sábado, 15 de octubre de 2011

JUNIO 2010





1 Junio 2010



4,37 a.m.



Jesús:

Ponte en profunda oración e intercede por los pecadores.

Yo cuento contigo para la redención del mundo.

Yo te despierto y te levanto de la cama para que ores junto a Mí al Padre Eterno.

¡Cuántas almas son necesarias para reparar!

¡Cuántos corazones puros, cuyas plegarias sean oídas por el Padre!

Son las horas de las tinieblas para el mundo porque se desoye la voz de Dios.

¿Qué hacer, pueblo Mío, con vosotros?

¡Mi amada creación al borde del precipicio!

Os lanzáis a una muerte segura sin ser conscientes de que vuestras acciones os conducirán a la muerte eterna.

Necesito corazones puros que sirvan de salvavidas a los hijos que tengo en peligro de muerte.

Habéis de orar día y noche y llevar Mi mensaje a todo lugar, insistiendo a tiempo y a destiempo, sin daros tregua ni descanso pues la mies es mucha y los obreros pocos.

Y en Mi propia Iglesia, muchos de Mis sacerdotes han dejado de trabajar en el campo.

No se sacrifican por darme una buena cosecha.

Yacen tumbados al sol dejando que se agoste lo plantado por Mí.

¡Oh, Mis queridos sacerdotes!

Vosotros, a quienes os he puesto al frente de Mis campos, os pediré cuentas exactas de cada grano que se pierda.

¡Oh aquellos, que sin haber sido llamados por Mí, ni contratados con un salario, al pasar por un campo que moría de sed, han dejado sus propias labores y por puro amor, han comenzado a cuidar Mis tierras!

A ellos Me dirijo ahora:

¡Oh benditos!

!Oh dichosos!

Porque nada quedará sin recompensa.

Vuestra entrega generosa por enderezar los caminos torcidos, por dar agua y abono a Mis plantas, será acogida por vuestro Padre celestial con mayor agrado que sí, por vuestra capacidad personal, hubieseis sido puestos al frente de la labor.

Los coros de los ángeles os cantan sin cesar:

!Benditos y dichosos, pequeñines de Dios!

¡Vuestra es la herencia!

¡Vuestros los tesoros!

¡Vuestro el corazón mismo de Dios!

Estoy a punto de visitar Mi hacienda.

Llega el tiempo de recoger la cosecha.

Viene la gran tribulación.

Y heme aquí que llego a vosotros en gracia y majestad.

Separaré lo bueno de lo malo y sólo habitaré en los corazones puros.

Llega el final del tiempo.

¡Qué diferencia entre los pequeñines que han realizado una gran tarea sin haber sido especialmente llamados para ella, de los que habiendo sido capacitados, preparados y enviados a realizarla, no han cumplido con la promesa que Me hicieron!

Soy juez justo para todos.

El tiempo de Mi misericordia está tocando a su fin.

Aprovechad, pues, los momentos de gracia que quedan, porque enseguida vendrá Mi justicia sobre la tierra.

Amén.



2 Junio 2010



5, 43 a.m.



Esther:

Señor, desde que vine de la calle y me acosté, he sentido mucha culpabilidad por ser como soy, tan débil, tan falta de dominio personal…

En fin, siento una pobreza inmensa en mi ser y he sentido ofenderte.

Pero fiándome de Tu misericordia y de lo que me dijiste el otro día de que fuera Contigo de la mano y arrojara mi miseria en Tu misericordia, pues lo he hecho para que no me atormente más mi gran pobreza, porque no puedo superarla.

También he pensado que si seguía culpándome por ser miseria pura, podía haber algo de orgullo en mí, ya que, lo que realmente soy es miseria y he de aceptarlo.

No se trata de no luchar contra mis faltas, sino que cuando las tenga, Señor, quisiera aceptar, con humildad, que no he podido hacerlo mejor o no he sabido ya que lo que soy es una nulidad.

Y consciente de mi pobreza, acercarme a Ti con toda la humildad posible y pedirte que me ayudes.

Y pedirte que no tengas vergüenza o asco de mi y que me consueles por estar tan triste.

Y como decía santa Teresita de Jesús, rogarte que me des “doble gracia” que a las personas que son más fuertes que yo, para servirte y amarte mucho.

Y ahora estoy en la cama con el ordenador pequeñito y he descubierto que tiene una grabadora y me digo:

“A lo mejor el Señor me quiere hablar ya que, a pesar de estar ya en la cama con mucho sueño, tenemos aquí una grabadora…”

Y si es así, y le sirve a cualquier hermano lo que Él me diga, pues voy a invocar al Espíritu Santo y a guardar silencio por si el Señor, que vive en mí y yo en Él, quiere decirme algo.



Jesús:

Esther, Esther…

Conozco tu gran miseria y nada Me preocupa.

No es nada para Mí si Me amas con todo tu corazón.

El amar verdaderamente a tus hermanos, en Mí, borra las culpas y elimina las flaquezas.

De hecho, Estherita, las flaquezas y debilidades que tienes te dan la posibilidad de ser muy humilde.

Y el humilde es profundamente amado por el corazón de Dios.

Por eso, hijita Mía, os he creado vulnerables, débiles, con flaquezas y con miserias.

Porque si llegáis a la verdad, sabréis que esas miserias os hacen ser conscientes de vuestra pobreza y nadidad.

Y esa conciencia, en la verdad de vuestra inmensa pobreza, os hace humildes.

Y la humildad es el adorno más bello que puede tener Mi criatura.

Todos tenéis flaquezas de un tipo o de otro, para que todos podáis tener ese bellísimo adorno de la humildad.

No queráis pues liberaros de todas vuestras flaquezas porque os volveríais soberbios.

No obstante, si llegáis al conocimiento de que todo don proviene de Mi, seré Yo el que, en el momento adecuado para vuestra santidad, os quite esas miserias.

Porque ya no os afectará el no tenerlas, puesto que habréis conocido y gustado la belleza de la humildad y no querréis salir de ella.

Será en ese momento cuando, Mi mano amorosa, saque de vosotros esas flaquezas y las convierta en fortaleza plena.

No os desesperéis mientras Yo os mantengo en la debilidad, porque el que tengáis flaquezas, también es un acto de Mi amor.

Todo, Esther, lo que permito, lo que mando, lo que omito… en vosotros, todo está hecho por amor.

No intentéis comprender todas Mis actuaciones porque la sabiduría de vuestro Dios sobrepasa absolutamente vuestro conocimiento y comprensión de las cosas.

Sin embargo, aunque no comprendáis, fiaros en todo de Mí.

Porque lo importante ya os lo he revelado:

Todo ocurre por Mi amor inmenso a cada uno de Mis hijos.

Hasta el regalo de las debilidades personales que cada uno tenéis.

Hasta eso es un derroche de Mi amor.

Amén.



5 Junio 2010



4,38 a.m.



He leído unas apariciones de la Virgen María a un muchacho que se llama Rosario, en Catania.

Y me he puesto en oración y le he preguntado a Jesús si puedo escribir lo que Él me está diciendo.

Y Me ha dicho que sí.



Le he dicho:

Señor, es muy serio lo que acabo de leer:

La Virgen María está anunciando una venida inminente Tuya a nosotros.



Y me ha dicho el Señor:

Si, es muy importante.



Esther:

Señor, me recojo por completo en Ti.

Tengo mucha paz en el corazón.

Sé que Tu Espíritu Santo es el que me da esta paz.

Y estoy aquí, Señor, para ser instrumento de Tu amor.

Me reclino sobre Tu pecho amado y descanso en Ti.



Jesús:

Esther de Mi corazón...

¡Cuánto te quiero!

¡Qué amable eres para Mí!

Necesito almas dóciles que crean en Mí porque ellas serán las mensajeras de Mi corazón, de Mi amor, y de Mis planes para con esta humanidad.

No te dejes asustar por lo que ha dispuesto tu Padre Dios porque es muy necesaria una purificación del mundo.

Es imprescindible que en vuestros corazones habite el amor y la santidad.

Y vosotros no tenéis fuerza suficiente para abatir tanta maldad.

Es por ello Mi venida.

Yo siempre auxilio a Mis hijos.

No tengáis miedo, sino acogeos a Mi corazón.

Vienen tiempos terribles para las almas pecadoras que no quieren arrepentirse.

Pero es preferible que ante las catástrofes que se avecinan tengan éstas, Mis almas, la posibilidad del arrepentimiento ante su inminente muerte.

Esta gran tribulación que os aviso a todos, tiene como única finalidad vuestra salvación.

Por ello habéis de desearla y no temerla.

No es un castigo, es una inmensa y altísima purificación de Mis hijos.

Para la gran mayoría, la meta es su arrepentimiento y su entrada en la gloria eterna, en el paraíso, en la casa de su Padre que tanto los ama.

Para Mis almas fieles es una nueva vida invadida por Mi Santo Espíritu en la que todo se regenerará, hasta los cuerpos.

Con Mi venida sobre las nubes se curarán de inmediato las enfermedades.

Será una explosión de amor para Mis hijos fieles.

Verán cumplidos sus anhelos.

Desaparecerá su miedo.

Descansarán y reposarán directamente en Mi corazón purísimo y ardiente de amor.

Di, Esther, que nadie se asuste.

Tanto habéis rogado: ¡Ven señor Jesús! Que voy presto a por vosotros.

Porque Yo no os dejo abandonados.

Y esta venida Mía, como te he dicho, hijita, es para la mayor salvación de Mis hijos.

La gran mayoría se salvará del fuego eterno y es por ello por lo que en estos momentos de la historia y de los tiempos, vuelvo a la tierra.

¡Oh, Mis hijitos tan pequeños!

!Os quiero para siempre Conmigo en la eternidad!

¿Cómo pues, aunque sois malos, os he de olvidar?

Precisamente Yo he venido a por los pecadores.

Y para darles vida.

Y vida en abundancia.

He ahí la razón de Mi venida inminente.

Vengo no tanto para los justos que seguirán aquí gozando del edén, sino sobre todo a por los pecadores para darles la vida verdadera, la vida en abundancia,  la vida feliz, la vida eterna.

Comprended por tanto los motivos de Mi gran acto de amor.

Son motivos celestes, son motivos para la redención del mundo porque, hijita Mía, esta vida en la tierra no es nada para la verdadera vida.

Y aunque vosotros os aferráis a este tiempo tan pasajero, Yo, suprema sabiduría y supremo amor, realizo un acto de gran misericordia con todos vosotros y a cada uno le haré ver, en esa gran tribulación todos los pecados cometidos a fin de que su corazón de piedra se vuelva, en segundos, corazón de carne.

Y llore profundamente sus pecados ante Mi santidad.

Y al llorar sus pecados, Yo lloraré con él.

Lo perdonaré de inmediato.

Y lo cogeré entre Mis brazos para entregarlo, en amor, al Padre.

Los días de la gran tribulación serán muy duros pero servirán para vuestra gloria eterna.

No permitiré que os condenéis y tal como estáis, por Mi justicia, tendría que ocurrir así.

Porque el mal se ha apoderado de vuestros corazones.

La incredulidad, ha hecho acto de presencia en la mayoría de Mis hijos.

Los falsos apóstoles y falsos profetas, agoreros y videntes que nada ven… todos están provocando la pérdida de Mis chiquitines.

Y Yo, como una madre, Me acerco a vosotros para recogeros del peligro y de la maldad.

Os reúno en esa gran tribulación para salvaros eternamente.

Dime hija, ¿sigue inundándote Mi paz?



Esther:

Sí, Señor.

Tanta paz tengo en mi alma que sé con seguridad que no es una paz que pueda dar el mundo sino únicamente Tu, mi Dios.

Y eso me da la certeza de que eres Tu quien me habla aunque sean cosas tan difíciles de entender para mí y para mis hermanos.



Jesús:

Estoy en ti con Mi paz.

Y es por ello que soy Yo quien, a través de ti, anuncio a Mis hijos tan importante acontecimiento.

¡Oh Mi Estherita!

¡Mi pequeña Estherita!

Verdaderamente sólo los pequeños, los pobres de espíritu, los que tienen un corazón limpio, son los que pueden tener en su alma el reino de Dios.

Y tú, Mi hijita, que tantas veces te has ofrecido a Mí y Me has regalado tu corazón, tú, la más pequeña, eres depositaria de Mi alta sabiduría.

Di todo esto a tus hermanos.

No tengas miedo en avisar.

Porque es verdad todo esto que te digo y es tu deber preparar cuantos corazones encuentres para el momento de Mi venida.

¿Desearías tú ser avisada si alguien conociera los designios de Dios?

Pues tú eres la encargada, entre otras muchas criaturas a las que les he comunicado el mismo secreto, de dar a conocer con claridad todo aquello que va a ocurrir.

Amén.



6 Junio 2010



8,50 a.m.



Esther:

No te he preguntado a Ti, querido Jesús, qué hacemos Marta y yo con el aviso de la venida.



Jesús:

No me cabe decirlo por más sitios ni más claro.

Pero no se Me quiere escuchar.

¿Quién puede escrutar Mis Santas Palabras escritas en Mi Santo Libro?

Sólo el Espíritu Santo, que todo lo conoce, es el que puede iluminaros y explicaros sobre esta venida Mía.

Quiero, Esther, que no sucumbas a la tentación de no creer lo que anuncio.

Y para ello, te he corroborado posteriormente a cuantos hijos dóciles y sencillos de corazón les he ido anunciando Mi venida para que lo comuniquen a sus hermanos.

Pero Mi Iglesia, Mi amadísima Iglesia jerárquica, es de duro corazón.

Se aferra a lo que ya conoce, pero no tiene su espíritu abierto a lo que está por venir y que Yo comunico.

Yo nunca hago nada que no haya sido revelado en Mi Santo Libro.

Y está anunciada esta venida intermedia.

No es el milenarismo sino la purificación de Mis hijos para una nueva vida aquí en la tierra.

¿Cómo no veis?

¿Cómo no aceptáis el Apocalipsis?

Sed dóciles a Mis profetas.

Yo siempre os mando a Mis profetas que anuncian Mis designios.

¿Cómo que los rechazáis, queridos hijos sacerdotes?

¿No habéis aprendido aun de los antiguos rechazos que hicisteis de Mis enviados?

Ahora va el Hijo del propietario, en persona, a la viña de su Padre.

Pero antes de ir ha ido enviando a los criados a anunciar a los impíos de quién es la viña.

Como habéis despreciado, maltratado y asesinado la voz de Mis enviados iré Yo mismo, Hijo del Padre, a rescatar lo que es de Él, Su amada viña, Sus hijos fieles.

Pero irá el Hijo en gracia, gloria y majestad y transformará en vergel maravilloso la viña maltratada por los usurpadores.

¡Oh, hijitos!

¡Vosotros, los de corazón sencillo!

¡Escuchad a Mis profetas y creedlos!

Ellos no han elegido ser profetas, he sido Yo el que, teniéndolos como Míos porque en todos se han entregado a servirme, los envío para vosotros.

Estudiad cada palabra que os digan y no se cumpla de nuevo en vosotros que "viendo no veáis y oyendo no entendáis".

Os lo repito.

Son los últimos avisos.

Preparaos en perfecta conversión, para el Amor.



9 Junio 2010



0, 42 a.m.



Esther:

Querido Jesús, me he sentido llamada por Ti para recibir Tus palabras de sanación y salvación.

No sé qué ocurre dentro de mi alma cuando me llamas.

Pero me da un vuelco el corazón en amor hacia Ti y hacia todos mis hermanos del mundo.

Si eres Tú, amantísimo Cristo, dime todo aquello que quieras, porque yo sólo soy instrumento de Tu amor.

Y anulo mi razón para servirte.



Jesús:

Esther, hoy me has recibido dos veces en la comunión.

Y no eras tú quien tanto me deseaba sino Yo el loco de amor, el mendigo de amor, el que anhelaba cobijarse en tu alma.

No tengas miedo a los impulsos de amor que Yo suscito en ti.

Yo soy Dios, y por tanto amor como tengo en Mí, deseo ardientemente poseer a las almas que tanto Me aman.

Estherita de Mi corazón, aunque te creas miserable, eres para Mí la delicia de las criaturas creadas.

No me basta a veces, con que Me recibas una vez al día en la comunión.

Deseo tanto estar unido a ti, que te llamo, que te seduzco, que te llevo, a recibirme por segunda vez.

Y eso me hace entrar en el cielo de tu corazón constantemente.

No te asustes de Mis deseos de ti porque son deseos de enamorado que no se conforma con un encuentro diario, sino que desea una constante unión con su amada.

Sé que anhelas el amor de un esposo.

Sé todo lo que ocurre en tu corazón.

Pero nada temas, pues soy Yo quien dispongo la maravilla de amor para ti.

Es cierto que te he pedido hasta ahora una prueba muy dura de fe en Mi palabra.

Pero tú, al igual que Mi hijo Abraham, que ha llegado al monte, que ha preparado la hoguera, y que ha ofrecido lo más amado por él poniéndome por encima de cualquier criatura, Yo sé, amada hijita Mía, que tu también lo has hecho ya.

Es por eso que envío al ti un cordero sin mancha, un holocausto perfecto, que te exime de tener que entregarme tanto amor como tienes en tu corazón sacrificándolo por el amor que me tienes a Mí.

De Abraham sólo quería su prueba de amor.

De ti sólo quería tu prueba de amor.

Y Me siento complacido, y Me siento amado.

Es por ello, amadísima Esther de Mi corazón, que suscito la salvación que esperas de Mi.

Muy pronto, hijita Mía, serás su esposa.

Nada temas porque Yo lo haré todo.

Tú has confiado por completo en Mí, y Yo no te fallare.

Yo aceleraré los tiempos de la cercanía y aproximación entre vosotros.

Yo suscitaré la unión.

No temas ni sufras ni un segundo más, amada de Mi corazón.

Porque tu fe ha logrado la victoria, ha logrado el milagro, ha logrado el amor.

Tu fe, Estherita Mía, Me ha sobrecogido el corazón. Has derretido Mis entrañas con la absoluta confianza que me has prestado.

¿Cómo defraudar a un hijo con tanta fe?

Por ello te digo:

Tu fe ha conseguido aquello que Me pediste.

Tu fe ha obrado el milagro.

Tu fe ha derretido Mi ser.

Y todo aquel que tenga una fe similar, conseguirá de Mi corazón todo aquello que Me pida.

Pero requiero dos cosas:

Fe absoluta y confianza en Mi poder como Dios creador del universo.

Y perseverancia en esa petición.



10 Junio 2010



9,24 a.m.



Esther:

Me miras complacido, Jesús.

¡Me da tanta alegría cuando te veo contento!

Yo, Jesús, tengo paz en el corazón.



Jesús:

¿Ves la paz que emana Mi rostro?



Esther:

Sí, Jesús.

Es impresionante.

Tu rostro es bellísimo y lleno de paz.



Jesús:

Esa paz es para ti.

Yo dono Mi paz a quien mantiene puro su corazón pues entonces Yo habito en él.



Un ángel:

¡Esther!

¡No temas!

Tu Dios te guarda.

Tu Dios te acaricia.

Haz de Dios el centro de tu corazón y nada podrá ir mal.

Los hombres no veis ni entendéis los caminos de Dios.

Pero yo os digo: son perfectos, son la delicia de las almas.

Dejaos por completo suspendidos en Su voluntad.

No busquéis nada que no sea a Dios.

Y todo lo que deseáis y necesitáis se os dará por añadidura.

¡Dormid y descansad en Él, que nada os hará daño!

¡Es Dios!

¡Es Dios quien os desea!

¿Sabéis acaso la maravilla de la que sois partícipes?

Nosotros vemos a Dios cara a cara y os comunicamos vuestra insensatez si no corréis a Sus brazos.

¿Quién os podrá proteger y cuidar fuera de Él?

¡Si de Él depende el cosmos!

¡Es el Único, el Santo, el Poderoso, el Amable!

Y vosotros, por Su especial designio, sois el objeto de Su amor por encima de toda criatura.

¡Oh hermanos Míos, abrid los ojos ante el Rey de reyes y Señor de señores!

Él, el más Bello, el Inefable, ha querido ser "Diosconvosotros".

Su presencia viva está en la tierra exactamente como está en el cielo.

Y Él ama tanto a Sus hijos que quiere ser vuestro alimento cotidiano.

¡Se ha hecho pan y vino!

¿Comprendéis Su amor?

¡Oh, hombres todos de la tierra!

¡Oh benditos y elegidos!

Amadlo con todas vuestras fuerzas.

Os hago saber, antes de que seáis llamados a Su presencia, quien es la Divina Majestad para que aquí lo améis y seáis amados por Él, y cuando acaben vuestros días de peregrinaje, lleguéis repletos de amor porque Él sólo os juzgará con la balanza divina que admite únicamente medidas de amor.



14 Junio 2010



22,43 p.m.



Esther:

Queridísimo y bellísimo Jesús de mi corazón.

Me tienes aquí para buscarte a Tí y buscar Tu reino.

Porque Tú me prometes que todo lo demás me será dado por añadidura.

Ayúdame a no perder nunca mi centro de mira, que eres Tú.

Mi tesoro escondido, que eres Tú.

Mi perla preciosa, que eres Tú.

Auxíliame con Tus dones, querido Jesús.

Auxíliame con Tu gracia.

Dame el don de la humildad, el don de la fe, el don de la esperanza y el don de la caridad.



Jesús:

Estoy siempre en tu corazón amada hijita.

Siempre te cuido, siempre te protejo… porque te amo.

Tú eres la dulce niña de Mi corazón.

No sabrás nunca hasta donde llega Mi amor por ti.

Tú haces la labor de acercamiento de Mis otros hijos a Mí.

Por ello estoy tan agradecido.

No temas.

No te hundas porque Yo sostengo tu vida.

Eres el dulce caramelo que saborea Mi paladar y que siempre Me aporta dulzura y placer.

¡Oh niña Mía, cuanto te amo!

Cuánto deseo tus amores en todo momento.

Cuánto confío en ti.

No temas a los desprecios externos porque Yo te aprecio sobremanera y soy el único de quien debe interesarte su opinión.

Amén.



17 Junio 2010



5,34 a.m.



Me ha dicho el Señor que apague Radio María para hablar con Él.

Y su primera frase ha sido:

“Sé cuanto esfuerzo te cuesta levantarte para acompañarte”

Al oír Su voz he dejado todo y me he recogido en Él invocando al Espíritu Santo para que yo solo sea instrumento de Su voz, si Él así lo quiere.



Dios Padre:

Nada te inventas.

Nada de lo que te está pasando es cosa tuya.

Yo comprendo tu desazón porque en nada te fías de ti misma.

Y al ver tu pobreza tan inmensa piensas que nada bueno puede salir de ti.

Pero ¿acaso olvidas, hijita Mía, que Yo he hecho morada permanente en tu alma?

¿Que Yo, al vivir en ti, renuevo con la savia de la Vid verdadera todas las partes de ti, sarmiento Mío?

Es por ello que confundes Mi voz con tus pensamientos, Mis mociones con tus propios deseos, Mi alegría y Mi tristeza con la tuya propia.

Pero quiero aclararte, hijita Mía, que has de ir poco a poco comprendiendo que Mi relación contigo es de esta manera tan sencilla.

Tan sencilla y asombrosa porque nada en ti es excepcional en cuanto a signos externos cuando te habla Mi ser.

Pero, hijita Mía, vas comprobando, y cada vez comprobarás más, la veracidad de Mis palabras.

¿Cómo iba Yo a permitir que tú, hijita Mía, entregada en totalidad a Mi voluntad, fueses a hablar con Mi hijo G. y Yo te dejara abandonada a tu propio juicio?

No.

Un padre que prepara a su hijo en el camino que tiene que recorrer para ayudar a la salvación de sus hermanitos pequeños, no le echa en la mochila ni piedras, ni bichos, ni nada que le haga aún más pesado el viaje y estéril su camino.

Su padre, que soy Yo, le llenará las alforjas a la perfección.

Los alimentos que le prepare, serán alimentos ricos y ligeros de peso.

La ropa será abrigada y sutil.

Los consejos que le dé para ese viaje tan duro serán pura sabiduría.

Y la bendición del padre irá con él en todo momento.

Y ese Padre, que soy Yo, que ama tantísimo a Su hijo, no se quedará en casa, sino que, de manera invisible irá siempre con él.

Porque irá en su corazón y en todo su ser de manera que en cualquier momento, ese hijo pueda acudir a su Padre.

Acudir cuando no entienda.

Acudir cuando esté cansado.

Acudir cuando esté triste.

Acudir cuando tenga miedo.

Porque Yo, que soy su padre y tu padre, y que todo lo puedo, no permitiré que Mi hijo, el enviado, el que se ofrece para abrir camino a sus hermanos, ese hijo tan amado, perezca sin haber cumplido a la perfección el deseo de su Padre.

Por eso te digo, querida hija de Mi corazón:

Llevas a la Santa Trinidad en tu mismo ser.

Es Ella quien dirige todo en ti.

Todo lo que te dije anoche es verdad.

Y gozarás al comprobar que Mi palabra es verdadera, que Yo soy la verdad.

Amén.



20 Junio 2010



11,45 p.m.



Esther:

Gracias, Jesús, por Tu misericordia.

Gracias de todo corazón por meternos a todos, sin exclusión, en Tu divina misericordia.

Yo, Jesús, me lanzo a ella, me sumerjo en ella.

Te pido que me revistas de misericordia para conmigo y para con los demás.

Porque hoy he sentido que también he de ser misericordiosa conmigo misma pues soy y, sobre todo, he sido una gran pecadora.

Fijaré la mirada de mi alma en los dos rayos que salen de Tu corazón para que Me purifiques con Tu agua y me salves con Tu sangre.

Lava, Señor, con Tu sangre purísima todo mi pecado.

Quede mi alma blanca como nieve virgen para que Tú seas feliz y yo no Te haga sufrir.

¡Oh, Mi Señor!

¡Qué necesitada estoy de Tu misericordia!

¡Y qué poco misericordiosos somos los unos con los otros!

Enséñame a sufrir gozando y a gozar sufriendo.

Porque sé que cuando un alma llega a gozar cuando sufre, en sí misma, Tus propios dolores por la redención de la humanidad, no cambiaría ese sufrimiento por nada que exista.

¡Soy tan pobre y desdichada por mi oscuridad, Señor!

Pero Tú y sólo Tú eres mi luz.

¡Hazme humilde, Señor!

¡Hazme pequeñita para que sólo Tú me veas!

Hazme perfume de amor para dar a todos Tu fragancia exquisita.

Hazme santa, Señor.

Hazme santa para darte gloria.



Jesús:

Esther, te amo profundamente.

Mi ser se hace carne en ti.

Yo vivo en ti.

Eres Mi buen olor para los demás.

No te atormentes ni te dejes atormentar.

Tú eres Mi predilecta y las cosas que te suceden no producen en ti narcisismo sino anonadamiento y gran luz sobre tu pobreza.

Por ello, no tomes en cuenta las palabras de algunas personas que aun no pueden entender Mis señales.

La persona por la que sufres te ama y sabe que lo que le dices es verdad, pero sobrepasa su entendimiento.

Ten paciencia con él por el amor que le tienes.

¿No crees que ha de amarte mucho, muchísimo, para seguir junto a ti a pesar de que le rompes todos sus esquemas de pensamiento?

Si él no te amara, te habría retirado de su corazón.

Pero hay una fuerza irresistible que él siente y que le lleva a ti.

El sufre mucho más que tú por lo que te dice.

¡Té quiere tanto, Esther!

¡Se preocupa tanto por ti!

Pero tiene mucho miedo de sí mismo y de tus dones.

El no cree estar capacitado para ti.

Has de orar mucho por él.

Por su sufrimiento y por los ataques del enemigo a su alma cuando intenta acercar su corazón al tuyo.

El te quiere.

Que te baste con Mi palabra.



21 Junio 2010



5,17 a.m.



Dios Padre:

Búscame en tu interior.

Estoy presente en ti.

Vivo en ti y a través de ti Me dono al mundo.

No tengas tantos temores, Mi hijita querida, porque Me tienes a Mí en el cielo.

¿Qué te importa pues, la tierra?

Quiero que siempre seas pura de corazón e inocente.

Que nada ni nadie te haga creer que por ser limpia de corazón eres infantil y por lo tanto despreciable.

Porque a los puros de corazón les doy Mi sabiduría y conocen y ven mucho más que los inteligentes de este mundo.

Así pues, tú, Mi pequeña Esther, que vives de la fe en Mí, y que has descubierto que la realidad verdadera es la invisible, la que no perciben tus sentídos y has despreciado como irreal, lo que puedes ver, tocar, oler, gustar y oír… tú tienes ya la sabiduría de tu Dios en ti.

Porque Yo, invisible a tus ojos, soy el que te sostiene y te da vida.

Y al conocer Mi presencia, tú entras en la realidad de Mi Ser.

Por lo tanto…

¿Qué te importa la tierra y las cosas de la tierra?

Es todo pasajero, todo voluble, todo inconsistente.

Vive en la tierra desde Mí y te quedarás únicamente con lo valioso que es el alma de cada uno de tus hermanos.

Solo eso ha de importarte e interesarte: llevarles a ellos lo que tú has conocido.

Hacerles entender que los ojos del alma y los oídos del espíritu perciben la auténtica realidad de vuestra existencia.

¡Tengo tantos hijos que no ven ni oyen a su Padre que tanto los ama!

Enséñalos a orar.

Enséñalos a amar.

Enséñalos a confiar.

Enséñalos a descansar en Mi paz.

Enséñalos a dejarse amar por Mí.

Enséñalos a dejar de lado los placeres que da el mundo, porque nada valen ante lo que Yo dono.

Hijita Mía, Mi pequeña flor, Mi querubín…

¡Cuánto agradezco tus noches en vela haciéndome compañía en Mi soledad!

¡Cuánta sabiduría te regalo en estas noches de silencio y oración!

¡Cuánto don para tus hermanos sufrientes!

Porque un alma que se Me entrega, consigue de Mí gracias innumerables para todos los demás.

Estás llamada, hijita Mía, a ser sal y luz en este mundo.

Y esa sal y esa luz de la que tú eres portadora, soy Yo.

Yo, quien con una sola palabra salida de Mi ser, cambio corazones, almas, acontecimientos, deseos.

Soy Yo la fuente de la sal y la fuente de la luz.

Y tú, hija Mía, coge de Mí, sal y luz.

Y dónala.

Sé la dadora de Mis dones de amor.

Por ello te he dicho muchas veces que cojas, de Mí, cuanto quieras.

Que todo te lo dono porque sé que tú lo llevarás a los demás.

Sé transportadora de Mi Corazón a cada uno de los corazones.

¡Estáis tan necesitados de Mi amor y de Mi compasión!

Pero Yo, vuestro Dios, soy rico en misericordia.

Por ello, quien desee tenerme, Me tendrá.

Di a tus hermanos que muero de amor por cada uno.

Di que Mi amor no se agota.

Di a todos que vengan a Mí como hijitos pequeños.

Di a todos, que pierdan el miedo ante Mi presencia.

Porque soy para vosotros un Padre.

Un Padre derretido de ternura por Sus hijos, incluidos los malvados, los pecadores, los débiles…

Un Padre que siente predilección por el que sufre.

Un Padre que llora con el hijo que llora y goza con el hijo que festeja.

Un Padre creador de un universo para vuestro gozo y de un cielo para vuestra gloria.

Un Padre que no se reserva nada para Sí Mismo porque es todo don para vosotros.

Un Padre que sueña con haceros dioses.

Con haceros parte de Mí.

Eternamente Míos, llenos de gracia y de gloria.

Felices para siempre.

Amados para siempre.

Estherita querida de Mi corazón:

¡Grita Mi grito de amor!

Anuncia que os envuelvo a todos en Mi misericordia.

Que a todos os quiero perdonar.

Que a todos os quiero salvar.

Que a todos os quiero tener eternamente junto a Mí, en Mi mismo corazón.

Amén.



27 Junio 2010



2,05 a.m.



Esther:

¡Oh, Jesús!

¡Cuántos acontecimientos y cuántos signos me estás dando!

¡Qué grande es todo esto, Señor, y que pequeña y pecadora soy yo!

¡Oh, Señor!

Yo te amo en espíritu y en verdad.

Yo no te amo por conveniencia sino porque, sin saber qué me ocurre, me desbordo de ternura por Tu corazón.

Perdona mi pobreza y auxíliame en amarte mucho más.

Tu rostro, Señor, es mi altar y mi trono.

Tú, Eucaristía, entras en el Sagrario de mi corazón y ahí te custodio con todo el amor de que soy capaz.

No soy santa, Señor, pero deseo serlo con todas mis fuerzas.

Y no es por mí, sino porque Tu deseas que yo lo sea para darte gloria.

Y darte gloria me revierte a mí porque todo lo que nos dices es para nosotros, para nuestra felicidad ya que Tú lo tienes todo y nada necesitas.

¡Oh, Señor!

¡Cuánto te amo y que poca cosa soy!

Inúndame de misericordia para que no veas ni sufras mi pobreza sino que en mí veas Tu propia gloria por lo mucho que eres amado por mi corazón.



Jesús:

Sigo en complacencia contigo.

Sí, eres pobre, tan pobre que ello Me ha movido a ensalzarte.

Porque eres humilde y sencilla.

Estherita, Mi amada...

¡Eres tanto para Mí!

¡Produces tanta alegría y gozo en Mi corazón y en todo el cielo!

¡Oh, niñita Mía!

¡No te vayas de Mí!

¿Sabes qué bello es tu cielo para Mi Ser?

Yo soy quien te hago tan bella.

Pero te miro como si todo lo hubieras hecho tú, para Mí, por amor.

¡Es tanto Mi amor!

¡Es tan alto Mi designio para vosotros!

¡Oh, Estherita amada!

¡Cada vez que oras dirigiéndote a Mí o hablando de Mí a tus hermanos, Yo descanso en plena felicidad en el cielo que Me ofreces.

¡Oh, almas Mías tan puras y amorosas!

¡Oh, hija Mía!

¿Cómo reservar ante ti todo Mi pensamiento?

¿Cómo no sincerarme con quien es otro Cristo?

Amén.



A las seis de la mañana, tras una pesadilla, me levanto a orar y abro un libro que se llama "Abandono".

Leo lo siguiente:

Cada santo recibe una parte de esta vida divina. Jesucristo es siempre el mismo, aunque sea diferente en cada uno de sus santos. La vida de cada santo es la misma vida de Jesucristo, es un Evangelio nuevo.

Desde el principio del mundo Jesucristo vive en nosotros, y en nosotros obra durante toda su vida. Aquél que se nos entrega hasta el fin del mundo permanece siempre. Jesús vivió y vive hoy una vida que comenzó en sí mismo, que continúa en sus santos y que no terminará jamás. ¡Oh, vida de Jesús, que comprende y excede todos los siglos!







Le pregunté a Dios Padre qué significa amarlo en verdad.



Y me respondió:

Esther, ¿quién es la verdad?



Yo le respondí:

Cristo dijo "Yo soy el camino, la verdad y la vida".



Y me respondió mi Padre del cielo:

Pues amar en verdad es amar, en Cristo, todo lo que Cristo ama.






27 Junio 2010



10,30 a.m.



Dios Padre:

X. tiene que desapegarse de sus hijos y apegarse a Mí.



Esther:

Sí, Señor.

Pero uno se siente culpable por estar sano ante ella y cualquier cosa nos parece poco para hacer por ella.



Dios Padre:

¿Olvidas que soy Yo quien dispongo la cruz de cada uno?

Tú has de llevar tu propia cruz.

Y ella la suya.

Porque la cruz es lo que os va a salvar.

Y cada una os salvaréis de manera diferente.

¿Sabes, Esther?

Antes de la enfermedad ella era también así.

No se puede desear tener hijos para sí mismo sino para Dios.

Ella confunde la maternidad con la propiedad y esos hijos han de ser para ella un medio, no un fin.

Ella ha de vivir para Dios sirviendo a sus hijos.

No ha de servirse de ellos.

Y Mi hija X se sirve de ellos.

Ni siquiera la enfermedad le ha hecho ver que ha de dejar de controlar y abandonarse a Mí.

¡Es triste cuánta ceguera os envuelve, hijitos!

Aún tiene tiempo para soltar los apegos que le hacen rechazar a todos aquellos que, de alguna manera, le roban el afecto de sus hijos.

¿Recuerdas, Esther, qué es el amor?

El verdadero amor no pide nada a cambio.

Sólo da.

Da sin límites y sin medida.

Es por ello que X no ha aprendido a amar.

¡Y es tan triste!

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