sábado, 15 de octubre de 2011

SEPTIEMBRE 2009





3 Septiembre 2009



7,48 a.m.



Esther:

Querido Jesús, ayer estuve con mi director espiritual.

Jesús, necesito que me aclares unas cuantas cosas.

Señor, sabes cuánto sufrimiento me produce el tema de Tu promesa.

Yo sé que todo lo haces bien.

A pesar de no entender Tus caminos, me fío plenamente de Ti.

Pero el fiarme, aunque suaviza mi dolor, no lo evita.

Y aún no he llegado a desear sufrir como los santos.

Ruego al Espíritu Santo que me dé toda la luz necesaria para seguir Tu camino hacia el Padre.

Anoche salió una lectura diciendo que no había criatura que tuviese más fe que María y que le pidiera a Ella lo que necesitara.

Así lo hago querida Madre.

A Tu corazón y al Espíritu Santo os pido esa luz que tanto necesito.



Espíritu Santo:

Yo soy verdaderamente la luz que ilumina las almas.

Mi luz es verdadera luz.

Mi inteligencia es plena sabiduría.

Habéis de recurrir a Mí para conocer los deseos de Dios.

Yo deseo iluminaros, pequeños hijos que vivís en la oscuridad de la fe.

Estherita Mía, no sufras tanto por algo que Dios te va a regalar gratuitamente.

Deja de esforzarte, y descansa plácidamente en tu Dios.

Tu Dios mueve todas las piezas como en un altísimo juego de estrategia celeste.

Tú, claro, no puedes comprender los movimientos que, a primera vista, te desconciertan.

Pero tu Dios tiene la partida ganada.

Entonces…

¿De qué preocuparte?

¿A qué esforzarte tanto en comprender altísimas estrategias que sólo son del cielo?

Como niña embobada ante su Padre, siéntate y disfruta de los movimientos.

Asómbrate incluso de las rarezas que observas a primera vista en esos movimientos del juego celeste.

Porque tu Padre, hijita Mía, sabe muy bien lo que hace y hacia dónde se encamina el juego.

Confía en Él, confía en que sabe jugar a la perfección con todos los elementos del cosmos.

A veces, tu Dios, no te explica las cosas porque eres incapaz de entenderlas.

Deja que envuelva todo, organice todo, dirija todo.

Sólo FÍATE DE EL.

Tu madre María, mientras observas atónita los movimientos que Tu Padre hace con las criaturas y con los acontecimientos para que todos cumplan el fin que Él desea, estará junto a ti.

Su presencia es silenciosa, pero…

¡Tan eficaz!

Ella siempre está junto a sus hijos.

Ella te ayuda a esperar, perseverante.

Ella sostiene tu fe y tu esperanza.

Ella seca tus lágrimas si lloras al no entender y creer que todo está perdido.

Porque ciertamente, María es la criatura con más fe.

Y ella sabe que Dios no fallará la jugada que tiene preparada.

Por eso Ella vivió de la fe.

Y ahora mora en el seno de Dios habiendo transformado toda esa fe que tuvo, en amor por Dios y por todos sus hijos.

No temas, pequeño rebaño, porque tu Dios está de tu parte.

Ningún acontecimiento, ninguna actuación de tus hermanos ha de asustarte, porque tu Dios sabe lo que hace.



Esther:

Tú me hablas pero ya no tengo sensaciones físicas extrañas como solía ocurrirme al principio.



Jesús:

¿Por qué has de tener sensaciones extrañas?

Yo soy sencillo y humilde y Me hago reconocer en la sencillez y en el recogimiento.

Consuélate en Mi que todo lo puedo.

Si cada vez que Yo te hablara, tuvieras que turbarte o desmayarte, no podríamos tener estas largas conversaciones.

Por eso, contigo, querida Esther, Me hago entender en la suavidad del silencio, como dos amigos que charlan, como dos esposos que se abrazan y se cuentan sus confidencias.

Al principio, Esther querida, cada frase que Yo te decía te hacía llorar porque apenas Me conocías.

Pero ahora acudo a ti en cualquier momento, y tú Me respondes como si Me vieras y Me oyeras.

Así quiero nuestra relación, así de sencilla.

Tú sabes que soy Yo el que te habla, respóndeme con total normalidad allá donde estés: en la cocina, en el trabajo, en la calle, en la oración silenciosa en la que tanto Me buscas.

Los niños tienen relaciones muy sencillas con los demás.

No buscan signos extraordinarios para hablar con su padre o con su madre.

Sencillamente los llaman, les piden lo que desean o necesitan, y la voz de sus padres los tranquiliza, no los hace desmayar.

Tú, Estherita, sigue siendo tan niña porque así Yo Me sentiré fácilmente recogido en ti, sin grandes sensaciones físicas que más que acercarte como una niña pequeña, te asustarían y te alejarían de Mi presencia.

¿No has visto ya que lo que te digo lo cumplo?

¿Qué lo que pides se te concede?

¿No hay suficientes respuestas a tus plegarias?

Pues eso ha de bastante para saber que soy Yo quien Me dirijo abiertamente a ti.

Y no dejes que el mentiroso en esencia, Satanás tu enemigo, te haga creer que si no actúo de forma extraordinariamente sensorial, no soy Yo quien se hace presente en ti.

Actúa Conmigo, Esther, con total sencillez.

Con la sencillez de dos esposos que viven juntos y que tienen plena confianza.

Que tienen incluso un lenguaje particular para reconocerse.

¡Oh querida Esther!

¡Sé cuánto sufres y por eso quiero consolarte en todo momento, para que sepas que estoy en ti, que te cuido constantemente, y que Mi voz y Mi presencia es absolutamente real en ti!

Te amo.

No te preocupes de nada aunque, a veces, sientas frialdad y aridez en tu relación Conmigo.

También así, sin darte sensaciones físicas extrañas, te preservo del mundo tan hostil en el que vives y que podría hacerte tanto daño.

Confía en Mí.



16,13 p.m.



Ángeles y santos de Dios:

Esther querida, te hablamos todos desde el cielo.

Nada temas más.

Nada sufras más por este tema.

Jesús nos envía para regalar y engalanar tu corazón, puesto que ha visto mucha fe y mucho amor.

Ahora, que tienes tus defensas bajas, por tanto sueño, podemos hablarte claramente al alma.

Somos los ángeles y los santos de Dios.

Todos aclamamos la bondad de Jesús para ti.

Todos nos gozamos en tu gozo.

Todos sabemos de tu sufrimiento y tu entrega a Jesús.

Y Él nos manda a reconfortar tu corazón en la espera victoriosa del amor.

Jesús elige.

Elige a almas bellas que lo amen hasta el extremo.

Y a ti, querida hermana en Cristo, todo lo que te pide Jesús se lo das.

Es por eso, que Él quiere colmarte de gracia y donosura.

Él nos manda a festejar ante ti Su gozo y tu gozo.

Él se queda a veces sin palabras para decirte cuanto te ama.

Y nos envía a nosotros, querubines del cielo, a cantarte sus amores.

Cuando dormiste en Él, Jesús entró en el cielo de tu alma.

Y Él quiere agasajarte y recompensarte por todo tu amor, para que no te olvides de Él.



Jesús:

Amada esposa.

Esta es una carta de amor inmenso e infinito para ti.

Estuviste muy perdida, amada Mía, pero Yo te recogí y te até con lazos de amor.

Te atraje a Mí como el esposo atrae a su esposa, a base de ternura y de comprensión.

Tú, esposa Mía, Me correspondiste con todo tu ser y Yo, esposo tuyo, Me dono en plenitud a Mí mismo a tu ser.

Son Mis esponsales contigo lo que quiero realizar.

Son Mis regalos de amor hacia ti lo que quiero entregarte...



4 Septiembre 2009



18,19 p.m.



Esther:

Señor Jesús, anoche un amigo de mi hijo me pidió que le hablara de Ti.

Y nos quedamos en el salón hasta las 3,30 de la madrugada.

Nuestra conversación fuiste Tú, amado Jesús.

Él reza el rosario y ayer hizo ayuno.

Me dice que su madre está mejor y que mueve un brazo, el que tenía paralizado.

Y que ayer lo abrazó con los dos brazos.

!Bendito seas Jesús, como nos cuidas!

Cuando se iba a su casa este chico, comenzó muy alterado a llamarme a gritos y me dijo que estaba oliendo un perfume maravilloso aquí en casa, mezcla de flores e incienso.

Estaba tan emocionado, que dijo:

¡He olido el perfume de santidad!



Yo no olí nada, Jesús, Tú sabrás por qué y cómo haces estas cosas.

Sobre todo Tú sabes para qué, y aunque lo mantienes oculto para mí, yo Te bendigo profundamente por tantos detalles de amor como me das.

Y aquí me tienes, intentando orar.

He meditado sobre lo importante que es no dejarme llevar por los sentimientos, sino por la fe y la voluntad de seguirte.

Porque si me pongo a seguir mis sentimientos, quedo a merced de subidas y bajadas, de filias y de fobias, de altibajos permanentes, que me llevarían a la catástrofe.

Y como yo tengo esos cambios, como creo que todos nosotros, te pido Espíritu Santo, que me lo recuerdes.



Jesús:

¡Oh Esther!

Mis perfumes se derraman sobre ti.

Me hice presente entre vosotros dos mediante el perfume.

Quise anoche que supieseis que Yo estaba en ambos corazones mientras hablabais del amor que sentíais hacia Mí.

Y soy un invitado tan real en vosotros, que Me manifiesto físicamente, para que sepáis que estoy, que os escucho, que os abrazo, que os acaricio...

No soy un convidado de piedra cuando dos o más se reúnen en Mi nombre, sino que Me hago de tal manera presente, que en este caso, he deseado que vuestros sentidos físicos percibieran Mi persona.

Te dije, que haría signos y prodigios contigo Esther.

Los hago y los haré mayores.

Recíbelos con gran humildad y con gran gozo, puesto que son para ti y para los que te rodean.

Han llegado los tiempos de las flores entre tú y Yo.

Te regalo Mis amores con estos aromas, como en el Cantar de los Cantares.

Llévame en ti adondequiera que vayas.

Y Yo te iré donando aromas, luz, sabiduría, fortaleza, inteligencia, compasión, misericordia, caridad, fe, júbilo, hermosura por doquier.

Eres Mi enviada para hacer conocer Mi gran amor.

Y el enamorado va siempre regalando a su amada delirios de amor.

Tú llevarás a los demás Mis regalos.

Irás dándolos apenas sin percibirlos.

Y eso te corroborará todo lo que te estoy diciendo:

Que vivo en ti, que, al darme las llaves de tu alma, la he inundado de dones celestiales para los demás.

¡Estherita Mía!

¡Cómo te estrecho contra Mi pecho!

¡Qué grandes son Mis amores!

¡Como deseo habitar en todas Mis criaturas como habito en ti!

Di a tus hermanos que Me abran su corazón y haré en ellos prodigios de misericordia.

Ahora, vuelve a tus ocupaciones, pero sabiendo que Yo estoy tan vivo y tan presente en ti, que en cualquier momento Me manifestaré para tus hermanos.

Confía en Mí.

Espéralo todo de Mí.

Te amo.



8 Septiembre 2009



22,22 p.m.



Esther:

Amado Jesús, esta mañana al levantarme, estaba profundamente asustada por mi falta de salud.

Mi estómago estaba inflamado, y me invadía una tristeza enorme.

Fui a la Eucaristía a pedir Tu sanación.

Comulgué.

Te pedí que Tu sangre sanara mi sangre y que Tu cuerpo sanara mi cuerpo.

Comencé a sentirme mucho mejor.

Antes de almorzar la paz me invadió por completo, y tras la siesta, sentí que había rejuvenecido o sanado.

Quiero Señor darte todas las gracias que puedan darse de parte de un corazón muy agradecido por Tu bondad.



Tras la comunión me dijiste las siguientes palabras que anoté rápidamente en una libreta:

Qué complacido estoy con vosotros.

Habéis saltado de la razón a la fe.

¡Con cuánta ternura habéis llenado Mi corazón!

Sólo este acto de fe, el creer Mis palabras, os ha hecho dignos del cielo.

A partir de ahora, vivid de la fe en Mis promesas y en Mis anuncios para vuestra salvación.

Mi complacencia por vuestra confianza en Mí, desciende desde el cielo sobre vosotros.

Os inundo con Mi bendición celeste.

Os bendigo con Mi paz.

AMÉN.



Y anoche, Jesús querido, me despertaste a las 3,00 a.m. y me pediste insistentemente que orara.

Yo te dije que estaba muy cansada y que oraría en la cama.

Pero tú anoche, me pediste un mayor esfuerzo y me dijiste:

“Levántate, es muy importante que ores conscientemente”.



Yo obedecí Señor, recé el Rosario y luego el Oficio Divino.

Al orar las lecturas de este día, supe que me habías levantado para oír esas palabras tan importantes para la situación que estamos viviendo.

Me hablaste de la desolación que viene, de que ningún justo caerá en esa gran tribulación, y de que Tus palabras deben oírse en todo el mundo pero puestas en la Iglesia para que ella sea la intérprete.

Gracias Jesús.









10 Septiembre 2009



En la siesta, casi dormida.



Jesús:

Esther, Mis señales comienzan a aparecer para que la conversión vuestra sea inminente.

Comenzarán los terremotos, las plagas, el hambre, la enfermedad desconocida e incurable, la desolación...

Y por lo tanto la mirada hacia el cielo de muchas almas que encuentren únicamente en Mi, la ayuda.

No temáis nada vosotros, Mis justos, los que Me esperáis a Mí.

No se turbe vuestro corazón por los acontecimientos y catástrofes que van a comenzar de manera inminente.

Antes bien, sabed que son acontecimientos precursores de Mi venida en gloria y en gracia para vosotros.

No os desoléis por los dolores de parto que ha de sufrir la humanidad, pues esos dolores de parto son necesarios para el nacimiento del mundo nuevo en el que quiero que viváis hasta el fin del mundo y la entrada en el reino de todos los seres creados por Mi corazón.

Desterrad los miedos, dejad a un lado los medios humanos porque no podrán impedir las catástrofes para salvación y sanación de las almas.

Espero y deseo que haya millones y millones de conversiones cuando Mi poder se cierna sobre la tierra en forma de catástrofes.

Porque sólo ante el horror, el alma humana que está tan perdida, puede girar su cabeza hacia el cielo.

He llegado hasta el último momento esperando vuestra conversión.

Pero llegan insignificantes conversiones, a las que acogeré con todo Mi amor, pero son del todo insuficientes porque Satanás los tiene ya atrapados en unas redes invisibles pero mortíferas.

Yo vengo precisamente a destruir esas redes que aprisionan a las almas creadas por Mi Padre y amadas hasta la locura por Mí.

Ahora, Esther, Mi hija y dócil instrumento, duerme tranquila.

Reposa en Mis brazos como habéis de reposar todos los justos antes de la gran tribulación.

Confiad en Mí hasta tal punto que aunque tiemble la tierra y aunque caigan granizos de fuego, sepáis que por Mi protección nada os va a ocurrir a vosotros.

Es muy importante vuestra fe en Mi y en Mi protección en momentos tan terribles, en momentos tan dominados por Satán.

Os quiero con todo Mi corazón.

Os cuidaré a todos como Mis elegidos.





20 Septiembre 2009



9,13 a.m.



Jesús:

Esther querida, estás en Mi presencia.

La paz y la sensibilidad que tienes en tu alma provienen de Mí.

Yo invado con Mi paz.

Yo inundo de amor.

Sé que quieres llevar una vida santa y Yo te ayudaré.

Lo único que tienes que hacer es mantenerte muy pegadita a Mí.

De esta manera, siendo dócil a Mis movimientos en tu alma, llevarás un camino recto, ascendente, sencillo y santo.

¿Queréis, almas queridas, seguirme?

No es difícil, como os susurra el enemigo al oído.

Yo ya he sembrado la santidad en vuestras almas cuando os creé.

Seguid en pos de Mi, corderitos amados.

Yo soy vuestro pastor, vuestro amantísimo pastor que va delante en el camino que habéis de recorrer, protegiéndoos de todo mal, de toda intrusión del enemigo.

Yo doy Mi vida por cualquiera de vosotros y no tengo reparo en cuidar personalmente y con mimo a cualquier corderito.

¡Es tan grande Mi amor por cada uno de vosotros!

¡Es tan tierno Mi corazón de pastor!

¡Venid a Mí, corderitos pequeños!

¡Venid que os abrace, os de Mis ternuras, os de Mis besos, y os dé el alimento y la bebida que sacian verdaderamente!

Sentaos junto a Mí en la pradera.

Todos podéis ir viniendo a Mi regazo para que os acaricie, os estreche contra Mi pecho y os colme de cantos celestes.

Nada temáis en esta vida puesto que Yo Me hago defensor personal de vuestra integridad.

¿Quién como Yo?

¿Quién tan amante?

¿Quién tan bondadoso y tan solícito?

¡Brincad de gozo, corderitos amados!

¡Vosotros sois la alegría del pastor!

¡Nada hay nada tan deseado por el pastor como su rebaño!

Y ese rebaño, encargado al pastor, es cuidado primorosamente por Él, que todo lo ve, que todo lo controla, que todo le obedece.

¡Corderitos Míos…¡

¡Sois Mi propio corazón!

¿De qué temer?

¿De qué asustarnos?

Vivid siguiendo Mis pasos y nada os faltará.

Habrá días de sol y días de lluvia.

Habrá días con más calor y días con más frío.

Pero Yo siempre estoy con vosotros y os resguardo de la lluvia, y refresco vuestro calor.

Yo equilibro las inclemencias del tiempo de la vida, porque Yo siempre os cuido, porque Yo os amo.

¡Ovejitas perdidas que aún no Me habéis conocido!

¡Oh, venid a Mí todas las que han dejado de ser cuidadas!

¡No tengáis miedo de entrar a formar parte de Mi rebaño porque aquí encontraréis alimento, bebida, hogar, ternura infinita, alegría en el alma!

Ni una sola ovejita que quiera ingresar en Mi rebaño será despreciada ni abandonada.

Todo lo contrario, hijos Míos, Mis puertas están abiertas para recibiros con todo Mi amor.

Las que venís heridas, enfermas, tristes, e incluso muertas ya y arrastradas por vuestras hermanas hacia Mí, todas vosotras gozareis de Mi predilección.

Curaré a las heridas, sanare a las enfermas y resucitaré a las muertas.

Yo soy el buen pastor.

El verdadero pastor de las ovejas.

Nadie hay como Yo.

Y Yo os deseo.

Y Yo estoy loco porque vengáis a Mí y os dejéis amar.

Estrellita de tu Dios, sal a los campos, sal a los caminos, pregona Mi apertura a todas las ovejas de este mundo.

Diles cómo es Mi corazón de tierno.

Diles que no se asusten de acercarse a Mí, porque en Mi tienen todas sus ansias cubiertas y Yo deseo cubrirlas.

Más aún, deseo desbordarme en cuidados especiales para con las más sufrientes.

Esta es Mi misericordia:

Cuanto más heridas están, más Me vuelco en ellas.

El pastor, el buen pastor, es también padremadre, hermano, amigo, médico...

Yo lo soy todo.

En Mí está todo contenido.

Os estoy esperando lleno de amor.

Yo os amo a cada uno de vosotros desde toda la eternidad.

AMÉN.



22 Septiembre 2009



00,08 a.m.



Jesús:

Me sirvo de ti para los demás.

Confío y deposito en ti Mis palabras que no son solo palabras sino que es Mi corazón profundo y anhelante por vosotros.

¿Tendrás la paciencia y la perseverancia que necesito?

No tengas miedo de nada.

No te asuste nada.

¿No ves que Yo estoy en ti?

Ya sabes que existo.

Te he hecho conocer signos y no debes olvidarlos jamás.

Así, cuando te asalten tantas dudas, acuérdate de los signos.

Los signos que te he regalado no son para que surtan efecto en ese momento sino para que queden grabados en tu alma y te sirvan de anclaje cuando creas que tu barco se hunde por los miedos y las dudas.

Esta obra la dirijo Yo, pero os he nombrado ministros y operarios de ella.

Es una obra de amor.

Y en esa obra de amor imperará el himno a la caridad que expresa cómo debéis amar y llevar a cabo esta obra de difusión de Mi mensaje.

El sacerdote que te he puesto como director espiritual os guiará porque él es fiel a Mi palabra y a Mi amor y no se deja engañar.

Yo le daré Mi luz porque él ha abierto su corazón a Mis palabras y a vosotras.

Su prudencia y su lentitud os protegerán del enemigo.

Seguid todas sus instrucciones.

Deposito en él Mi más absoluta confianza para que os dirija.

Para él, Esther, te pido la obediencia.

La obediencia a mi hijo sacerdote será lo que os mantenga protegidas de la furia de Satanás.

Preparad con todo vuestro amor las palabras de Mi amor para Mis amadísimos hijos.

Que vuestra labor en la preparación de estos escritos sea la labor de un delicado artesano que hasta en el más mínimo detalle da brillo a su obra.

Porque de este esfuerzo vuestro a la hora de preparar con esmero las palabras que han salido de Mi corazón, en este esfuerzo y de este esfuerzo, dependerá la salvación de muchas almas a cuyas manos lleguen los mensajes.

Por eso, aunque atendáis vuestros deberes, cada vez que os pongáis a preparar los escritos, orad antes al Espíritu Santo, a Mi madre María y a los ángeles y santos del cielo para que todos colaboren en esta obra primorosa que ha de llegar a los confines de la tierra y que será traducida a idiomas diferentes.

Me complazco en vuestra pequeñez.

Y esa pequeñez y limpieza del alma harán que los escritos queden aromatizados por la santidad de su contenido.

Así que, hijas Mías, comenzad la labor sin prisa pero perseverantes, en oración y en amor.

Yo mismo estaré junto a vosotras en esta labor.

¡Si supierais cómo estoy de cerca!

Tenedme presente en todo momento porque, aunque no Me veis con los ojos del cuerpo, estoy presente y habitando en vuestras almas con mayor realidad y verdad que si pudierais verme y tocarme.

No os ofendáis por la actitud de Mis queridos sacerdotes.

Tened tan alta misericordia con ellos como la que se pueda tener con un drogadicto o un alcohólico que quieren pero no pueden.

Mi corazón se complace con vuestros corazones y vuestro sufrimiento lo permito para que ayudéis con toda vuestra alma y toda vuestra fuerza a Mi querida Iglesia jerárquica.

Si no os permitiera ver en qué estado están Mis sacerdotes, no podríais apreciar la gravedad de la situación y no tendríais tantos bríos como habéis de tener para sanear Mi casa, Mi dulce casa donde habito más que en ningún otro lugar pero que está, en muchos casos, sucia, maloliente, sin víveres, anquilosada y oscura.

Creéis que vuestra labor es pequeña, pero Yo os digo:

¡Qué alta labor!

¡Qué ayuda tan preciosa tengo en la tierra!

¡Cuánto Me agrada vuestro ofrecimiento para servir a Mi corazón que solo desea vuestro amor!

Dejad de llorar y de arrastrar el alma.

Vais con las manos cargadas de brillantes, esmeraldas, diamantes y todo tipo de perlas preciosas.

¿Cómo que entonces vais decaídas y tristes?

Sabed bien lo que lleváis entre manos y eso os hará dichosas.

Sabed que elijo a los más pobres y vosotras sois pobres de espíritu.

Por eso en vuestra pobreza de espíritu, Mi propio Espíritu Santo se aposenta y gobierna vuestras vidas.

Queridas hijas Mías, quedaos con Mi beso de amor y de agradecimiento.

Dejaos abrazar fuertemente por Mí porque así os daréis cuenta de cuánto os amo y cuanto os cuido.

Confiad en Mí y no temáis a nada ni a nadie.



23 Septiembre 2009



22,08 p.m.



Padre Pío:

Eres muy amada por Cristo Nuestro Señor.



Esther:

¡Soy pecadora!

Quisiera confesarme con usted de mis graves pecados.



Padre Pío:

Hija, confiésate.



Esther:

No domino, a veces, mis apetencias.

Padre Pío:

¿Sabes, hija?

Dios permite tu debilidad, y una gran debilidad, para preservarte de la soberbia de creerte buena.

Es tan atroz tu pecado para ti, que sólo imploras clemencia y misericordia.

Así ha de ser.

Si no tuvieras debilidades, Nuestro Señor te las daría para que no se perdiera tu alma.

No temas ofenderle.

Sólo, ámalo como sólo tú lo sabes amar.

Con tu forma propia.

No te culpe Satanás de algo que Dios permite para que no te pierdas en la soberbia de la perfección.

Dios actúa así por amor.

Te deja un aguijón y te lo mantiene para que te salves por la humildad de sentirte una gran pecadora.

Ama y adora.

Reza, espera y no te preocupes.

Tu Dios te ama.

Y yo te amo.

Yo, Pio, te custodio y te protejo como padre desde el cielo para que no abandones a Jesús que tanto te ama.

Que tus debilidades humanas te acerquen más a Él.

Y no creas que nosotros, los que ahora somos santos en Cristo, no las tuvimos.

Cada uno tuvo su aguijón: la soberbia, el egoísmo, la pereza, la rebelión...

Pero Dios todopoderoso hará ver Su brazo y te las quitará en el momento en que sepa que no te producirá soberbia el estar en un grado de perfección en el que tú lleves todas las riendas junto con Cristo.

Te bendigo como sacerdote desde el cielo donde todos somos sacerdotes de Cristo nuestro amado creador.

Yo, Esther, tengo ya la plena felicidad pero por gracia de Dios, ayudo a todos los que Me invocan.

Vive en paz.

Vive en el amor de Jesús.

El te ama y tú lo amas.

Nada más importa.



25 Septiembre 2009



10,30 a.m.



Esther:

Ayer, amado Jesús, pase un día muy malo.

Es de esos días que tengo de parálisis.

Me supe una pecadora empedernida.

Sentía que Tú, mi gran amado, me rechazabas de Tí.

Era un sufrimiento del alma y del cuerpo, tan profundo, Jesús, que me dejó paralizada durante todo el día.

No fui al trabajo y tampoco a misa.

Y en mi dolor pensé que lo único que podía hacer era intensificar mi oración.

Y yo, Jesús, imploraba a Tu corazón que me perdonases y me dieses la gracia para no ofenderte jamás.

Hoy estoy mejor, querido Jesús.

Deseo recibirte en mi alma por medio de la Eucaristía.

He buscado alguna misa, pero como estaba citada a las 10 de la mañana, aún no he podido ir.

Te pido ahora mismo, mientras escribo esto, que vengas a mi alma como rey de mi vida.

Alfombro Tu entrada con las flores más bellas que Tú mismo has creado en la tierra.

Aromo el aire con los perfumes de mi arrepentimiento sincero por todos los pecados de mi vida, pasados, presentes y futuros.

Ilumino Tu entrada a mi pobre alma con la antorcha incandescente de amor que Tú, por misericordia, has dejado permanentemente encendida en mi corazón.

Deleito Tus oídos, Jesús querido, con la música de mis amores, salpicada de besos tiernos en Tus manos y en Tus pies.

Adorno mi figura con vestiduras blancas que te harán ver que, aún en una gran pobreza, la pureza de mi cuerpo y de mi alma son deseos, casi siempre conseguidos sólo por un derroche Tuyo de gracia sobre mí.

Prepararé anillos para colocártelos, en seguida que llegues a mi alma, que serán pequeñas mortificaciones que he podido realizar para embellecerte.

Y te colocaré una corona de besos que curarán todas las espinas que hermanos míos, ciegos por completo, te ponen sobre la sien.

¡Oh Jesús, cómo te quiero!

¡Cuánto te necesito!

Hazme Tu más humilde servidora amante.

Derrama Tu Santo Espíritu sobre mi pobre ser.

Hazme parte de Ti, belleza suprema.



Espíritu Santo:

Estamos todos junto a ti.

El cielo en su totalidad te roza el alma y agradece tu tierno corazón para con tu Jesús.

Mis gracias, Esther, se derraman abundantemente sobre ti.

Mis perfumes también se hacen presentes para aromatizarte de amor.

¡Oh Esther!

¡Dulzura Mía!

¡Niña de Mi corazón!

¡Vive en Mí y de Mí!

!Espéralo todo de Mi!

Todo lo mejor es lo que Yo deseo para ti.

¿Juegas Conmigo, dulce niña?

Soy el Espíritu Santo que habita en ti y se deleita y te deleita.

¿Juegas al único y verdadero juego?

¿Me das la mano?

¿Deseas danzar Conmigo?

Yo soy el AMOR.

Nuestro juego celeste es el AMOR.

Tu vida ha sido creada por AMOR.

Todo, preciosa niña, consiste en AMOR.

El amor no defrauda.

El amor siempre crece.

El amor no tiene fin.

¡Danzad en amor, oh hijos Míos queridísimos!

¡Dejadme entrar en vuestras almas y os sembraré con semillas bellísimas de amor!

SED AMOR.

SIEMPRE AMOR.

ETERNAMENTE AMOR.



26 Septiembre 2009



22, 45 p.m.



Esther:

Señor Jesús, siento tanta culpa sobre mis hombros, que voy arrastrando mi ser ante Ti.

Creo, Señor, que has elegido un mal instrumento poque si estudian mi vida verán que no doy suficiente fruto santo.

Y lo peor de todo esto, Jesús amado, es que Yo me siento impotente para salir por mi misma de mis grandes debilidades.

Sólo deseo orar y orar para pedir perdón y suplicar fortaleza para mi alma.

Tengo muchos miedos Jesús.

Paso los días en una gran soledad y a veces pienso que puedo deprimirme de verdad.

Añoro profundamente que se cumpla Tu promesa.

Se me inundan los ojos de lágrimas cuando pienso en esto.

Y me pregunto si mi ansiedad tiene algo que ver con todo este sufrimiento.

¡Oh Jesús todopoderoso y bendito!

¡Compadécete de tu niña!

¡Mírame con misericordia y benevolencia!

¡Aúpame y estréchame contra Tu pecho porque sólo en Tus brazos puedo descansar!

¡Deja que recline mi cabeza en Tu pecho y oiga los latidos de Tu corazón!

¡Recógeme Tú mismo, no me dejes en esta postración!

Dime qué puedo hacer yo que no haga.

Y dame la gracia para hacerlo.

Si es orar más, dame el don de la oración.

Si es dominar la esclavitud a la que me somete este cuerpo de carne, dame la gracia de la fortaleza.

Háblame, Jesús.

Explícame tus caminos hasta donde yo pueda entender.

Porque estoy frente a Ti hundida en el polvo, asustada y triste.

Consuélame por favor.

Hazte presente a mí.



Jesús:

¡Estherita dulce de tu Dios!

¿Cómo puedes pensar que Me olvido de ti y te abandono?

Sé que estás sometida a mucha presión.

¿No sabes que vivo en ti y siento todo lo que tú sientes?

¡Comprendo tanto vuestras miserias y debilidades!

No tengáis vergüenza de depositarlas ante Mis ojos.

Es así como obtendréis la liberación de ellas.

De nada Me asusto, de nada Me escandalizo.

Soy santo y precisamente Mi santidad conlleva una infinita misericordia y aceptación para liberaros de las debilidades y pecados.

Estherita...

¡Cuánto eres amada!

Deposita esta noche ante Mi mirada todos tus pecados, todas tus debilidades, todos tus miedos y congojas, todos tus deseos, todos tus proyectos, todos tus amores...

Que nada de eso sea obstáculo entre tú y Yo.

Arrójalos de ti y pon todo a Mis pies:

Lo que te hace sufrir y lo que te hace gozar.

Junto a Mis pies he colocado una alfombra roja donde puedes depositar todo lo que te inquieta.

Esa alfombra será pisada por Mis pies benditos y todo aquello que hayas dejado sobre ella, será transformado en bien para ti:

Tus miedos, dejados a Mis pies, te harán más valiente.

Tus dudas, Esther querida, fortalecerán tu fe.

Tus angustias ante el mundo, te harán soldado valeroso al frente de Mis hijos descarriados.

Tus amores, serán bendecidos por la Trinidad para santificarte en lo que es Nuestra esencia.

Tus proyectos se ordenarán a un fin santo, sagrado, celeste.

¿Has visto Mi creación?

¿Has observado con qué perfección funciona todo?

Pues esa perfección no es nada a lo que puedo hacer con todo lo que tú Me ofreces para que Mis manos lo transformen.

!Pobres hijitos Míos, que nada veis ni entendéis!

Identificaos hasta tal punto Conmigo que Me dejéis ser vuestras manos modelando todo vuestro ser.

Si Me desatáis las manos, en uso de la libertad que os he concedido, haré verdaderos prodigios con vosotros.

Sólo tenéis que dejarme actuar y no preocuparos de nada más.

Yo entonces tomaré todo vuestro ser como propiedad personal puesto que os habéis entregado a Mí en plena libertad.

Y seré Yo el que se encargue de vuestra felicidad y vuestra santidad.

¡Dejadme hacer en vosotros, criaturas amadísimas!

¡Dejaos cuidar por Mí!

¡Dejaos amar inmensamente por Mí!

Sólo os pido una primera oportunidad.

¡Concedédmela!

¡Dejadme al menos una vez modelar vuestra alma y encargarme de vuestros asuntos!

No os defraudaré.

No os fallaré.



29 Septiembre 2009



Esther:

Buenos días Jesús.

Sigo con vértigos pero me encuentro un poquito mejor.

Yo, Señor, con mi voluntad acepto tu voluntad de sentirme enferma.

En mi lógica humana, tan pobre, quisiera estar sin mareos sobre todo para trabajar y no cargar a mis compañeros con mi propio trabajo, junto con no señalarme por estar enferma como el año pasado.

Pero como me dijo mi hijo, inspirado por el Espíritu Santo, la historia que haces con mi vida, Señor, es perfecta.

Y de los miles de millones de posibilidades que tenías para mí en estos días, la mejor ha sido dejarme postrada sin apenas servir para nada o para nadie con estos vértigos.

Por eso Señor quiero darte las gracias, porque todo me viene de Tu mano amorosa, aunque yo no lo entienda.

Ayúdame tan sólo, a estar alegre aceptando Tu voluntad.

Y si lo ves bien, sáname Señor.



Jesús:

No estoy triste ni enfadado contigo.

Eres de algodón para Mí, tan suave, tan tierna...

¡Yo te abrazo con tanta ternura!

Nada temas en Mis brazos.

Sí, Yo dispongo de tu salud, y Mis juicios sobre ti son rectos y para tu bien y santidad.

Al sentirte enferma e imposibilitada, te he hecho conocer la impotencia de quienes están enfermos y postrados, dependiendo en su gran debilidad, de los hermanos a los que les he otorgado la salud.

Quiero que en adelante, te compadezcas con inmenso amor de los enfermos.

En los enfermos habito de una manera especial.

Ellos son un baluarte para todos vosotros.

¡Habéis de estar tan agradecidos a los enfermos!

De ellos os proviene la salud espiritual que es mucho más alta que la salud corporal.

Cada vez que veas a un enfermo, con cualquier tipo de dolencia, recuerda cómo te sentiste cuando estabas enferma y postrada.

Necesitaste mucho más amor que de ordinario, y aquel que se acordó de ti, quedó grabado en tu corazón y sanó gran parte de tu dolor.

Porque la enfermedad conlleva también una gran soledad ante la vida.

El enfermo tiene que cargar con la cruz de su enfermedad…

¡Y se siente tan sólo!

Así Me sentí Yo cargando con Mi cruz y Mi dolor.

Por eso, Esther, quienes en ese caminar tan duro, que fue Mi llegada a la cruz, se acercaron para darme agua, limpiar Mi cara, sonreírme, mirarme con ternura y comprensión...

A ellos…

¡Les devolví tantos dones!

Cada vez que veáis a un enfermo, sabed que soy Yo.

Y además, un Cristo muy necesitado de vuestras atenciones, vuestra entrega y vuestro amor verdadero y sin límites.

Podéis hacer con un enfermo exactamente los mismos méritos que si Me vierais pasar por el camino del calvario cargando con la cruz, lleno de heridas y de dolor, y os acercaseis a Mí.

Os aseguro, Esther, que será muy alta y gozosa la recompensa de quienes cuidan y aman a los enfermos.

Sé tú, la más amorosa y entregada a los enfermos.

Hazlo por el amor que Me tienes a Mí.

Deja de mirar con los ojos de tu cuerpo a los enfermos, y al mirarlos con los ojos de tu espíritu, verás que es Mi cara, que son Mis manos, que son Mis heridas, que es Mi dolor y Mi sufrimiento el que tienes delante.

Y tantas veces, Esther, Me has pedido poder abrazarme y besarme, que te entrego como un tesoro a Mis enfermos, porque en ellos estoy tan presente que cualquier abrazo, sonrisa, cuidado, conversación, delicadeza...

Todas son para Mí.

Amén.



30 Septiembre 2009



Jesús:

No podéis salir al mundo si no es revestidos con la poderosa arma de la oración.

Y para orar y encontrarme verdaderamente, habéis de hacer mucho silencio en vuestro corazón.

Yo os ayudaré y os enseñaré a orar.

Os quiero y estoy celoso de vosotros.

Quiero que os cobijéis mucho más en Mí porque Yo…

¡Tengo tantos dones que daros!

Soy Yo el que quiero llevaros un manto de ternura y sabiduría para que os acerquéis más a Mí.

Haced vuestras tareas con mucho amor, pero reservadme a Mí tiempos importantes de contemplación.

Y la contemplación, lejos de ser un silencio ante Mí, es un continuo bullir de amores entre Yo y vosotros.

Quiero que aprendáis a escucharme también.

Yo os hablo a todos, y os quiero hablar directamente desde Mi corazón.

Por ello insisto en que hagáis silencio en el alma.

Porque Yo hablo en el silencio.

Os espero con la mente callada y los labios cerrados para que sean, Mi mente y Mis labios, los que os hablen de Mi amor.

Hay una promesa para quien me lee en estos momentos:

Quiero manifestarme de manera más clara a tu alma.

¡Te amo tantísimo!

¡Te deseo tantísimo!

¡Estoy tan enamorado de ti!

Eres una criatura única para Mí.

Si no Me das tu silencio para que Yo te pueda hablar, nadie en este mundo podrá calmar Mi sed de ti.

En esos silencios profundos de tu alma Yo la revestiré de una fuerza del cielo para salir al mundo y entregar el gran tesoro de tu vida, que soy Yo y Mi inmenso amor por la humanidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario