sábado, 15 de octubre de 2011

ABRIL 2010



1 abril 2010



8,55 a.m.



Jesús:

Reclínate en Mí y descansa

Quiero que estos días santos que quedan hasta el domingo, los vivas con gozo.

No te quiero triste.

En estos días de Pascua, se condensa vuestra plena felicidad.

Fueron días de dolor agudísimo de Mi corazón pero días de gloria para vosotros.

Quiero que sepáis cuanto sufrí y sufro por vuestra salvación, pero no os quiero tristes sino en inmensa alabanza a vuestro Padre que Me envió para vuestro rescate.

No Me agradan los cantos fúnebres que se entonan en Mi pasión.

Más me agradarían cantos de alabanza y acción de gracias salidos de lo más profundo de vuestros corazones.

Lo que verdaderamente deseo es que, en estos días, lleguéis a conocer y a sentir cuán infinito es Mi amor por vosotros, mis hijitos.

No escatimé nada para salvaros.

Lo di todo.

Di Mi vida.

Dadme al menos las gracias.

Porque fue un acto gratuito por Mi parte y al bienhechor le agrada verse correspondido por el que tanto se beneficia de Su acción generosa.

Con este sublime acto de amor por vosotros quedan abiertas, para toda la eternidad, las puertas del cielo, las puertas de Mi corazón.

¿Cómo estar tristes?

Deseo que la semana Santa sea, en adelante, un tiempo especial de alabanza en la meditación de Mi Vía Crucis.

Os quiero ebrios de amor por Mi pasión.

No os quiero cabizbajos y hundidos.

Porque ya sabéis que la tristeza no viene de Dios.

La profunda meditación sobre Mi pasión y muerte, lleva, necesariamente a la alabanza, a la acción de gracias, al júbilo.

¿Cantarás tú, en estos días que quedan, alabanzas a Mi santo nombre?

¿Alabanzas a Mi Padre que Me envió?

¿Alabanzas al Espíritu Santo que se derramó sobre la faz de la tierra?

¿Alabanzas a Mi Madre que hizo posible, con su “sí” incondicional, que el mundo se salvase?

La alabanza vuestra alegra Mi corazón.

Y Mi corazón desea ser reparado con alabanzas.

La mayor ofrenda que podéis hacerme es una alabanza pura por ser Yo quien soy y porque, siendo quien soy, os he destinado a lo más alto.

Mi encarnación, Mi vida oculta, Mi vida pública, Mi pasión, Mi muerte y Mi resurrección tuvieron como finalidad sublime que llegarais a conocer el corazón de vuestro Padre Dios.

Y el alma que llega a ese conocimiento, sólo sabrá, en adelante, alabar.

No quiero sacrificios ni holocaustos porque no Me satisfacen.

Quiero corazones contritos, en una alabanza permanente.

Los santos y los ángeles Me alaban sin cesar porque Me ven cara a cara.

Vosotros, Mis pequeños, imitadlos a ellos para vivir, aquí en la tierra, la más parecida vida que hay ya en el cielo.



3 abril 2010



22,20 p.m.



Esther:

Señor, estaba deseando quedarme a solas Contigo porque llevo todo el día entretenida comprando cosas para la casa y preocupada por el problema de mi hijo que apenas lo veo. Y luego arreglando la terraza…

Osea, que no he tenido la tranquilidad necesaria para estar en amor íntimo Contigo.

Y por eso me vengo aquí, a mi cuarto, al silencio, por si me aceptas.

Para decirte de nuevo que Te quiero.

Y que me perdones.

Y que me ayudes, Señor, a hacer las cosas bien.

Jesús, esta noche es la Vigilia de Resurrección y yo quiero que resucites en mi y que yo resucite Contigo.

Que resucite a una vida nueva, santa, agradable a Ti.

Te vuelvo a pedir esta noche que me pongas sana, que se me quiten todos los miedos, todas las cadenas que me tienen amordazada y atrapada en mi misma porque yo no sé cómo salir de ahí.

Pero como Tú vas a vencer a la muerte esta noche, vence en mí, también, todas esas cadenas que me tienen muerta a muchas alegrías que están en Ti y no llego a alcanzar.



Jesús:

Mi resurrección es para todos vosotros.

He resucitado en particular para cada uno de Mis hijos.

Es una relación personal de resurrección la que traigo Conmigo.

Al igual que Mi Padre Me ha resucitado, Yo os resucito a vosotros.

Os saco de la muerte del pecado, de la muerte del sufrimiento.

¡Venid Conmigo!

¡Soy Jesús resucitado, resplandeciente, lleno de vida, de la verdadera vida!

Toda criatura creada está llamada a la resurrección de la carne y a la vida eterna junto a Mí.

Sois Mis verdaderamente amados.

Sois lo que más amo.

Nada hay comparable a cada uno de vuestros corazones.

Todo ha sido hecho por vosotros y para vosotros.

Es un derroche de amor lo que vuestro Padre hace constantemente por Sus hijos tan amados.

¡Vivid una vida santa!

¡Vivid una vida limpia de intención!

¡Vivid con el corazón puro!

Porque os espera una dicha inmejorable.

Porque os espera toda una eternidad vivos en Mí.

No es posible, Esther querida, que puedas transmitir a tus hermanos qué tiene preparado vuestro Padre del cielo para todos aquellos que lo aman.

No existen ni las palabras, ni los sonidos, ni los colores, ni los aromas…

Que pudieran haceros, siquiera imaginar, cuán bello es el cielo de vuestro Dios.

Cuán bello es Mi corazón.

Cuán alto lo que he preparado para vosotros.

En el banquete del reino estaréis todos sentados.

Tanto será vuestro gozo que, al mirarme a Mí, descansareis en puro Amor.

Vuestra alegría será colmada.

Vuestro sufrimiento aniquilado.

Seréis invitados eternos a Mi mesa.

¡Oh benditos Míos!

¡Cuánto he deseado que entrarais por la puerta estrecha!

Porque esa es la puerta del cielo, la puerta de Mi corazón.

Pero siendo estrecha la puerta y angosto el camino, hay todo un reino de felicidad eterna para cada uno de los que optan por seguir Mis pasos.

No os desaniméis nunca en este peregrinaje tan corto que es la vida.

Mirad siempre la entrada a Mi reino.

Que vuestros ojos miren directamente a esa puerta y que vuestro deseo sea únicamente poder entrar por ella.

Soy Yo el que más os desea en el cielo.

Mucho más que vosotros.

Todo lo he hecho y creado para traeros a Mi reino.

Porque es el reino de los hijos de Dios.

Esther querida, anuncia Mis promesas.

Anuncia Mi amor.

Anuncia que deseo una confianza completa en Mí.

Porque Yo, os amo tanto, que nunca os voy a abandonar, que nunca os voy a defraudar.

Mi gran acto de amor en la creación del universo ha sido realizado por completo por cada uno de Mis hijos.

¡Cuánto amor tendré en Mi corazón para desbordarme en tanta belleza, solo por ti, mi hijo querido, mi hija querida, mis chiquititos!

¡Cuanto no habrá dentro de Mi ser para haber creado tanta maravilla pensando exclusivamente en uno solo de vosotros que hubiera venido a la vida!

