

Y tú, hija Mía, crece aún más en el amor.

Sé toda entera de amor.

Trata a todos con amor y trátate a ti misma con Mi propio amor.

Si te tratas tal y como Yo te veo, se disiparan todos tus temores.

Amate a ti misma y así Me podrás amar a Mí en Espíritu y en verdad y a tus hermanos como a ti misma.

AMEN.









3 Octubre 2009



12,33 p.m.



Esther:

Amado Mío, hablas tanto y tantas veces a mi corazón no me es posible recogerlo todo por escrito.

Ayer vi a un cachorrito precioso y sentí tanta ternura y amor que te pedí, Jesús, que me miraras con el amor con el que yo veía al cachorrito.



Y me dijiste:

¿Que te mire con ese pequeño amor?

No, Esther.

Yo te miro con un amor infinito.

Yo os veo a todos como niños preciosos.

Por eso siempre os compadezco con tanta misericordia.

Un bebé sólo Me mueve al amor.

Por eso, quien deja de ser niño ya no es agradable a Mis ojos y todo Mi afán es llevaros a la niñez, porque es vuestra verdadera esencia ante Mí.



También anoche me regalaste una lectura diciendome que comiera y bebiera después de mis fatigas porque eso venía de Tu propia mano.

Y esa lectura junto con lo que me dijo el director espiritual, quitó de mi alma los sentimientos de culpa que me lanza Satanás.

Jesús Mío, Yo estoy a Tu disposición.

Quisiera ser más dócil, más entregada a Ti y te pido que Tú me des esa entrega total para que yo, como los niños que reciben el dinero de sus padres para echarlo en el cepillo de la Iglesia, pueda entregarte por completo mi voluntad y todo lo que bulle en mi.



Jesús:

Estherita, Yo estoy complacido contigo.

Me das todo lo que tus fuerzas te permiten y no te pido nada más.

Efectivamente, cuando te pida algo más, antes te lo habré regalado.

Sólo quiero que tengas la actitud de humildad de reconocer que todo viene de Mí.

Sólo eso Me basta.

No te pediré nada que no tengas ya en abundancia como para regalármelo.

Así que no temas ni te preocupes.

Cuando quiera que ayunes te daré un deseo anhelante de ayunar y junto con ese deseo, te daré el don del ayuno.

Y así con todo lo demás.

En Mí todo está cumplido.

Espera en Mi palabra.

Espera y confía con todas tus potencias.

Que cada célula de tu ser grite y gima por el pronto cumplimiento de Mis promesas, pero con la certeza absoluta de que serán una realidad.

Porque Yo soy Dios.

Tu Dios.

Vuestro Dios.

Y todo lo que prometo lo cumplo.

AMEN.

AMÉN.

AMÉN.



8 Octubre 2009



10,00 a.m.



Esther:

Mi querido Jesús, hoy me he levantado mal física y anímicamente.

En fin, Señor, que no sé qué me está pasando:

Si estoy enferma…

Si es el maligno el que me hace estas cosas…

Si Tú me estás purificando de todos mis pecados...

Señor, enséñame Tus caminos y qué quieres de mí, porque llevo un tiempo muy malo de falta de alegría y de fortaleza, enferma, con ansiedad y con muchos miedos.

Señor ¿qué quieres de mi?

¿Qué significa todo esto?



Jesús:

Esther, guarda silencio.

Acógete a Mí.

Entra en la llaga de Mi costado.

Asiéntate en ella.

Haz de ella tu morada.

Porque Mi llaga te curará, te cubrirá de sanación.

¡Ay hija Mía!

¡Qué dolor traspasó Mi cuerpo y Mi alma cuando abristeis la llaga de Mi costado!

Pero en ella tenéis todos vuestra morada.

Habéis de pasar por el sufrimiento para poder amar de verdad y para poder encontrar la mayor de las virtudes:

La humildad.

Cuando no entiendas por qué permito en ti el sufrimiento, escóndete en la llaga de Mi costado.

Espera en ella hasta quedar sanada.

Y en ese tiempo de oscuridad y de dolor, irás creciendo tanto que adquirirás virtudes y dones preciosísimos.

Quienquiera que se esconda en la llaga de Mi costado será sanado.

Permito en tu cuerpo un gran sopor y abatimiento, amada Esther, para que te mantengas dentro de Mi llaga y no tengas fuerzas para salir de ella al mundo.

Ese sopor y abatimiento, son parte de Mi sanación.

Para sanar un cuerpo, el médico ha de anestesiar, ha de dejar dormido al paciente para que éste se deje hacer.

Y el médico, sin resistencia alguna del paciente, y sin movimientos que lo pudieran hacer errar, va directo al órgano herido, lo observa y lo sana.

Luego, el médico, con sus propias manos cierra la herida que tuvo que abrir para sanar el interior y poco a poco el paciente va despertando.

Cuando la anestesia permite que el paciente recobre la conciencia, éste desearía no haber sido operado, porque está en pleno dolor, y sin saber siquiera cómo resultará esa operación tan delicada y dolorosa.

Comienza un tiempo de esperanza y temor.

Esperanza por la fe en Mí, en que mi criatura ha llegado a abandonarse a Mis manos y dejarse operar por Mí en su alma y en su cuerpo.

Temor porque los ataques del maligno en esta época son atroces:

Le hablará de que Mis manos no son expertas…

Le hablará de que soy un médico indiferente al paciente y que Me da igual su sufrimiento…

Le hablará de que Yo nunca estuve en su situación…

Pero Yo os digo, queridos hijos:

El médico celeste ha querido ser el mayor de los enfermos, el más dolorido, el más desahuciado, el auténticamente abandonado a su Padre Dios.

Y ese médico conoce a la perfección todo el sufrimiento del paciente al que está sanando.

Por eso, quien entra en la llaga de Mi costado, encontrará al mejor médico porque ha sido el mayor enfermo.

¡Venid a la parte más intima de Mi dolor todos los que sufrís!

Esa oquedad abierta en Mi cuerpo mortal se ha convertido en hospital del dolor.

Todos serán sanados en Mi hospital de amor.

Todos recibirán la salvación.

Estherita Mía…

Para sanar profundamente tu ser, como Me has pedido en este retiro de sanación, no voy a aliviar tus síntomas porque de nada serviría si no arranco la raíz de tu dolor.

Déjate hacer por Mí.

Abandónate anestesiando toda tu razón.

Aunque no entiendas tus padecimientos actuales, quiero que sepas que te estoy sanando aunque sufras mucho.

Porque para sanar verdaderamente, hay que operar.

Y aunque la sanación se verá más tarde, ahora es el momento de tu abandono y Mi actividad en ti.

Además, querida niñita Mía, si anestesias tu ser con el abandono a Mí, no sufrirás nada en el proceso operatorio.

Y en el postoperatorio, Yo mismo te daré los calmantes necesarios mientras se cierra la cicatriz y comienzas a sentirte sanada.

Confía en Mí.

Soy el mejor médico.

Soy tu creador.

Tu creador hecho criatura por amor.

¡Cuánto os quiero!

¿Cómo podré explicaros, pequeños niños torpes e incrédulos, hasta donde llega Mi amor por vosotros?



12,50 p.m.



Esther:

¿Por qué estoy tan triste, Jesús?



Jesús:

¡Hay tanta alma perdida!

¿Cuento contigo?



Esther:

Si, Jesús, cuenta conmigo.



Jesús:

Eres muy valiosa para Mí en este plan de salvación de Mi humanidad.

Todo el que cumpla Mi voluntad, construye ciudades y reinos.

Y Mi voluntad es muy variada para cada uno de vosotros.

Lo importante es que cada uno haga con pulcritud su faena en esta construcción de un mundo nuevo.



22 Octubre 2009



00,33 a.m.



Esther:

Querido Jesús, estoy tan agradecida por Tu amor, que no sé cómo corresponderte.

Soy tan débil, con hábitos que quisiera hacer desaparecer de mi, tan pequeña...

Que no me atrevo a levantar los ojos para mirar Tu rostro bendito.

Pero al mismo tiempo me sé tan amada por Ti, pese a mi pobreza, que me quedo paralizada ante Tu locura.

¡En mi corazón hay tantas personas...!

Creo, mi Señor que toda la humanidad está en este pequeño corazón para implorar Tu misericordia y Tu bondad.

Tú, apenas me regañas Jesús.

Y no sé si es que no sé oírte bien o es que realmente estás complacido conmigo.

No dudes en regañarme, en amonestarme, para que yo sea preciosa a Tus ojos.

Yo, Señor, me sé tan débil, tan pobre, tan pequeña...

Que sólo deseo que Tú me pulas y me moldees a Tu gusto.

Pero al mismo tiempo tengo miedo de sufrir demasiado y no poder con la cruz.

Tú sabes, Jesús querido, cuál es ahora mi cruz.

Y la llevo como puedo, ayudada por ti y por Mamá María, pero a veces amado Jesús, se hace tan pesada, que quiero quitármela de encima.

Pero luego, meditando en Tu amor por mí, pienso que estoy ayudándote a sostener Tu dolor cuando amas tantísimo a Tu criatura, y ella no te corresponde sino que te da la espalda.

Consuélame con Tus manos dulces.

Recoge mis lágrimas y llévatelas al cielo, porque son lágrimas de amor y de entrega.

Porque son lágrimas verdaderas y profundas que salen de mi corazón inundado de amor.

Yo ofrezco este holocausto al cielo, para que Tú, mi querido Jesús, hagas con mi sufrimiento lo mejor que puedas para mis hermanos que tanto sufren.



Jesús:

¡Oh, Mi amadísima Esther!

¡Mi pequeña y sensible hija!

¿Sabes?

Conozco a la perfección tu enorme dolor.

Lo necesito para la redención de tus hermanos.

Tú eres todo amor, y a ti, igual que a Mí, te sucede que "el amor no es amado".

¿Entiendes ahora por qué el amor de una criatura no puede ser sustituido ni por toda la creación que te amase?

Agradeces el amor de quien te ama, pero el vacío tan inmenso que produce en el corazón el desamor de la persona a quien tantísimo amas tú, no puede ser cubierto por nadie.

Mi corazón es único para cada criatura y cada criatura es única para Mi corazón.

Por eso, querida hija de Mi alma, nadie puede compensar el vacío de un hijo que no Me ama.

Te hago experimentar Mi cruz, te hago experimentar Mi dolor para que Me acompañes en Mi sentimiento.

Pero tú, Esther, serás bendecida por Mi misericordia.

Llegarás a ser amada, profundamente amada.

Porque Mi dolor, tras experimentarlo tú, no te lo traspasaré sino que lo transformaré en lo que Yo deseo que hagáis vosotros Conmigo.

Así que, pese a que ahora todo lo que ves son nubes negras, soledad, tristeza, desamor y desamparo, se cambiará en luz radiante, alegría, amor profundísimo, compañía hasta tu muerte.

Ese es Mi gran regalo para ti por tu fidelidad y por tu entrega incondicional a éste, Mi corazón, que nunca se saciará porque aún Me faltan muchos amores de hijos perdidos.

Por eso acudo a vosotros.

Para que, en Mi nombre, traigáis algunas almas a Mi corazón.

Almas que están perdidas, que son tibias, que no conocen aun todo lo que las amo.

¡Cuánto espero de vuestra entrega para ganar almas!

Una sola alma que, por vosotros, se acerque a Mí, os hará ganar un lugar preferente en el cielo de Mi corazón.

Porque el cielo no es otra cosa que Mi propio corazón.

¡Estallo de amor por vosotros!

¡Sigo muriendo de amor por Mi criatura!

¡Por favor, escuchadme, ayudadme!

¡Ved que soy tan respetuoso con vosotros, que si no Me abrís la puerta, no soy capaz de avasallaros!

Pero si veo el menor resquicio para entrar, entraré y os amaré.

Por eso, vosotros, Mis hijos pequeños, abrid boquetes en vuestros hermanos para que Yo pueda entrar.

Así respeto la libertad de Mi criatura, pero vuestra acción con los demás, Me permite entrar e inundar de amor sus corazones.

¡Qué deleite siento con el alma que se entrega a Mí y que lucha por atraer a sus hermanos a Mi corazón!

¡Qué bendiciones he de derramar sobre estas almas!

No sólo deseo que os santifiquéis, sino que santifiquéis a todos vuestros hermanos, a los que he puesto cerca de vosotros.

Su salvación depende de vuestro amor.

Y su salvación Me colmará de gozo.

¿Me amáis de verdad?

Pues entonces entregaos a la salvación de vuestros hermanos.



25 Octubre 2009



Anoche me dijo Jesús que muchos sacerdotes están a las puertas del infierno.

Que es necesario avisarles para que se conviertan antes de ser llamados a presencia del Padre.



Jesús:

Sí, Esther, son muchos Mis sacerdotes que han tomado esta dignidad simplemente como un modus vivendi.

Y es tan alto el que por su invocación, Mi Espíritu transforme el pan y el vino en Mi propio cuerpo y en Mi propia sangre, que ellos han de ser conscientes del encargo que han recibido del cielo.

Deben, Mis hijos los sacerdotes, corregirse fraternalmente a fin de que ninguno caiga en las redes mortales de Satanás.

Pero Mis sacerdotes se conforman con intentar salvar a las almas cercanas y a sí mismos y se olvidan de sus hermanos sacerdotes, más necesitados aún que las almas que yo pongo en sus parroquias.

Con total humildad y desprecio de sí mismos, Mis sacerdotes han de lavarse los pies los unos a los otros.

Y ha de comenzar dando ejemplo el arzobispo.

¡Oh Esther, Mi pequeña Esther!

A ti te cuento Mis secretos de dolor para que con tu inocencia los hagas saber a Mi Iglesia jerárquica.

Si Mis sacerdotes no son capaces de pedirse perdón los unos a los otros, pero un perdón verdadero, profundo, humilde, sincero...

Yo no los perdonaré.

Y en esta diócesis no se piden perdón Mis sacerdotes y no se perdonan sinceramente los unos a los otros.

He aquí Mi dolor Esther.

Creen que una sencilla confesión elimina todas sus maldades.

Pero Yo os digo, y lo digo en verdad:

Si la confesión no ha sido realizada verdaderamente, con total arrepentimiento, con propósitos de enmienda, y con sincero dolor de los pecados, esa confesión no es válida.

Di esto a Mis queridos sacerdotes:

No quiero que ninguno se pierda.

Estoy, incluso llamando a criaturas pequeñas y sencillas para que os hagan escuchar Mis palabras de amor.

¡Oh Mis niños sacerdotes, especialmente amados por Mi Madre!

¿Cómo podré salvaros si no Me dejáis?

Mi Madre, llora constantemente por sus hijos sacerdotes.

¡Se empeña tanto en su salvación eterna!

Pero muchos de ellos son los que menos creen en Sus mensajes, en Sus apariciones, en Sus milagros.

Si no hay una profunda conversión del sacerdote, sus ovejas se perderán.

Y Yo he de pedir cuentas a Mi hijo sacerdote no sólo por su vida, sino por la vida de todos los que, por su falta de conversión, se han perdido de Mis brazos.

He aquí la dureza del juicio que he de hacer a Mis hijos sacerdotes.

Y salvo que tengan una conversión real, muchos de ellos irán al infierno.



28 octubre 2009



8,35 a.m.



Esther:

Amado Jesús, necesito que seas luz para mis pasos y fuerza para mi caminar.

No sé si me están atacando los escrúpulos y es por eso por lo que acudo humildemente a Ti, para que me des a entender Tu voluntad y la gracia para cumplirla.



Jesús:

Te abrazo y te aprieto contra Mi pecho.

Te sonrío con toda Mi ternura.

No eres mala a Mis ojos, sino todo lo contrario.

Cuando Mi criatura está en camino de santidad, nunca llega a creer que estoy plenamente complacido con ella.

Ella ve cada vez más sus debilidades y sus defectos.

Y comienza a tener escrúpulos.

Los escrúpulos no son santos, pero son un signo de la santidad del alma.

El alma quiere ser perfecta pero se ve imposibilitada para ello.

Y el demonio, sabiendo la bondad de esta alma, la ataca con escrúpulos de todas clases.

Sobre todo hablándoles de la maldad e intentando convencerles de que ofenden constantemente a su Dios.

Y Satán, siembra cizaña entre Dios y su criatura para que esa cizaña ahogue y angustie la alegría de la criatura por saberse tan amada y tan aceptada tal y como es por su propio Dios.

Por eso Satán le hace ver una enorme fealdad en sí misma, para que no se atreva a acercarse a su Dios.

Pero el alma que camina en santidad, es bellísima para su Padre Dios.

Destila aromas a su paso por el mundo y es deseada como esposa por su creador.

Por eso, Esther querida, cuando sientes que Me ofendes tanto, con comer cuando tienes apetito o con beber esas cervezas, quiero que sepas que es Satán quien te hace creer que eres la mayor pecadora de este mundo.

Yo no te mandé a un convento, ni te puse en reglas de vida tan austeras, no te pedí vivir en pobreza como voto, ni tampoco te pedí el celibato.

Te quise en el centro del mundo.

En el cráter del volcán para salvar a tus hermanos.

En esa cima del volcán…

¿Qué Me importa a Mí que tengas unos kilos de más, si eso calma tu ansiedad para trabajar más y mejor en este mundo tan desquiciado?

¿Qué Me importa, si cuando vienes a veces tan triste o tan estresada, te tomas unas cervezas?

Yo soy el que proveo tu comida y tu bebida.

Cuando Yo desee que hagas otro plan de vida, te aseguro que te ayudaré y te daré la gracia para cambiar las cosas.

Por ahora, nada Me importa esto que a ti te abruma.

Vive en paz y anima a tus hermanos, los que vivís en este mundo tan dominado por el mal, a que sean santos.

Y a que no se entretengan con minucias que los paralizan ante la gran labor que espero de ellos salvando almas.




No hay comentarios:

Publicar un comentario