sábado, 15 de octubre de 2011

SEPTIEMBRE 2008



8 Septiembre 2008



14,50 p.m.



Esther:

Me dices en el salmo 55 que descargue en Ti todas mis inquietudes, que Tú nunca defraudas al justo.

¡Oh Señor de mi vida y de mi muerte!

¡Auxíliame!

Dame la fe en Tu palabra y Tu promesa porque me vuelvo a tambalear.



Jesús:

Óyeme, amada Mía.

¿No sabes que todo lo que te ha pasado lo dispongo Yo?

Deseo que hoy vuelvas a luchar por Mi palabra contra todo lo que te hacen ver tus sentidos.

Necesito y deseo probarte en la fe.

Eso hago con Mis almas predilectas.

Pruebo su fe en Mí.

Tú sabes que Yo todo lo puedo.

Que en un segundo todo lo modifico.

¿Por qué dudas tanto de Mí?

Debieras reírte de todo lo que no sea Mi palabra, porque Yo lo digo y lo hago.

Nada temas, dulce hija Mía.

Yo te cubro con Mi poder.

Tienes de tu lado al más fuerte.

¿Quién ganará esta batalla?

Yo, tu Dios, el que tanto te ama.

El que te ha prometido amor eterno.

El que vela día y noche por ti.

El que se sacia con tu existencia.

El que da la vida por tu amor.

Yo soy tu baluarte.

Apóyate en Mí.

¿Sabías que todo lo puedo?

Deseo probarte en fe, pero eres tan amada por Mí, que ya te digo de antemano que todo se cumplirá.

No permitiré en ti una sombra de fraude porque tú has creído en Mí.

Y todo el que cree será salvo.

Déjame, Esther, que vaya purificando tu alma con toques secos y duros.

Esos toques te hacen gritar pero te dan una belleza especial ante Mis ojos.

No te apures por nada.

Me tienes a Mí de tu parte, a tu favor.

Confía en todo lo que te he dicho.

Sé mi segundo Abraham.

¿Fallé a Abraham?

No.

Es más, su fe en Mí le llevó a ser padre de Mis hijos queridos.

Así tu.

Tu fe en Mí, pese a todo, y pese a todas las opiniones, te hará madre de multitud de almas que se salvarán si tú, humildemente, Me ofreces tu confianza plena.

¿Tienes algo que perder?

Todo lo tienes ganado si confías en Mí.



14 Septiembre 2008



11,00 a.m.



Esther:

¡Hola amado Jesús!

Creo que me llamabas.





Jesús:

Siempre te estoy llamando a Mí.



Esther:

Jesús, estoy muy apenada por mí misma y mi pecado y también por el mundo y el gran pecado de la humanidad.



Jesús:

Quiero abrazarte, no regañarte.

Sé que Me amas y eso Me basta y Me colma.



Esther:

¿Cómo puedes ser tan bueno, Jesús?

Es inconcebible Tu bondad y Tu perdón.



Jesús:

¡Quédate hoy Conmigo!

¡Aunque estés acompañada, no me dejes sin tus amores!



Esther:

¡Claro que sí, dulce amor mío!

Tú ocupas por completo mi pequeño corazón, y a Ti me ofrezco diariamente con todo mi ser.



Jesús:

He encontrado pocas moradas como la tuya.

Me complace enormemente tu corazón.

Por eso acudo a ti con insistencia: porque te necesito.



Esther:

¡Oh Jesús!.

Tú sabes bien que nada soy y que nada merezco.

Conozco Señor mi nulidad.

Ya la conozco bien.

Caigo en el pecado, incluso en mitad de mi oración, gritando y suplicando no caer en la tentación.

¡Me sé tan débil, Jesús!



Dios Padre:

Acompáñame en Mi tristeza.

¡Cómo desearía almas como la tuya que están siempre dispuestas a acogerme!

¡Llamo a tantos corazones, y de tantas maneras!

Pero no Me reconocen.

No se abren para Mí.

Ese es Mi dolor, Esther.

Esa es Mi pena.

Os necesito a vosotros, almas queridas, para que sigáis llamando a Mis hijos, en Mi nombre.

Decidles que Me abran su corazón.

Que Yo los amo de manera inconcebible para vosotros.

No existen palabras en ningún idioma que pudiesen expresar la hondura de Mis sentimientos por vosotros.

Estoy triste, Esther.

¡Sois tan pocos los que Me amáis de verdad!

¿Por qué?

¿Por qué?

Os hice libres para vuestra plenitud y semejanza Conmigo.

Pero esa libertad os está precisamente privando de ser felices a Mi lado, como perlas preciosas que sois a Mis ojos.

Dime Esther, qué más puedo hacer.

Los signos de Mi amor son palpables para quien quiera ver.

Quién no los ve es porque, en un mal uso de su libertad, se cierra por completo y conscientemente a verme.

En todas las religiones y en todas las culturas, Yo me manifiesto.

¿Por qué no se quieren dar cuenta de que soy Yo?

No es la casualidad lo que hace funcionar el universo.

Soy Yo y Mi gran amor el que lo sostiene.

Hay veces, Esther, muchas veces, que deseo destruir lo creado por la inmensa ingratitud de muchos hijos.

Las ofensas a Mi santidad son atroces y sin arrepentimiento.

Y miro al mundo en Mi dolor y, algunos puntitos de luz (que son vuestras almas especiales, las que de verdad Me amáis), enternecen tanto Mi ser, que decido mantener lo creado.

Pero Esther, es tan grave la situación actual, que Mi Hijo tiene que bajar de nuevo para restaurar a Mi pueblo.

Jesús, todo amor para sus hermanos, desea ofrecerme a Mis hijos totalmente renovados, convertidos.

Y Yo miro a Mi Hijo y, en el amor en que vivimos, en el Espíritu Santo y Santificador, le permito su deseo, que es también Mi deseo y Mi designio.

Os quiero un pueblo santo, sin mancha para Mí.

Mi Hijo bajará de nuevo a la tierra para rescatar y para salvar.

Sólo Él es la salvación.

Satán ha encontrado estos tiempos muy fáciles y divertidos.

¡Les abrís las puertas tan fácilmente!

No hay cerrojos en vuestras debilidades y así Satán entra en vuestra alma como si fuese su casa propia.

¡Necios hijos Míos!

Iréis a la perdición si no os acogéis a Mi Hijo, a la tabla de salvación, que por pura misericordia, volveré a enviar.

¡Qué dolor traspasa Mi corazón!

¿Qué sentirías tú, Esther, si vieras que tu hijo va a morir, sin ser siquiera consciente de que él mismo se está matando?

¿Quedarías impasible viendo su desgracia, su agonía y su muerte?

Yo, PadreMadre vuestra, ya no quiero veros más sufrir por vuestra propia flaqueza y por el engaño al que os ha sometido el maligno.

Bajaré a través de Mi Hijo.

Sanearé y santificaré de nuevo Mi creación y Mi criatura.

Haré que vuestros rostros giren hacia Mí y os inundaré de ternura y de paz.

Sé quién ha envenenado tanto vuestros corazones: "non serviam".

El y sus legiones están matando a Mis hijos y Yo, ¿voy a quedarme quieto?

No, lo aseguro.

Es necesario Esther, que vosotros oréis por ellos, ayunéis y estéis completamente entregados a Mí y a Mi voluntad para que Satán no pueda con vosotros, almas elegidas.

Salvaréis, en estos tiempos, miles, millones de almas, con vuestra vida recta, sacrificada y llena de amor por Mi Jesús, que soy Yo mismo encarnado en criatura.

Mi amor me lleva a vuestra plena salvación.

No os abandonaré en las garras de Satán.

¡Pobres hijos Míos!

¡Confiad en Mí!

Y orad los unos por los otros.

Orad los que os mantenéis libres, aunque en lucha contra Satán, por los que ya ni siquiera pueden escapar de él.

Vuestra oración, ayuno y limosna, los salvarán de las feroces garras de quien tanto os odia.



21 Septiembre 2008



Esther:

¡Amado Jesús!.

Aquí me tienes.

No se me ocurre decirte otra cosa.

Me regalas un tiempo fuerte de soledad y no sé qué hacer.

Además me apetecen pocas cosas.

Te ruego que me regales fortaleza para vencer mis cadenas.



Jesús:

Pídeme.



Esther:

¡Oh Jesús!.

Nada, excepto Tú, me llena.

Estoy Jesús, desesperada de esperar.

Mantenme por favor en la esperanza de la fe.



Jesús:

Sé todo lo que sientes en tu corazón, amada Esther.

Sé de tu soledad y tus deseos de intimidad y ternura.



Esther:

Gracias Jesús porque me comprendes.

Con esta soledad tan grande, Jesús, me acerco más a Ti, pero es dura.

¡Consuélame, dulce Jesús!

Acaricia mi rostro y sostén mis rodillas vacilantes.



Jesús:

Todo se cumplirá.

Confía una vez más en Mí, en Mi poder y en Mi misericordia.

Querida hija, te reservo para Mí.

Sólo tú me das la ternura que Yo necesito.

¡No te aburras de Mí!

Goza de Mí, alma querida.

Soy todo para Ti en esta soledad.

Me tienes a Mí por completo.

Dentro de ti.

Hecho tú.

Yo vivo en ti y para ti.

Vive tú en Mí y para Mí.

Recibe con gozo todo lo que te ofrezco.

También la soledad.

Sólo Me mueve el amor.

No te arrepentirás de haber depositado todo tu ser en Mí.

Mis brazos te tienen agarrada, abrazada.

No quiero que salgas al mundo sin Mí.

Vive en el mundo como si vivieras en un claustro, en un convento.

Vive entera para Mí.

Lo que le dije a sor Faustina lo estoy realizando.

Estoy dejando vacíos los conventos y llamando a Mi corazón a almas buenas y tiernas Conmigo, como tú.

Yo te necesito.

¿Recuerdas las veces que Me pides que te abrace?

Yo también te lo pido.

Me son imprescindibles tus actos de amor.

Aún estás en mucha oscuridad para saber quién soy.

Tu amor por Mí está traspasando Mi corazón y tardaré poco en manifestarme a ti en plena luz.

Porque Yo soy la luz del mundo y la luz de tu corazón.

Si no fuera por esta soledad, no tendrías el gran gozo de tenerme tan íntimo a ti.

El ruido te alejaría de Mí y de Mis amores.

Déjate tallar por Mí en la soledad.

Me es indiferente que trabajes o bordes.

Lo importante es que no te separes de Mí.

Todos tus actos los bendeciré porque Me tienes presente.

Y ahora, échate en Mis brazos.

Yo deseo que vengas a Mí con urgencia.

Recuerda al Padre bueno, al hijo pródigo y a su hermano celoso.

Yo te pedí que fueras el tercer hermano.

Y así te siento.

Por eso, este hijo Mío que siempre Me cuida, Me ama, Me escucha, Me pide…

Estos hijos de los que tengo pocos son verdaderamente Mi delicia.

¡Si supieras de cuantas cosas Me haces cambiar de opinión!

Te escucho siempre con mucha atención y por ti cambio designios de castigo a tus hermanos, por ti bendigo sacerdotes, por ti Mi corazón se vuelve incapaz de impartir justicia sin una infinita misericordia.

¡Cómo deseo almas como niños!

¡Tan pequeñas que me muevan a olvidar las ofensas que se hacen contra Mí!

Por favor, intenta comprender cómo funciona Mi corazón.

Cuando Me comprendas habrás llegado a Mi reino.

Te amo.

Mantente en Mí.



28 Septiembre 2008



8,35 a.m.



Esther:

Dime, amado Jesús.



Jesús:

Te amo.

Habito en ti.

Me complazco en ti.

Sé siempre pequeña, porque los pequeños necesitan todo tipo de cuidados y Yo quiero ser quien te cuide.



Esther:

Sí, Jesús.



Jesús:

Sigue Mi camino, sigue Mis sendas.

Yo te llevo de la mano y voy delante de ti.

Déjate guiar por Mí.

Yo conozco el sendero por donde te llevo y tengo prisa en recorrerlo contigo.

Tu misión es: agarrarte fuerte a Mi mano, confiar en Mí y seguir Mis pasos.

Al final del sendero estaré Yo mismo en total plenitud.

Lleno de luz y de gloria.

Y te espero para colmarte de gozo y de amor.



Esther:

¿Es eso la muerte?



Jesús:

No, Esther.

Quien camina agarrado fuertemente a Mí, se topa Conmigo fácilmente en plenitud, aquí en la tierra.

Es más, soy Yo el que Me hago patente en su camino.

Son pequeños descansos que doy al alma cuando camina Mis caminos y sigue Mis pasos.

Les ofrezco un descanso lleno de gozo en el que pueden solazarse en Mí, descansar del camino y coger fuerzas para continuar.

A Mis almas santas les doy continuos descansos en Mí mismo, en Mi propio ser y corazón.

Sigue Mis pasos, Esther, y cuando estés cansada, dime que pare y te recoja en Mí.

Lo haré.

Deseo hacerte muy feliz.

Deseo que participes de Mi felicidad.

Yo no la quiero para Mí sólo.

Deseo derramarla sobre vosotros, especialmente los que tanto Me amáis.

¿Qué no haré con quien tanto Me ama y con quien Yo Me desbordo de amor?

Todo.

Todo lo bueno para ese alma lo haré.



Dios Padre:

Sólo me mueve el amor.

Mi amor se llama misericordia.

La misericordia se enternece tanto con vuestro cansancio y sufrimiento, que goza perdonando, sanando y curando el dolor.

Soy tu Padre.

Tu Padre que tanto te ama.

Pídeme cuanto desees y cuanto necesites.

Para eso estoy, para dártelo todo y hacer de tu vida un gozo.

No temas pedirme cuanto necesites.

Deseo que Me pidas.

Un Padre desea que su hijo le cuente sus cosas y le pida ayuda.

Porque el Padre goza en darlo todo a su hijo.

Así Yo.

Deseo derramar Mis gracias, Mis tesoros, especialmente a quienes vengan a Mi lado y con plena confianza en el amor que les tengo, Me lo pidan con fervor.

Anuncia Esther, Mis deseos de dar, de colmaros de bienes espirituales y materiales necesarios, para vuestra santidad.

Ya sabes que Mis bienes son mucho más altos que vuestras necesidades y peticiones.

Pedidme gracias, todas las que queráis.

Todo está en Mí, en infinita abundancia.

No se agota Mi riqueza y deseo derramarla sobre vosotros, Mis hijos queridos.

Anuncia Esther, que de nuevo voy a pasar sobre vuestra humanidad para santificaros y para dar plenitud y sentido a vuestras vidas.

Anuncia la gran noticia, amada Esther.

Anuncia por todas partes Mi amor por vosotros, Mis pequeños hijos tan necesitados de Mí.

Anuncia Mi proximidad, Mi inminente venida en gracia sobre vosotros.

Mi amor, exclusivamente Mi amor por vosotros, Me lleva a un nuevo encuentro personal con Mis hijos.

Mi amor, estalla de amor.

Apenas tú lo puedes comprender.

Cuando el amor es tan potente, necesita amar y desea ser amado.

Por eso iré a por Mi criatura de nuevo a mostrarle nítidamente Mi gran amor por ella y a pedirle con la mirada de Mi hijo Jesús, que me entregue también su amor.

Vuestra dicha y la Mía están en el mutuo amor.

Sólo al saberos amados incondicionalmente por Mí, podréis ser dichosos.

Y Mi gozo está en nuestro mutuo amor.

Anuncia Mi bondad y misericordia.

Acercaos todos a Mí, aunque todos vivís en Mí.

Deseo, que en libertad, queráis vivir conscientemente en Mí.

No podéis comprender el misterio de Mi amor por vosotros.

Por eso, tan sólo, dejaos amar por Mí.

En ello está Mi plenitud, en que os dejéis amar como niños que todo lo necesitan.

¡Cuánto os amo!

¡Oh humanidad salida de Mi propio corazón!

¡Oh esposa Mía!

¡Cuánto deseo hacerte eternamente Mía!

Soy el Amor que busca incansablemente a su amada y todo su afán es hacerla dichosa!

Esposa Mía, acércate a Mí, no temas.

No te reprocho tus infidelidades.

Sólo, entrégate a Mí, y todo quedará olvidado en Mi corazón.

Mi amor por ti, esposa Mía, olvida, perdona y transforma todo tu ser.

¡Ven a Mí y te haré semejante a Mí!

¡No temas!

¡No te avergüences de tu vida pasada!

Baja la mirada ante Mí, un segundo, y todo quedará perdonado.

¡Oh esposa Mía, si supieras Mis deseos de ti, no podrías resistir el acercarte y dejarte amar por Mí!

¡Oh esposa Mía, no tardes tanto en abrir tus brazos para que Yo te haga Mía para la eternidad!

Voy a rescatar a Mi esposa de su sufrimiento y de la mentira en la que vive.

Es Mi gran acto de amor por ella.

Voy a por Mi bellísima Iglesia, la elegida por Mí para las bodas celestes y para Mi unión eterna con ella.


No hay comentarios:

Publicar un comentario