Sí.

Para Mí, cada uno de vosotros tiene un valor infinito.

Y ninguno es prescindible para Mí.

Grabadlo a fuego en vuestra alma, hijos Míos.

Sabed que YO SOY EL QUE SOY y que YO SOY amo con pasión eterna a cada hijo y doy Mi vida por él.

Y creo un universo para él.

Y preparo el cielo para él.

Amén.



4 abril 2010



9,58 a.m.



Esther:

Querido Jesús, te pido por favor, y sobre todo pido a tu Espíritu Santo que me digáis como actuar con mi hijo.

Estoy muy perdida Señor, muy perdida.

Ayúdame.

He consagrado a mi hijo a ti, Madre, porque es Tu hijo mucho más que mío.

Dirígeme Tú también como Madre.



Maria:

Hija…

Yo conozco la adolescencia.

Yo conozco el mundo en el que tenéis que desenvolveros en este siglo XXI.

Es un siglo triste, vacío.

¡Cuánto engaño hay para la juventud!

¡Cuántos espejismos!

Tu hijo ha de desengañarse de amores falsos.

Por eso lo mantengo en la calle, porque él busca y busca y no encuentra.

Ha de llegar a la absoluta convicción de que el verdadero amor está dentro de él.

Y no tiene que disfrazarse según el ámbito en el que se mueva para encontrar amor.

Ante la Santa Trinidad, nuestro hijo no ha de camuflarse bajo ropas tan diversas como las que está usando sobre su cuerpo.

Él es muy amado tal y como es.

Porque él es un alma tan frágil, tan amorosa y tan dulce con su Dios…

Que precisamente por ser tan especial, es necesario que se desengañe totalmente de las formas y de los lugares en los que busca el afecto.

Tú, su madre, ora perseverante.

Ora mucho a su ángel de la guarda, porque él lleva una batalla fuerte contra sus enemigos.

Dile que sufrimos cuando él sufre.

Dile que Yo, María, su Madre, derramo lágrimas cada vez que lo veo alejarse de Mi corazón.

Dile que tenía todo preparado para otorgárselo y que está retrasando Mi entrega.

Dile que el camino correcto no es el que ahora lleva.

Dile que él lo sabe.

Y dile que, lo que él ha tenido que ver estos días en la playa, es totalmente contrario a la voluntad de Dios y a los mandamientos de Dios.

Dile que la felicidad no está en el placer y en el entretenimiento superficial.

Dile que la felicidad es muchísimo más grande, mas plena.

Y que si él quiere conformarse con algo mediocre, eso es lo único que encontrará con el camino que está siguiendo.

Pero dile también, que todo el cielo está expectante, orante y sufriente para que él se convierta y gire tal y como estuvo hace un tiempo.

Ora mucho por él, Esther.

Ora porque es alma elegida por su PadreDios, desde toda la eternidad.

Porque su PadreDios, lo ha ido preparando como a Su propio hijo Jesús, en el camino de la cruz, en el camino del sufrimiento, desde que era pequeño.

Pero ese sufrimiento no es para otra cosa que para la altísima gloria a la que él está destinado.

Dile que vuelva sus ojos a Jesús.

Dile que no vuelva a bajar la mirada ante quien tanto lo ama.

Dile que no tenga que avergonzarse por sus cobardías ante los demás, por sus dudas, por sus pecados.

Dile que Jesús tiene Sus brazos abiertos para volver a meterlo dentro de Su corazón.

Amén.



6 abril 2010



5,34 a.m.



Querido Jesús:

Te doy gracias por haberme despertado por segunda vez esta noche y porque me haces consciente de Tu amor y de la maravilla que nos espera, junto a Ti, eternamente.

Tan grande es esto que estoy conociendo, Jesús, que quiero estar, la mayor parte del día, consciente de la inmensa noticia.

Es muy necesario Jesús, que mis hermanos de la tierra conozcan lo que Tú me haces saber porque están perdidos, tristes, solos, sin esperanza.

Ten misericordia, Señor, de todos nosotros y utilizame como Tu voz, como Tus manos, como Tus ojos...

Yo me ofrezco como instrumento de Tu amor.

Si quieres decirme algo, Señor, ya sabes que siempre Te escucho.

Aquí estoy, Señor, junto a Ti, en Ti...



Jesús:

Gracias por tan gran ofrecimiento.

Si, lo acepto.

Y haré de tí Mi voz.

Escucha las palabras que te digo:

Estás siendo muy atacada por Satanás.

Atacada en la salud, atacada en los afectos, atacada en la angustia y en la ansiedad, atacada en el miedo...

Pero nada temas, queridísima Esther.

Yo permito este sufrimiento en tu cuerpo y en tu alma para una mayor santidad y para que sirvas mucho mejor, como instrumento que sabe que todo lo hago Yo y que depende por completo de Mí.

Son necesarias, por lo tanto, Esther querida, purificaciones en ti.

Pero son eso, purificaciones.

No son castigos.

No son olvidos de tu PadreDios sobre su hija tan querida.

Son golpes del escultor, perfeccionando Su obra.

Porque tú eras piedra informe, pero te has ofrecido para ser tallada y el escultor está perfeccionando algunos rasgos de Su obra maestra.

Así que, no te asustes, porque todo es temporal.

Porque lejos de acabar contigo cualquier percance que te ocurra o tribulación por la que tengas que pasar, si la llevas con resignación y amor, sabiendo que viene de Quien te ama de esa manera tan incomprensible para ti, quedarás en paz cada vez que tengas que sufrir.

Yo te dono desde ahora mismo Mi paz.

Dejo Mi paz en tu ser para que nada turbe las profundidades de tu alma.

¿Quiénes de vosotros deseáis Mi paz?

Porque siempre que aparezco en vuestras vidas os saludo con la paz y os envío Mi paz.

Para haceros con ella es necesario que tengáis las puertas completamente abiertas.

Porque la paz es algo tan grande, que requiere que todos vuestros compartimentos del alma, del entendimiento, de la voluntad, de la imaginación... Todos estén abiertos de par en par.

Porque la paz que Yo doy es como una luz que puede penetrar si derribáis los muros de vuestra alma.

Te dije anoche, y te recuerdo ahora, que tú misma necesitaste tiempo y signos para tener la certeza de que era Yo quien se dirigía a ti.

Y que ahora, José necesita también ese tiempo y esos signos.

Te pedía y te pido que lo sigas esperando.

Y no tengas con él prisa ninguna porque soy Yo el que aceleraré en él, el conocimiento que quiero que tenga de Mi obra.

Sigue orando por él, seguid orando por Mi hijo José.

Mantente con él en una prudente distancia, porque Yo actuaré fuertemente en él sin tu presencia.

Así, él podrá ver que soy Yo, exclusivamente Yo, el que le llevó la luz.

Quédate, Esther, muy tranquila, porque como decís, si la obra es Mía, nada fallará.

Y es asunto exclusivo de Mi corazón, el hacer las cosas a Mi modo y en Mis tiempos.



7 abril 2010



9,01 a.m



Jesús:

Me preguntas si quiero decirte algo, y te contesto:

!Deseo decirte tantas cosas!

Hay pocos hijos que se paren a escucharme y Yo soy un Dios que desea ser escuchado y solicitado.

Gracias, Esther, por querer escucharme antes que hablar.

Porque Yo siempre os escucho, pero deseo que después de decirme vuestras cosas y plantearme vuestras necesidades, busquéis el silencio del alma, porque Yo siempre tengo algo que deciros.

La relación de Dios con su criatura, es una relación de diálogo y de amor.

Si os esforzarais y supierais buscarme dentro del vosotros, os aseguro que Me encontraríais y tendríais toda una fuente de amor y de sabiduría en el centro mismo de vuestro corazón.

¡Buscadme, porque estoy en vosotros!

¡Recogeos en el silencio y en la quietud!

!Estoy tan cercano!

Y pocos Me ven.



23,16 p.m.



Esther:

Amado Jesús, gracias por las palabras de tantísima consolación que me has dado esta noche después de un día duro.

A través de sor Josefa Menéndez me has dicho, en oración, que cuantas más miserias tengo, mayor es Tu bondad conmigo.

Y que Tú habitas en el alma en gracia y que quieres que Te contemos todo, todo, todo...

Y que Te pidamos todo, todo, todo...

Hasta el milagro.

Y yo, Señor, he encontrado respuesta a todas las angustias que tenía en mi corazón.

Y ahora estoy a solas Contigo, feliz de estar reclinada en Ti, recibiendo Tus caricias, Tu ternura.

Y Te quiero preguntar:

¿Cómo estás Tú?

¿Cómo Te encuentras hoy?



Jesús:

Gracias, Esther.

Al vivir en cada uno de vosotros, efectivamente vivo en el tiempo.

Hoy he sido muy consolado por ti porque Me has recibido dos veces en dos Eucaristías.

Y la segunda vez...

!Estabas tan cansada y has luchado tanto por mantenerte en toda la Eucaristía...!

Que eso me ha hecho de nuevo tener la certeza de tu amor.

Al consolarme tú…

!Qué menos puedo hacer Yo que consolarte!

Sí, Mi hijita, Mi esposa querida.

Vuestras miserias las conozco a la perfección.

Vuestras miserias Me enamoran.

Soy tan humilde que quise ser miseria, precisamente para que nadie se sienta excluido de Mi corazón por ser miserable y débil.

Quien se siente miserable y débil es humilde, y Yo amo a los humildes.

En verdad, Esther…

¡Os amo tanto!

¡Es tan abismal Mi amor por vosotros, que hasta vuestra miseria aumenta Mi amor!

Así que, nada temas cuando caes y caes y caes habiéndome prometido intentar no caer.

No soy juez.

Soy Padre.

¿Qué padre que ante la debilidad de su hijo lo ve sufrir y no se lanza enseguida a llenarlo de besos?

Mi paternidad es así.

Sois carne de Mi carne y alma de Mi alma.

Si caéis por debilidad, estoy más deseoso que nunca de amaros.

Y por supuesto, Mi perdón me precede.

¡Estad tranquilos ante vuestras miserias, porque el único que os acusa es Satanás y a veces vosotros mismos!

Pero Yo jamás acuso por la debilidad.

Sólo por la maldad de corazón.

Y la persona débil, no es mala.

Es víctima de sí misma y de su pobreza.

Yo os amo tal y como sois, como nadie os ha amado ni os amará.

Os amo en la crudeza de vuestra debilidad.

Lo que ni siquiera vosotros aceptáis de vosotros mismos, Yo lo recojo como flores con aroma exquisito para Mi corazón.

Anuncia lo siguiente, querida Esther:

¡Venid a Mí todos los que os sepáis miserables!

!Los que tengan mayores miserias, que se pongan los primeros, porque tienen más derecho que nadie a Mi perdón, a Mis besos, a Mis caricias y a Mis consuelos!

!Los que tengan pocas miserias, que se pongan al final de la fila!

También a ellos los consolaré.

Pero de manera muy especial, cogeré entre Mis brazos, acunaré y besare sin cesar a los más miserables, débiles y desastrosos hijos que tengo.

Amén.



8 abril 2010



2,12 a.m.



Jesús:

Estherita amada, nada me importa que hayas repetido lentejas y hayas tomado cerveza.

Me importa muchísimo el amor que tienes en el corazón hacia Mí y hacia la humanidad.

Por lo tanto, todo lo demás ha de dejar de angustiarte.

Porque las alegrías se celebran con comida y bebida y tú…

!Me haces sonreír tantas veces al día, que Yo te dono comida y bebida a tu gusto!

Gracias por haberme agradecido la comida y la bebida que te he regalado.

Porque todo viene de Mí.

Todo viene de Mi amor por ti.

Estoy pendiente hasta del mínimo detalle que necesite tu corazón y tu cuerpo.

Goza Conmigo en el amor que te tengo. 

No te pierdas en cosas que nada importan.

Piérdete en Mí.

Piérdete en tu amado.

Búscame porque estoy deseoso de ser encontrado por vosotros.

Tiemblo de amor por cada alma que Me dice que Me quiere.

Yo sé, Esther, que tú me amas mucho y sé también que eres muy pobre.

Eso me basta y me sobra para desearte ardientemente en Mí.

Yo decidí habitar en tu alma de forma permanente.

Es por eso por lo que solo cometes faltas.

Y esas faltas, al vivir Yo en ti, las hago desaparecer por el gran amor que te rebosa que no es otra cosa que Mi mismo amor en tu alma.

¡Oh, Estherita querida!

¡Cuántas delicias siento junto a ti!

¡Qué reconfortado se siente Mi corazón!

¡Qué descanso para Mi Madre saber que Me amas tanto!

No creas que tu amor por Mí es ínfimo en comparación con los santos que vivieron en la tierra.

Tu amor por Mí es enorme.

Tu amor por Mí, Me complace.

Tu amor por Mí es correspondido y serás llena de gracia.

Amén.



10 abril 2010



16,10 p.m.



Esther:

Señor, no sé si eres Tú quien me ha dicho que me ponga a recoger Tus palabras.

Pero por no desobedecer, Señor, incluso aunque sean cosas mías, aquí estoy, por si Tú quieres decirme algo, por si Tú quieres decir algo a este cacharro tan inútil, tan pobre, tan pecador.

Te doy gracias Señor, por haberme mirado y por no haber tenido asco de mí, sino que me has recogido y me has acercado a Tu pecho llenándose de amor, de perdón y de ternura.

Gracias Jesús.



Jesús:

Estherita mía...

¿Ves que si tienes paciencia comprendes, con el tiempo, Mis actuaciones?

Te hice sentir aromas nauseabundos emanados del padre JM.

Los mismos que luego percibiste de “E”.

Y hoy, ella te ha aclarado que los últimos días, su olor no podría venir del cielo, porque era pestilento, porque era distinto, porque ya no podía ser disfrazado más a causa de tus oraciones.

Que esto te sirva y te corrobore, que soy Yo quien me dirijo a ti.

Y no quisiera jamás que dejaras de pensar que soy Yo quien te hablo.

Porque si no Me escuchas tú…

¿Crees que tengo muchos hijos que Me quieran escuchar?

No, hay muy pocos, porque cualquier hijo se asusta, y no se mantiene a la escucha de todos Mis propósitos.

Esther, Esther querida, estoy sobre ti.

Mi Espíritu Santo vela sobre ti.

No tienes nada que temer, ni al mundo ni al demonio ni a la carne, porque Yo ya los he vencido y porque Yo moro de manera permanente en tu alma.

Me sirves bien.

Me sirves con generosidad.

No tengo queja de ti.

¡Soy un Padre tan bueno, que por poco que hagáis, Yo lo considero como un acto extraordinario!

¡Hasta las más pequeñas cosas, hechas por amor, son cogidas por Mi corazón, y elevadas a lo divino!

Así que, Esther, quizá no haces fundaciones, ni monasterios, ni movimientos eclesiales, pero...

!Estás tan cerca de Mi corazón...!

Que Yo, de ti, no pido nada más.

Y al ser perfecta tu actitud ante Mí, aunque no hagas otras obras de misericordia, porque no estás llamada a hacerlas aunque son buenas, Yo te declaro Mi amor y te doy Mi bendición.

Confía en que Yo iré quitando tus cadenas.

Te lo aseguro, las quitare.

Y será motivo de risa en el futuro el recordar qué cadenas tan tontas te tenían atada.

Amén.



12 abril 2010



3,36 a.m.



Estaba pensando, Señor, que soy una calamidad.

Que tengo debilidades que no supero y luego siento unos remordimientos tremendos.

Señor, no supero esto.

No lo supero, Señor.

Y te lo quiero dar entero.

De arriba a abajo.

No sé cuál es la raíz de esta debilidad, no lo sé, Señor pero me hace sufrir.

Me hace sufrir mucho.

Yo tengo miedo, Señor de estar ofendiéndote.

Tengo mucho miedo, Señor.

Y no me siento fuerte de salud.

Y esos miedos también me llevan a ser más débil.

Acaba de ser el domingo de la misericordia.

Señor ten misericordia de mí.

Señor ten misericordia.

Ten misericordia.

De la gran pobreza que arrastro.

De mi pecado, Señor.

De mi impotencia.

Sólo Tú me puedes salvar.

Sólo Tú, amadísimo Jesús, con la misericordia que sale de Tu corazón.

Y yo, todo lo espero de Tu misericordia.

Espero el milagro, Señor y Tu bendición sobre mí.

Ayúdame, Señor.

Yo no sé cómo salir de aquí.

No lo sé, Señor.

Estoy atrapada.

Estoy atrapada, Señor.

Ayúdame.



Jesús:

¿Ves Mi mirada de amor y de perdón?

¿Ves con cuánta pena te miro por tu sufrimiento?

¿Ves cuánto quiero ayudarte?

Tu alma quiere una cosa, pero está sometida a la pasión de tu cuerpo y esas pasiones...

!Son un obstáculo tan grande para volar!

Yo, Esther, si Me lo permites, puedo hacerte volar.

¿Ves Mis ojos rojos?



Esther:

Sí Señor, están muy rojos...

¿Por qué?



Jesús:

Porque sé cuánto sufrís por vuestras miserias.

Pero Yo conozco vuestra naturaleza.



Esther:

Señor estaba viendo una película de Santa Clara de Asís y me he turbado y hundido porque estas personas y la mayoría de los santos, son tan sacrificados Señor...

Duermen en el suelo, apenas comen, llevan una vida tan austera, Señor...

Que yo me siento avergonzada de mí y de la vida que tengo tan cómoda.

Y además, no pongo medios para, de alguna manera, latigar mi cuerpo para que él no me domine sino que yo lo domine a él.

Señor...

!Que pobreza tengo!

!Qué miseria!

!Que egoísmo!

¡Qué poca generosidad Contigo, Señor!

Soy una escoria para Tí.



Jesús:

No me importa tanto lo que hagas sino el amor que tengas.

De verdad, hija mía, sé que tienes una gran debilidad.

No soy ciego, todo lo veo y sé lo que sufres porque quisieras no tener debilidades.

Pero, Esther, he creado en ti un cuerpo débil que apenas puede nada por su propia voluntad.

Quiero que en ti se manifieste Mi gracia y sepas a ciencia cierta que ha sido Mi poder en ti el que ha superado tu debilidad.



Esther:

Pero, Señor, Tú me dices cosas, pero yo sigo estáncada...

¿Cuándo ocurrirá?

¿Cuando me librarás de este cuerpo de muerte?

¿De tanto pecado?

¿De tanta tendencia al mal?

Señor, son cosas tan básicas en las que caigo...

Tanta es mi pobreza, Señor...

Siempre tengo algo horrible en mí...

Antes, como fumaba tabaco, creí que era la mayor drogadicta del mundo.

Me diste la gracia y dejé de fumar pero hoy sigo sintiéndome la mayor drogadicta del mundo porque no me quito de tomar cerveza y yo creo, Señor, que Tú no eras como yo.

Tú dominabas todo y yo quiero dominarlo y no puedo.

Y me doy cuenta de que no tengo fuerza.

¿Qué hago, Señor?

¿Qué hago, Señor para serte fiel, para ser agradable a Tu corazón?



Jesús:

Sólo ámame.

Ámame con todas tus fuerzas, con toda tu inteligencia, con toda tu voluntad.

Porque tu amor cubrirá tus faltas.

Tu amor por Mi sanará tus dolencias y tus heridas.

Confía en Mí.

No te preocupes.

No es tan grave como tú lo ves.

Es sencillamente, una debilidad de tu naturaleza humana.

Pero no hay maldad en ti.

Y Yo lo sé.

Y Yo sé que tu alma y tu corazón son limpios, que de ellos sólo brota amor.

Por eso Yo te amo tanto.

Porque el Amor se encuentra con el amor y se funden.

El Amor perfecto con el amor imperfecto.

El Amor potente con el amor impotente.

El amor Santo con el amor pecador.

Tú eres Mi pequeño amor, Mi gran amor.

Tú eres la delicia de Mi corazón.

Tú Me das los deseos de Mi corazón.

Me siento complacido por ti, pequeña Mía.

Me siento correspondido.

Me siento respetado.

Me siento muy amado.

Escúchame, hija:

Cuando te has enamorado...

¿A que no era perfecto el hombre en quien pusiste tu corazón?

Sin embargo, sin ser perfecto, tú lo has amado.

Y lo has amado mucho.

Y sus imperfecciones para ti, eran incluso originalidades que nadie podía tener.

Así Yo contigo, mi querida hija.

He puesto Mis ojos en ti y tus debilidades, incluso, las veo atractivas para cambiarlas con Mi gran amor por ti.

No te preocupes.

No sufras tanto, que Yo te amo tal y como eres.

Te amo con tu gran debilidad.

Con tus grandes debilidades.

Te amo porque no hay nadie como tú para Mí.

Descansa, quédate tranquila, no Me ofendes.

Ya estás luchando cuando Me pides que te quite tus debilidades porque tú no puedes.

Ya estás en el camino santo.

Y Yo te las quitaré para tu felicidad.

Porque Yo estoy enamorado de ti, tal y como eres.

Acepto y me río, con mucho amor, de tu debilidad.

Y a veces, querida Esther, hasta Me agrada tu debilidad.

Y gozo con verte débil, porque Yo soy el único fuerte.

Y sé que tu debilidad te hace quererme mucho más.

Necesitarme mucho más.

Depender mucho más de Mi fortaleza y de Mi amor incondicional por ti.

Te amo con todo Mi ser.

Te amo en tu totalidad, con tus virtudes y tus defectos.

Todo lo quiero.

Todo, en ti, lo amo.

Amén.



15 abril 2010



9,00 a.m.



Jesús:

Mi paz reposa sobre ti.

Mi paz descansa en tu alma.

Yo Me manifiesto en ti por medio de la paz.

¿De qué quieres que hablemos?

Dime.

Estoy atento a todas tus palabras.

Esther...

¡Cuánto confío en ti!

!Si supieras cómo Me dejo por completo en tus manos!

Puedes hacer lo que quieras Conmigo.

Estoy a tu disposición y para ti.

Pregúntame cuanto quieras.

Pídeme cuanto quieras.

Te hago depositaria de Mis gracias y dones.

Intercede ante Mí por tus hermanos.

Estoy dispuesto a darte todo cuanto Me pidas.

Porque sé que Me amas y porque sé que todo lo esperas de Mí.

Por eso, como todo lo esperas de Mi, todo lo vas a recibir de Mí.

Y Mi palabra se cumplirá ante una hija con fe.



Esther:

Señor, lo que me acabas de decir sé que es cierto.

Pero si pones en mis manos tantos dones, Jesús, sin tener yo la sabiduría necesaria, ahora sí que es verdad que no me atrevo a pedirte nada más que Tu Espíritu Santo.

Porque como sé que tantas veces Te pedimos lo que no nos conviene, Te voy a pedir una cosa importante: quiero que mi corazón sólo desee lo que Tú deseas y así Te lo pediré con mucha fuerza porque es Tu propia voluntad la que pido que se cumpla y en ello estoy orando el Padre Nuestro.



Jesús:

Bien, Esther, así será.

Mi corazón y Mi deseo se fundirán con tu corazón y tu deseo.

Y ambos pediremos al Padre lo que conviene.

¿Sabes Esther...?

Me gozo en vivir en ti.

Eres Mi dulce morada.

Yo entro en el cielo cada vez que Me recibes en la comunión.

!Si supieras qué delicioso es para Mí llegar a tu alma!

!Me sé tan querido!

!En ti, olvido tantos desprecios, blasfemias, insultos...!

No te olvides de Mí y recíbeme diariamente en la Comunión porque Mi Cuerpo Místico se va sanando con criaturas como tú.

!Y es tanta y tan fuerte la sanación que produces con tu amor en Mi Cuerpo Místico, que es Mi amada Iglesia!

Repara las heridas con la Santa Comunión.

Y cuando Me recibas pídeme lo que quieras porque llego a ti cargado de gracia.

Amén.



19,17 p.m.



Esther:

Sigo con la paz del Espíritu Santo en mi alma.

¿Qué querrás Señor, de mí?

Yo llevo unos días de pura felicidad y paz.

¡Cuanto lo deseaba, cuanto Jesús!

¡Qué ganas tengo de reír y de bailar!

Cuando respiro, te respiro a Ti, Jesús, porque aumenta mi paz aun más.

Y recuerdo que hace unos días me dijiste que me dabas como regalo la paz, y a Marta el don de sabiduría y discernimiento.

¡Tú eres quien me habla, porque yo reboso paz!

¿Cómo agradecer tanto, Señor?

No podría parar de alabarte y sin embargo tengo tantos momentos al día en que estoy en el trabajo, o con cualquier otra actividad, que no Te tengo tan presente como yo quisiera!

Pero tú sabes que Te amo.

Ayer Te dije:

¿Qué está pasando entre nosotros, Jesús?

Y Tú me dijiste de una manera muy sencilla:

¡Que cada día nos queremos más tu y Yo!

Y yo me sonrojé, porque es verdad.

Cada día Te quiero más y más profundamente.

Ya tengo la certeza de Tu amor incluso aunque caiga en pecado.

Sé que no me dejarás nunca de amar.



Jesús:

Nunca dejaré de amarte.

Te amé y amo eternamente.

Estabas en Mí desde siempre.

Lo estarás para siempre.

Tu ser está en Mi continuo presente.

Por ello sois criaturas eternas, porque Yo, eterno presente, os tengo en MÍ.



Cuando he terminado el trabajo, he ido a celebrar la Eucaristía y a la vuelta, se me ha ocurrido poner Radio María mientras arreglaba unos papeles.

Y de nuevo Jesús se me manifiesta, porque había un programa sobre la vida eterna en el que se ha repetido con exactitud lo que me acababa de decir nuestro amado Jesús.



17 abril 2010



9,40 a.m.

Ante el Sagrario.



Esther:

Jesús amado, me sigue inundando Tu paz.



Jesús:

Recógete en Mi silencio.

Soy todo luz para ti.

Yo hablo a Mi manera con Mis hijos.

Y como cada hijo es especial, Mi manera de comunicarme con cada uno de vosotros también es especial y única.

Y en cada uno de los tiempos, Mi relación y Mi manifestación a vosotros también varía.

Estos tiempos tan inundados de maldad, requieren Mi presencia mucho más activa que con anterioridad.

Es por ello tantas manifestaciones y signos a vosotros, Mis hijos queridos.

Cuando un hijo está en apuros, su Padre está más cerca de él que nunca.

Y vosotros, Mis pequeños y amados hijitos, necesitáis en estos tiempos Mi mano auxiliadora permanentemente.

Recoge Mis palabras y lánzalas al mundo entero para que sepan que estoy aquí, entre vosotros, en osotros.

Te dije ayer que Yo estoy con todos vosotros pero de manera diferente.

Y viste una mano haciendo de base de una criatura.

Así estoy con el alma que no está en gracia.

Yo lo sostengo pero no lo invado porque Me lo impide su libertad.

Con el alma en gracia, vivo en ella inundando todo su ser.

Y se confunden Mi ser y su ser por la unión tan íntima que Me permite.

Así estoy Yo contigo, inundando tu pensamiento, tus deseos, tus oraciones, tu mente, tu voluntad, tu imaginación e incluso tu cuerpo porque fundo Mi cuerpo glorioso con tu cuerpo mortal.

Y Mi esencia de bondad, alegría, humildad, mansedumbre, compasión y misericordia va haciéndose también tu esencia hasta que llegues a ser otro Cristo.

Es decir, hasta que seamos Uno como Mi Padre y Yo somos Uno.

Esta transformación es sublime, es divina.

Por ello estoy siempre a las puertas de vuestra alma, porque si Me abrís, os haré nacer de nuevo, os haré nuevas criaturas.

Y no Me canso de esperar a que Me abráis.

Y no Me canso de amaros nunca.

Siempre espero vuestra conversión.

¿Sabes, Esther?

Yo conozco todo, pero al mismo tiempo tengo esperanza.

Sé quién se va a convertir y quien se negará.

Pero eso no Me impide tener esperanza.

Si Yo no tuviera esperanza, no actuaría con vosotros cómo actúo.



Esther:

Pero Señor, en la Biblia dice que en el cielo ya no habrá ni fe ni esperanza, tan sólo caridad.



Jesús:

No habrá esperanza para vosotros porque habréis conseguido todo y no habrá fe porque Me veréis cara a cara.

Pero Yo, sí que seguiré teniendo esperanza hasta que termine el último segundo de vida del último hijo que vivirá en la tierra.

Ahora, querida hijita, recógete en la celebración de la Eucaristía que está a punto de comenzar.

Escucha atenta Mi palabra y comúlgala.

Porque Yo soy no sólo Mi cuerpo y Mi sangre sino también Mi palabra.

Sólo escuchar con humildad y fe la palabra que sale de Mis labios, sanará tus pecados.

Y cuando Me recibas en la Sagrada Comunión, entrégate por entero a Mí, porque Yo me he hecho pan para poder hacerme Uno contigo.

Yo, hecho pan, te expongo con claridad cuánto anonadamiento hace el amor.

Y a dónde puedo llegar por lo mucho que te quiero.

19 abril 2010



00,09 a.m.



Jesús:

¿Ves Mi faz de amor y ternura para ti?

¡Cuántas veces os equivocáis pensando que no Me ha agradado vuestro comportamiento!

Y Yo, que conozco todo esfuerzo y todo sufrimiento, estoy sumamente complacido.

En tu pobreza, ve Mi amor.

En tu indigencia, ve Mi misericordia.

Has tenido un día de dolor.

¡No estés triste!

Yo te alegro con Mi faz sonriente.

Ante la indiferencia de tu hijo en Mi íntima relación contigo, no sufras.

¡Yo le haré ver!

¡Yo le haré sentir, como a ti, la voz del amado!

No sufras tanto, querida de Mi corazón.

Nada te inventas.

¿Has imaginado quizá las fotos en las que te mostré Mis heridas y Mi faz?

No, fui Yo quien lo hizo.

¿Mentiste o te inventaste la medalla de Mi Madre derramando lágrimas ante varios testigos?

No, nada te inventaste.

¿Soñaste la danza del sol que hice en el cielo para todos los que creyeron en la aparición de Mi Madre en Medjugorje?

No, te lo aseguro. Yo moví el sol para ti.

¿Sanaste tú a “A” de forma milagrosa y repentina?

No, fui Yo para darte certeza de las palabras que dirijo a tu alma y a tu entendimiento.

Necesito que Me creas.

Necesito que recojas todo lo que hay en Mi corazón para vosotros.

Sí, eres un don para los demás.

A través de ti...

!Llevaré la salvación a tantos hijos!

¿Te negarás?

Yo confío en ti.

Confío en la hija que ha elegido Mi corazón de entre todas las demás.

¡Tu pequeñez es tanta!

En ella Me complazco.

Yo amo a los pequeños con exquisita ternura.

Mis pequeños saben que todo viene de Mí.

Saben que todo es don.

Que todo es gracia.

A ti, Mi pequeñita, te envío a realizar una labor excelsa.

En ti confío.

¿Me amas?

Soy Yo el que necesita tu amor para Mí.

¡Sorpréndeme con tu fe y tus delicadezas!

¡No sabes cuánto las deseo!

Amén.



20 abril 2010



9,42 a.m.



Esther:

¡Amado Jesús!

Tú eres mi Pan de vida.

Yo necesito Tu palabra para fortalecerme.

Me pongo, Jesús querido, en Tus manos de nuevo.

Llévame Tú.

Te entrego con libertad, mi libertad, para que Tú seas completamente libre en mí.

Sé que todo es don, y que Tú solo quieres dar.

Por eso, la decisión más inteligente es entregarme a Ti para que Tú me lo des todo y seas quien se preocupe de mis necesidades.



Jesús:

¡Cuánto te amo y cuanto espero de tu amor por Mí!



Esther:

Jesús, yo no quiero volver a estar tan triste como lo he estado.



Jesús:

Pero...

¿Cómo vas a estar triste si me tienes a Mí?

¡Si Yo todo lo puedo en ti!

¡Si Yo todo lo quiero para ti!

Sigo esperando en ti una gran fe.



Esther:

Entonces Jesús…

¿Sigo esperando Tu promesa?



Jesús:

Si.

Tú espera produce milagros para tus hermanos.

Es una ofrenda única para Mí el que esperéis en fe y en perseverancia hasta el momento en que Mi sabiduría decida otorgaros lo que pedís.

¡Me es tan agradable vuestra perseverancia en la oración y la espera en fe y en humildad!

Esa es la confianza que deseo de vosotros.

Vuestro abandono en Mí.

Esther, haz saber esto al mundo.

Yo DONO.

Yo soy todo DON.

Pero deseo vuestra confianza en que lo haré.

Deseo vuestra fe.

Deseo vuestra actitud humilde ante Mi sabiduría porque Yo, amándoos tanto, soy el que dispongo el momento perfecto para concederos todo cuanto pedís y deseáis.

Así que, amada mensajera de Mi corazón de amor, di a Mis hijos cuánto deseo dar y colmaros de auténtica felicidad.

Y cuánto deseo que fortalezcáis virtudes de todo tipo durante el tiempo que a cada uno os pido para otorgaros lo pedido.

Amén.



“Mi amor crece por vosotros cada instante de vuestra vida.

Mi amor es infinito, lo que quiere decir que aumenta sin cesar por toda la eternidad.

Va creciendo constantemente Mi ternura por vosotros”.



(He creído entender,  pero he de consultarlo con el director espiritual que, cuando me quiere decir Jesús que Su amor es infinito, se refiere, no a que su amor dure siempre, porque eso es ser un amor eterno, sino que es un amor que va creciendo y haciéndose mayor por nosotros cada segundo que pasa).



Infinito

Del lat. infinītus).

1. adj. Que no tiene ni puede tener fin ni término.

2. adj. Muy numeroso o enorme.

3. m. Lugar impreciso en su lejanía y vaguedad. La calle se perdía en el infinito.

4. m. En una cámara fotográfica, última graduación de un objetivo para enfocar lo que está distante.

5. m. Mat. Valor mayor que cualquier cantidad asignable.

6. m. Mat. Signo () con que se expresa ese valor.

7. adv. m. Excesivamente, muchísimo.



Eterno, na.

(Del lat. aeternus).

1. adj. Que no tiene principio ni fin.

2. adj. Que se repite con excesiva frecuencia. Ya están con sus eternas disputas.

3. adj. coloq. Que se prolonga muchísimo o excesivamente.

4. m. Rel. Padre Eterno.



21 abril 2010





Por la mañana, tras la comunión.



Esther:

¡Oh, Jesús!

Cada vez que hablo con este señor que está siempre orando en la Iglesia, me vuelve a decir que yo no estoy llamada al matrimonio, porque es mucho más alto mantenerme sin ello.

Y me dice, además, que el sexo no es santo, es algo de animales, de la parte de animal que tenemos.

Y yo le he dicho que todo lo que Tú has creado es bueno y de hecho has creado también el sexo y el amor.

Le he dicho que, en mi opinión, el sexo con amor verdadero es muy bello.

Me tambaleo, Señor.

¡Me cuesta tanto vivir en fe!



Jesús:

Esther, "el justo vive de la fe".

Yo quiero que sólo vivas de fe.

Que Yo sea el único al que cree tu corazón.

¿Ves como te quito todos los signos?



Esther:

Si, Jesús.

Realmente me quitas todos los signos.

Vivo sólo de la oración y de mi poca fe en la palabra de Tus Evangelios: "todo lo que pidáis al Padre en Mi nombre lo obtendréis".

¡Oh Señor!

¡Fortalece mi fe!

Dame la luz de tanto necesito.

Dame alguna señal que ilumine tanta tiniebla y sufrimiento en el que me muevo.

Nadie me da certeza de Tu promesa, ni siquiera los sacerdotes que me han conocido y leído los escritos.

Resbalan ante esta promesa Tuya sobre concederme este gran deseo de mi corazón.



Jesús:

He de ayudar a este hijo mío a salir de su error sobre que el sexo es algo malo.

Porque Yo llamo a cada hijo a un estado de vida.

Y todos los estados de vida son igualmente santos.

Porque santa ha de ser la persona, no el estado de vida.

Todos los estados de vida son deseados por Mi corazón.

Y cada uno de vosotros está llamado a un estado diferente.

No habéis de forzaros en buscar una determinada vocación de vida porque eso me corresponde a Mí.

Y Yo la inculco en el corazón como un deseo anhelante, no como un castigo o una carga insoportable.

Yo siembro el deseo del estado de vida y doy los medios.

En vosotros, en vuestra libertad, está el aceptarlo y a veces, por vuestra obcecación, elegís otro distinto y ello os lleva a la infelicidad.

No temas, ni te influya la opinión de tus hermanos.

Al haberme dado tu libertad sobre tu ser, Yo soy el único que tengo derecho sobre ti a iluminarte y a guiarte hasta la meta.

Y Yo, querida Esther, te he dado una vocación muy clara al matrimonio.

No desconfíes de Mí.

Sigue perseverando en la espera de Mi promesa. Verás Mi gloria si crees en Mí.

¡Anda!

Descansa y no des más vueltas a este tema.

Yo te lo he prometido según has leído en Mis Evangelios.

Y Me has creído como creyó en Mí el buen ladrón.

Él consiguió de Mí todo en un solo segundo porque tuvo fe.

Una fe digna de admiración porque creyó en Mí en el punto más inverosímil de Mi divinidad.

Por ello llegó Conmigo a presenciar la apertura de las puertas del cielo.

Así te quiero a ti.

Que igual que el buen ladrón no vio signos de Mi divinidad pero creyó sin dudar en que soy Dios y todo lo puedo…

Así, sin tener signos evidentes de Mi promesa, tú creas que soy Dios y que lo que digo lo cumplo.

Amén.



23 abril 2010



5,10 a.m.



Esther:

Dime Jesús.

Estoy aquí para amarte y para servirte.



Jesús:

¿Por qué dudas tanto de Mi presencia en ti y de que Me dirija abiertamente a tu entendimiento?

No te reprocho nada, pero has de hacer un último esfuerzo por tu parte y rechazar como tentación cualquier duda sobre Mi palabra depositada en ti.

Sólo así puedes servirme.

No te equivocas de camino porque Yo te precedo.



Esther:

¡Soy tan pobre en todo, Jesús!

No me fío de mí y me asaltan constantemente dudas de mi interferencia en Tus palabras.

Dame una señal para distinguir Tu voz de todas las demás que me puedan engañar.



Jesús:

Sí, te la doy.

Cuando Yo te hable, observa si hay paz en tu corazón, si te inunda el amor y tu humildad crece.

Porque Yo soy el Amor humilde cuyo rastro es la paz.

Y cuando sea así, ponte en marcha.

Ayúdame en lo que Yo te pida, ya sea orar, recoger por escrito Mis palabras... o cualquier cosa que necesite y desee de ti.

Si te abandonas de esa manera y con esa docilidad, serás el instrumento perfecto en Mis manos amorosas para realizar la gran obra: la salvación del mundo.

Necesito instrumentos que no se planteen nada por sí mismos sino que se abandonen a Mis manos y a Mis movimientos.

Tú eres Mi instrumento de amor para los demás.

Déjate llevar por Mi Espíritu.

Sé tan dócil como si hubieses quedado sorda, muda y ciega para el mundo pero altamente dependiente de tu Dios.

Estos escritos que has ido recogiendo, Esther, llevan en sí una semilla indestructible para quien quiera apropiársela.

Llevan en sí LA VIDA.

La vida nueva y feliz que Yo quiero que tengáis.



9,18 a.m.



Esther:

¡Oh, Jesús bellísimo!

Todo mi ser está recogido en Tus entrañas de amor.

Nadie me ama como Tú.

Nadie me ama tanto.

Siempre Te encuentro con los brazos abiertos para acogerme.

Siempre me estás esperando.

Siempre estás.

Y es en mi interior donde Te encuentro directamente.

Porque veo tus pinceladas por toda la creación, pero el artista ha decidido morar en mi alma.

Si Te busco dentro de mí, siempre estas y anhelas mi ser.

¿Cómo hacer que el mundo crea en esta verdad que me haces comprender y sentir?

¿Cómo imprimirle la certeza que has depositado en mi alma?

¡Ojalá existiera un método para imponer esta verdad a todos mis hermanos tan sufrientes!



Jesús:

Todo está en vuestra libertad.

Si Me abrís vuestra puerta, Yo entro con esta certeza y esta verdad.

Solo tenéis que abrir vuestro corazón a Mi acción sobre cada uno de vosotros.

Porque Yo no escatimo Mi amor.

Porque si Me abrís os inundaré.

No pasaré superficialmente por ninguno de vosotros.

Me instalaré en lo más profundo de vuestro ser para, desde allí, emerger en todo: en vuestros pensamientos, sentimientos, acciones y omisiones.

!Di a mis hijos que abran las puertas!

De lo demás se encargará Mi Santo Espíritu.

Vivís en Dios, pero muchos no quieren llenarse de Dios.

Y viviendo en Mí, son tan ciegos que no creen en Mí.

Ese dolor inmenso es el que rompe Mi corazón:

Que viviendo vosotros por pura gratuidad de vuestro Dios y como resultado de Su amor, no seáis capaces de ver o viendo no queráis y os tapéis el rostro...

¡No dejéis de anunciar este mensaje!

¡Porque es un mensaje eterno de amor!

¡Porque no habrá criatura, que orando en recogimiento estas palabras que te digo, deje de percibir Mi amor y siga sintiéndose abandonado de su Dios!

Llevad al mundo entero lo que os he dado porque a medida que repartáis Mis tesoros, lejos de empobreceros, os haré cada vez más ricos en tesoros celestes.

Dad Mis palabras porque Mis palabras son Mi mismo ser, Mi misma esencia, Mi auténtico amor por vosotros.

Y ya sabéis, que las palabras no pueden expresar lo que hay en Mí, tan intenso, por vosotros Mis hijitos tan amados.

Tras orar estas palabras, abridme las puertas.

Estoy llamando a vuestro corazón para entrar en él y sanar todas vuestras angustias y dolencias.

Y una vez sanadas, convivir en amor, en ternura, en gozo y felicidad ahora en la tierra y eternamente en el cielo.

Amén.



26 abril 2010



4,06 a.m.



Esther:

Habla con señor que tu sierva, que te ama, te escucha.



Jesús:

No eres mi sierva, eres mi hija.

Esther...

¡Acércate a Mí!

No temas.

Yo soy tu pastor y te cuido celosamente.

Yo tengo Mis formas de hablarte y no siempre son tan fácilmente entendibles.

Cuando creas que guardo silencio, gáname tú en silencio y recogimiento y Me encontrarás.

Yo siempre Me comunico con quien tenga la paciencia que da el amor, en seguir Mis huellas.

Cuando creas que callo ante ti, vuélvete muda frente a Mi y podrás, con la misma facilidad que antes, escuchar Mi voz.

A veces Me hago esperar porque deseo vuestra prueba de amor.

Porque el amor es paciente.

Pero deseo ardientemente que tras esa espera vuestra, os veáis colmados de Mi íntima comunicación con vosotros.

Guarda Mi voz y séllala en tu corazón.

Recoge Mis deseos.



9,20 a.m.



Jesús:

¡Oh, Esther, amanezco radiante para ti!

Soy el sol del cielo.

A todos os amo.

Nadie hay fuera de Mi corazón

¿Me amas?



Esther:

¡Claro que te amo!



Jesús:

Ven, cógete de Mi mano.

Camina junto a Mí.

Espero tu sí.

Cuando os pido el "sí" os estoy solicitando vuestro abandono en Mí.

Hoy te librero de tus cadenas.

Hoy comienza una nueva vida para tí mucho más libre.

No sentirás esas apetencias.

Serás moderada en todo.

Hoy recibe desde el cielo esta gracia.

Sólo has de acogerla y creerla.

Ten fe en Mí.

Ten paz.

Ámame.

Te hago fuerte con Mi fortaleza.

Te amo con profundo amor.

Goza con tu regalo.

Amén.



28 abril 2010



3,37 a.m.



He pasado toda la tarde con un sufrimiento muy fuerte.

Temores, dudas, falta de salud…

Y sabía que estaba siendo muy atacada.

Me he refugiado en el Corazón de Jesús y no he parado de hacer actos de fe y de amor en pleno sufrimiento gritando mi fe y mi confianza en Dios.

Muy tarde Jesús me dijo que me enviaría la paz.

Y así ha sido.

Entré en una dulzura exquisita en el alma.

Todo era calma y alegría.

Y muy tarde me acosté.

Pero ha ocurrido algo extraño durante esta madrugada.

A las 3,30 se ha encendido el ordenador.

Yo estaba muy cansada porque me acosté a las 2,30 y en mi corazón le he dicho a Jesús que acababa de acostarme, pero que si me necesitaba, me levantaba. Pero yo seguía tumbadita y remolona.



De repente ha comenzado el ordenador a dar pitidos que yo nunca había oído.

Me incorporo y comienza a hablar un obispo (Monseñor José Ignacio Munilla) refiriéndose que hay un Justo, el único Justo (Jesús) que sufrió siendo inocente.

Y hablaba del sufrimiento.

No tengo ni idea como ha podido ocurrir esto.

Me he puesto a buscar en el ordenador por si había alguna página en la que hablara este sacerdote y yo no tenía conexión ninguna con Monseñor.

Sé que ha sido Él quien me llama a la oración.

Ya no me sorprendo tanto de que a la misma hora Nuestro Señor cuente conmigo, porque el pobre debe sentirse tan solo que ninguna noche falla en llamarme.

Y cuando estoy muy cansada o perezosa hace cosas así de extrañas que a mí me llenan de alegría porque sé que es la voz de mi amado.



Y le he dicho:

¿Has encendido Tú el ordenador para que yo no pueda quedarme dormida y ore junto a ti al Padre?



Y me ha respondido que lo han encendido los ángeles por orden Suya.



He orado el Oficio Divino y le he dicho al Señor:

¿Qué más quieres que ore?



Y me ha dicho:

Repara Mi dolor con tu amor.

¿Me amas?



Y le he contestado:

Claro que te amo, Jesús.

¿No ves que has encendido el ordenador y yo me he levantado para orar?

No te fijes en mis faltas y pecados.

Fíjate en estas pequeñas cosas que hago para que veas que te quiero.

Y sigo aquí en oración junto a Él por si me quiere decir algo o si yo lo puedo consolar o reparar el daño que hacemos a Su Cuerpo Místico…



Jesús:

Estas son horas de tinieblas para toda la humanidad.

Es por ello que despierto a las pequeñas luces que tengo en la tierra para que, en oración, su luz disipe tanta tiniebla en que están sumidos Mis hijos.

Esther, no te asustes de que te hable.

Deseo comunicarme con toda Mi humanidad, con todos Mis hijos y te llamo a ti para que, con sencillez, recojas todo lo que hay en Mi corazón para vosotros.

Esther, no te desanimes en este caminar.

Has de caminar en fe porque no Me ves ni Me oyes con tus sentidos externos, pero Yo habito en ti y te lo he hecho conocer.

Estas tinieblas que se esparcen por la humanidad, habrán de vencerse en un futuro muy próximo.

Estáis sometidos a cadenas muy pesadas.

El mundo actual ha lanzado sobre Mis pequeños, redes que les permiten seguir respirando pero los mantiene atrapados y en espera de su aniquilación.

Es por ello, que Yo sacudo la tierra, que Yo produzco tempestades, que Yo derrito los montes para que esas redes pegajosas permitan que os escapéis de ellas.

Y tal y como están las cosas, a veces solo cabe la tragedia para que dejéis de fiaros de vosotros mismos y comencéis a implorarme a Mí por la salvación del mundo.

Mi dolor cada día aumenta porque aumenta vuestro dolor.

Y es uno mismo Mi dolor y vuestro dolor puesto que formamos un solo cuerpo.

Mis hijos gimen de dolor.

Mis criaturas yacen asesinadas.

Mis niños tirados a causa de los abortos.

Mis ancianos abandonados a la más terrible soledad y miseria.

Mis sacerdotes castigados por su propia teología.

Mis familias destruidas por los divorcios.

Mis adolescentes destrozados por las drogas.

Mis pequeños envenenados con la televisión y los videojuegos que sólo hablan de muerte y que les enseñan a familiarizarse con la maldad.

¡Oh hijos Míos!

¡Cómo suspira de dolor Mi corazón!

¿Sabéis que cada hijo Mío que sufre, Me hace llorar profundamente?

¡Oh mis queridos hijitos!

¿Cómo dejaros en este estado?

¿Cómo no actuar?

Está muy próxima ya Mi venida.

Está cercana vuestra salvación.

Convertíos urgentemente.

Convertíos a Mí y os salvaréis.

Despojaos de todo pecado.

Acogeos a la verdad y a la santidad de vida.

Son los últimos avisos que doy.

No os durmáis pues viene la tempestad y sólo el que esté despierto y preparado con las armas de la gracia podrá salvarse de un seguro naufragio.

Tenéis la tabla de salvación: YO MISMO que me lanzo a socorreros, pero habéis de querer agarraros a Mí.

Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario