sábado, 15 de octubre de 2011

OCTUBRE 2008





12 Octubre 2008



8,17 a.m.



Esther:

¡Buenos días mi enamorado Jesús!

¡Cuánto he deseado ir a Misa y recibirte y he faltado estos tres últimos días!

Ahora ya estoy duchada y vestida para hacerte mío y entregarme por entero a Ti.

¡Dulce Jesús!

Qué bueno eres conmigo.

Mi torpeza y mi debilidad no hacen que me rechaces; todo lo contrario.

Me dices que me lance a Tu misericordia.

Y así lo hago.

De lleno me zambullo en Ti para que auxilies mi debilidad.



Dios Padre:

Acurrúcate en Mí.

En Mis entrañas.

Mi amor por ti es enormemente alto.

Yo sé, Esther, que Me amas mucho.

Y digo la verdad.

No pienses que Me abandonas.

Abandonarme lo hacéis cuando pecáis y Me arrojáis de vuestras almas.

Pero las debilidades que podáis tener por no hacer las cosas todo lo bien que deseáis, ante Mí y para Mí, no me hacen despreciaros.

Es más, enternecen tanto Mi ser, porque sé de vuestra pequeñez, que más Me lanzo a socorreros.

Como a un bebé que tropieza porque ha errado la dirección de sus piececitos al no poder controlar al mismo tiempo el caminar y el eliminar los obstáculos difíciles.

Un Padre, viendo a su hijo esforzarse y caer una y otra vez, no le hace abandonar a su criatura, todo lo contrario.

Más se interesa por estar a su lado, levantarlo del suelo y consolarlo, sujetando, si fuera necesario, todo su cuerpecito, para que se enderece y siga caminando con alegría.

Yo soy el mejor de los Padres, el más tierno, el más paciente, el más cercano, el que más ama.

Por eso Esther, no sufras tanto ni te desesperes si no Me has podido ofrecer aquello que te propusiste para darme mayor gloria.

Ten presente que en esas caídas, tu Padre se agachará y te recogerá de inmediato.

Y estará más junto a ti que nunca.

Porque Mi amor se desborda siempre con vosotros, pero mucho más cuando sufrís.



Esther:

¿Por qué estás serio, Jesús?



Jesús:

Porque te amo y te he echado de menos estos días.

No faltes a tu cita Conmigo y recíbeme en la comunión todos los días.

Hazlo porque Yo deseo habitar en ti.

Me siento muy solo y muy abandonado de multitud de corazones.

El tuyo es único para Mí y deseo vivir en él, día y noche.

Anda, date prisa, ven a la Iglesia y déjate amar por Mí.

Yo soy el que te ruega que me hagas tuyo en la comunión.

Estoy deseando unirme a ti.

Te colmaré de ternura.

Sabrás quién te ama desmesuradamente y no puede estar sin tu amor.

Soy Yo, tu prometido.

Jesús de Nazaret.

Te deseo en Mí y me deseo ardientemente en ti.

¡Corre!

¡Te espero en el Sagrario!

Sácame de Mi cárcel y llévame a tu corazón.

Te amo infinitamente.



23,40 p.m.



Jesús:

Nada temas.

Nada temáis.

Yo os fortalezco.

Yo os sostengo.

Mi plenitud está en vosotros.

Hoy me complazco en tu corazón al que tantísimo amo.

El Espíritu Santo te dicta lo que escribes.

Yo, Jesús, te hablo muy bajito y despacio.

Toma nota de todo, Esther, como te ha dicho el sacerdote.

Ni una palabra que sale de Mi boca es baldía, toda tiene su cumplimiento.

Esta noche estás para Mí y Yo estoy para ti.

Ámame mucho.

No te de vergüenza el amarme tanto, porque Mi corazón se regocijará en tu amor y tu ternura.

Es verdad que Mi amor por ti es especial porque has llegado a ser niña.

Y esa es Mi delicia: que seáis niños ante Mí y Yo os provea de todo.



Dios Padre:

No temas, no te asustes, no te preocupes por nada porque tu PadreDios todo lo tiene solucionado para ti.

¡Oh, cuantas almas necesitan saber todo esto!

¡Ayúdame a ayudarlas!

Os necesito para hacer sensible Mi amor, Mi inconmensurable amor por vosotros.

Vienen tiempos difíciles, Esther.

Difíciles para el alma.

La oscuridad de Satán invade la tierra.

Manteneos firmes en Mi palabra, en Mi camino.

Muchas almas se perderán y Yo sufro y Me desangro por ellas.

Pero en las manos de Mis justos está su salvación.

Vuestra oración por los pecadores, por los que Me rechazan y Me hieren, los salvará.

Deseo vuestra oración, almas fieles, almas intercesoras por sus hermanos.

No sabéis aún el poder que os concedo con la oración.

La oración cambia Mis designios.

Mi ira se aplaca y se dulcifica con vuestra oración.

Ni un solo suspiro de vuestra oración deja de llegar hasta las entrañas de Mi corazón.

La oración, Esther, es todopoderosa.

La oración os hace dioses como Yo.

Todo lo podéis con la oración humilde, sincera y desbordada de fe.

Todo lo que Me pidáis os lo daré si creéis de tal manera en Mi, que no dudéis de que Mi amor por vosotros no fallará en concederos aquello por lo que pedís.

Cada Eucaristía es un canto de alabanza a Mi Hijo, al que tanto amo, de las personas que participan en ella.

¿Cómo no escuchar vuestras voces en la Eucaristía?

Suben hasta Mí como si nada existiera más que vuestras súplicas.

Hasta ese grado Me entrego en la inmolación de Mi Hijo.

Todo lo que Me pedís, realmente Me lo está pidiendo Mi amadísimo Hijo por vosotros.

Por ello, no dudéis que os lo concederé, porque es Él, el Cordero sin mancha, el que lo solicita a su Padre.

No dudéis ni de Él ni de Mí.

Somos fuente inagotable de gracia.

Acercaos más.

¡Venid a nuestra Trinidad y encontraréis tanto!

No desfallezcáis en la fe.

Manteneos en la prueba.

La corona de la perseverancia en la fe es segura.

Está preparada para los que se mantengan en la esperanza.

Y las coronas llevarán grabados a fuego y sangre de Mi Hijo, vuestros propios nombres.

¡Oh, mirad a Mi Hijo…!

¿No es en extremo el más bello?

Él, todo amor, se ha entregado por completo a vosotros.

¿Tenéis algo que reprocharle?

¿Por qué entonces no lo amáis como se debe?

¡Oh Esther!

Enseña a tus hermanos a amar como a ti te está enseñando Jesús.

Es tu misión.

Es lo que espero de ti.

Confío en ti.

Yo no te fallaré en esta empresa.

Lo más grande de Mi ser es el amor.

Yo soy el amor.



16 Octubre 2008



8,30 a.m.



Jesús:

Recógete para estar íntimamente Conmigo.

Que nada te distraiga de Mi presencia.

Yo soy tu hacedor.

Yo soy quien te ama, y en Mi amor es donde los demás pueden amarte.

Sé como éstas.

Como está tu alma y tu corazón.

Necesitas más oración.

Estar más tiempos Conmigo en quietud, sin hacer tantos quehaceres.

Quiero que te pongas frente a Mi cruz y me dediques tiempo.

Te echo de menos.

No soy Yo el que está callado para ti.

Tú eres la ocupada en hacer y hacer.

No tengas prisa en tanta actividad.

Me sirves más, abrazada a Mi pecho, escuchando lo que sale de Mi corazón para ti y para la humanidad.



Esther:

Sí Jesús, así lo haré.



Jesús:

Es muy importante para Mí vuestro tiempo junto a Mí.

En esos tiempos de intimidad, Yo me regalo a las almas.

Me dono en Espíritu y os doy la fuerza, la templanza y la valentía para resistir en el mundo.

Si salís al mundo sin esas armas, fácilmente os vencerá el enemigo.

Además, Yo gozo enormemente con el alma que, en silencio, deja de preocuparse por las cosas del mundo y se viene a Mí.

Yo me ocuparé más tarde de sus preocupaciones y aliviaré todas sus obligaciones mundanas.



00,37 a.m.



Esther:

Dime Jesus.



Jesús:

Sigo amándote con todo Mi ser.

Ya sabes que siempre te escucho y he transformado todo para hacerte feliz.

No dejes de escucharme ni de escribir lo que te dicta Mi corazón.

No tengas miedo de darte por entero a Mí, sin reservas, sin complejos.

Yo soy tu Dios, el que tanto te ama y te deseo íntimamente unida a Mí.

Con cada alma soy distinto.

Te colmaré de Mi amor.

Tu vida ya no será una cruz sino toda una manifestación de Mi amor.

¿Te hace feliz lo que te digo?



Esther:

Sí, Jesús, muchísimo.



Jesús:

El amor se embellece con el dolor pero es un dolor de amor el que tendrás.

Dolor por los que no Me aman y por los pecadores.

No obstante, tu vida rebosará de amor para que, en estos tiempos, tú des Mi amor a los demás.

Yo te necesito como enviada y mensajera del amor a Mi humanidad vacía de amor.

Para eso te creé.

Para el amor.

No te avergüences de amar con la intensidad que Yo te permita.

El amor quema.

Te quemarás de amor pero serás feliz.

Y al final, te llevaré en alas de ángeles para colmar tu esencia.

Para colmarte de Mi amor.

Tú, Esther, serás apóstol.

Un apóstol de amor.

Sólo hablarás de Mi amor, de Mi misericordia, de Mi belleza, de Mi ternura y del deleite que produce en el alma la entrega, en amor, a Mi persona divina.

¿Aceptas?

Por favor, deja que Yo te haga feliz si aceptas.



Esther:

Sí, acepto.

¿Cómo no voy a aceptar amar y ser amada?

Gracias amadísimo Jesús.

En Ti confío.



19 Octubre 2008



Esther:

¿Qué te ocurre Jesús?



Jesús:

Sufro con todos los que sufren.

Tengo Mi cuerpo malherido y deshecho.

Recógeme y abrázame.

Dame tu calor de enamorada y calma Mi enorme dolor.



Esther:

¿Cómo lo hago, Jesús?



Jesús:

Quédate en silencio junto a Mí y piensa en Mi dolor.

Comparte tú hoy Mi enorme tristeza.

Agonizo con los agonizantes.

Que ninguno piense que lo he olvidado.

Estoy con ellos en su lecho de dolor.

Sus dolores los llevo Yo en Mí.



22 Octubre 2008



21,15 p.m.



Esther:

Amado Jesús, estaba escuchando un programa de Radio María y me has dicho que deje todo y te escuche a Ti.

¿Que deseas de mi pobre ser?



Jesús:

Yo soy Jesús de Nazaret.

El que tanto te ama.

Estoy en plenitud en tu alma.

Yo te sostengo porque Yo te amo.

No temas tanto los problemas de la vida.

¿No recuerdas que Yo soy tu esposo?

Yo lo soluciono todo de la manera más perfecta.

Confía y descansa en Mí.

Te creé cuerpo y alma.

Yo sé que no sólo eres espíritu y que, por lo tanto, tu cuerpo te tiraniza con apetencias y pasiones.

Soy mucho más comprensivo que vosotros en vuestras debilidades corporales.

Yo os deseé así, no os hice ángeles sino hombres y mujeres.

No es lo más importante la debilidad de la carne sino la debilidad del alma.

Por ello, cuando te abrume tu pobreza corporal, piensa que es tu alma la que debe ser fuerte.

El que comas un poco más de la cuenta, el que estés cansada y no sientas las mismas fuerzas para orar que si no lo estuvieras, no es para nada importante.

Yo también lo sentí.

Lo que Me importa es la pureza de vuestro corazón y vuestros sentimientos.

No dejes pues, que el maligno te atormente con cargas que son propias de la naturaleza humana y te lleve a la desesperación o al desánimo.

No le prestes atención y confía en que Yo mismo, en el tiempo oportuno, te liberaré de esas cadenas.

Más bien, mira hacia adentro.

¿Es el amor y la compasión lo que rige tu vida?

¿Es el deseo de llevarme a tus hermanos?

¿Es la bondad la que impera en tus actos?

¿Dejas el juicio a Mi divina providencia?

Si así actúas, eres del todo de Mi agrado y debes vivir en paz.

No soy un juez justiciero.

Soy un Padre en extremo bondadoso y condescendiente con vuestra poca consistencia.

Si vivís buscando Mi reino, Mi ser habitará plenamente en vosotros y seréis, en vida, liberados de la tiranía del cuerpo.

Pero todo es un camino junto a Mí para haceros cada vez más como Yo.

No os preocupéis.

No sufráis.

Me tenéis a Mí, que lejos de condenaros os acojo con todo Mi amor y una sola mirada vuestra a Mí, con pureza y gratitud, hace que todo en Mi corazón quede olvidado respecto a vuestras faltas.

¡Oh Esther, cuánto te amo por ser tan amable a Mi corazón!

No encuentro en ti una sola maldad.

Eres un alma creada para el bien y la bondad y en tu libertad no has tenido miedo de responder con un sí a Mi deseo de crearte así.

Dichosos los que te conozcan porque Me conocerán a Mí en tu mirada de amor.

Dichoso el esposo que se unirá contigo porque participará de una gran delicia de amor.

Sigue caminando en Mi presencia y consúltame todo lo que necesites.

Yo te contestaré para que no yerres.

Sé tan pequeña que nadie te tenga en cuenta, sólo Yo.

Sé tan pequeña que nadie perciba tu ser sino que se llene de lo que destila: Mi propia dulzura y Mi excelso amor.

Nada temas pues Yo te guío.

Y sigue viviendo en Mí en todo momento.



En la cama ya, le pregunté a Jesús por qué a veces me habla Él y se mezcla con cosas que debe decirme el Padre.



Y Jesús me contestó que en mi alma mora toda la Trinidad y que, por lo tanto, los Tres me hablan cuando lo desean.



24 Octubre 2008



21,00 p.m.



Esther:

¿Qué quieres que haga, amado Jesús?



Jesús:

Estar junto a Mí.



Esther:

¿Por qué me das la gracia de hablarme tan claro al corazón?



Jesús:

Porque soy libre de hacer con Mis dones lo que desee.

No son tus merecimientos, sino Mi amor por ti, el que te concede dones.

Acurrúcate hoy en Mí.

En la soledad del amor íntimo entre los dos.

Sé que estás cansada y abrumada.

Por eso vengo a recogerte en Mi regazo de esposo.

Anda, recuéstate en Mi pecho y dime que me amas.

¡Eso me complace tanto!

Me permites gozar de ti, Mi amada criatura que sin resistencias se abandona a Mis brazos.

¡Cuánto deseo este encuentro de amor íntimo con las almas!

¡Cuánto lo deseo!

Entrarían en Mi paz.

La auténtica paz que sólo puedo dar Yo.



28 Octubre 2008



23,35 p.m.



Jesús:

Esther, he derramado Mi Espíritu sobre ti.



Esther:

Si Jesús, eso mismo me ha dicho hoy una hija tuya agonizante a la que he ido a visitar.



Jesús:

Quiero que me ayudes a salvar almas.

Esther, ¡cuánto te quiero!

Hay muchos pecadores sobre la tierra.



Esther:

Lo sé, Jesús, pero ¿qué hacemos?

¿Qué se puede hacer?



Jesús:

Ámalos a cada uno tal cual es.

Como Yo lo he creado.

Cada uno de tus hermanos es distinto y único.

Ama a cada uno de una manera singular.

Amóldate a cada personalidad y a cada corazón.

Y sobre todos, derrama Mi ternura.

El amor es lo único que va a salvar a los pecadores.

Ora mucho por ellos.

Ofréceme la Eucaristía por su conversión.

¡Tengo tanta pena por Mis hijos!

Muchos no se salvarán, salvo por vuestra intercesión.

Y Yo escucharé toda súplica que salga de un corazón bondadoso como los vuestros, Mis almas queridas, fieles y especialmente amadas por Mí.

Goza de Mi paz, goza de Mi amor.











30 Octubre 2008



1,15 a.m.



Dios Padre:

Escribe, escribe, Esther, todo lo que tengo que decirte.

Hoy quiero volver a hablarte de Mi amor.

Del inmenso amor que os tengo.

Me derrito de amor, Esther.

Desbordo de amor por vosotros.

Jamás en la tierra podréis comprender esto.

Hoy, Mi grito por vosotros es apasionado.

¡Oh dulces hijos Míos, cuánto, cuánto, cuánto arde Mi corazón de ternura por vosotros!

¿Cómo que no Me escucháis?

¡Mis gritos conmueven la tierra!

Hablo de Mi amor por muchas bocas.

Una es la tuya, Esther.

¡Si supierais de Mi ternura y de Mi delicadeza, caeríais rostro en tierra, suplicando Mis amores!

¡Oh, Esther, ayúdame, amando!

Ama por Mí, en Mí y para Mí a todos tus hermanos.

Sé Mi luz.

Yo soy el que brilla en ti porque te has dejado.

¡Que todos se dejen inundar por Mi luz!

Soy tan bello y os amo con tanta pasión, que vuestras almas pueden, si estoy Yo morando, iluminar los abismos.

Sed Mi luz de amor.

Danzo de amor.

Mi mismo amor dirigido a todos vosotros Me da plenitud.

Yo soy el amor.

Vuestro amor.

Vosotros sois Mis amados.

¡Amadme, pues soy amor y necesito vuestro amor!

La palabra más bella, el sentimiento más puro es: AMOR.

Amor es la misma palabra que Dios.

Mi Palabra, el Amor, se hizo carne por amor.

Sólo sabe amaros y bendeciros.

¡Si supierais cómo arde Mi corazón en un fuego inextinguible de amor purísimo!

¡Oh criaturas tan amadas y deseadas por Mi!

¡Venid a Mi regazo de Padre!

¡Venid que os consuele, os acaricie, os sacie de dulzura y de frescor!

¿Sabéis que hay en Mi corazón?

Únicamente bondad, perdón y misericordia.

¡Si entendierais esto o al menos lo aceptarais…!

!Esther, calma Mi sed de amor!

Dime esta noche:

"Padre mío, yo te doy todo el amor que criatura humana guarda en sí misma, para que Tú, dulce Padre, calmes tus ansias de amor.

Todo mi amor, Papaíto, es para Ti.

Para Tu gozo y para reparación por los que no son capaces o no desean amar al Amor de todos los amores".

Entrégate hoy por completo a Mi hueco de amor por tantas almas que aún no Me aman.

Sé tú, reparadora de Mi suplicio de amor.

Yo te colmaré de bendiciones por venir a Mí a consolar Mi corazón.

¿Cómo no entregarme por completo al alma, que sabiendo de Mi dolor, deja todo y viene a consolarme y a darme ternura ante Mi ausencia de amor por vuestra parte?

¿Cómo no darle más tarde todo lo que ella Me solicita?

¡Qué secreto a voces te comunico, Mi dulce Esther!

¡Venid, almas fieles, a consolar a vuestro Dios, y vuestro Dios os consolará y se derramará en bendiciones sobre vosotros!

Serás víctima del amor.

Sufrirás por amor.

Por tanto amar.

Como Yo sufro por amar desmesuradamente a Mis hijos.

Será un sufrimiento muy dulce porque a pesar de sufrir, Yo estaré constantemente inundando tu alma de Mi mismo amor.

Sólo te debe importar amar.

Amar sin excepción.

A todos los que Yo ponga a tu lado.

Amar.

Amar.

Amar.

Amar sin medida.

Amar sin esquemas.

Amar sin prejuicios.

Amar sin prisas.

Todo consiste en amar.

Te elijo apóstol sobre la misión más alta que jamás he puesto en la tierra.

Serás imagen de Mi amor.

Un amor cimentado en Mí.

Lee el pasaje del Evangelio sobre el Himno a la Caridad.

Grábalo a fuego en tu corazón e incluso en tu casa.

Ama así.

Eso calmará Mi corazón.

A ti, dulce hija, te inflamaré previamente de Mí mismo, porque la obra no es tuya.

Tú eres solamente instrumento de Mi corazón para hacer conocer Mi excelso amor por Mi criatura.

Déjate pues, invadir por Mí.

Abre las compuertas de tu ser y déjame que te haga Yo.

Yo seré el que ame en ti.






No hay comentarios:

Publicar un comentario